El Fuerte de San Carlos se encuentra situado en la bahía de la ciudad de Santoña, en la Comunidad de Cantabria.
El
fuerte ocupa una superficie de 6.500 m2. aproximadamente y consta de
cuatro partes perfectamente diferenciadas. Al oeste, un edificio para
el cuerpo de guardia destinado a defender el acceso por tierra al
fuerte, probablemente a fuego de fusil, tenía planta rectangular y
dimensiones 12,3×6,4m. del que solo se conservan los muros oeste y
norte.
En el conjunto superior se emplaza la batería alta, con
forma de “W” de salientes redondeados con una longitud de 85m. y
orden de fuegos a barbeta, con disposición para 11 cañones;
revestimientos de parapeto y escarpa en sillería rematada en
cordón, y parapeto con talud de tierra de 4 m. de grosor; mas dos
edificios de una planta aún en pie: el almacén de pólvora y
pertrechos al oeste, en edifico de una sola planta de 8,3×14 m., un
cuarto para la tropa con separación para el oficial en un único
edificio al este de similares dimensiones, más un aljibe a pie de
escarpa.
En
la batería baja o conjunto inferior, en forma de “L” orientada
al sur y este, se presenta un frente defensivo exterior de 80m. y una
superficie en planta de 990 m2. Consta de dos órdenes de fuegos, el
inferior, acasamatado en número de 11, y el superior, con terraza a
barbeta con parapeto de tierra. El edificio está realizado con
sillería de caliza y arenisca a doble cara, y bóvedas interiores
de ladrillo. Existe una avanzadilla al este capaz para una pieza a
barbeta con parapeto alto de tierra y roca natural, revestido al
interior con sillería, de 21 m. de longitud.
Se
conservan en el recinto tres bases metálicas de artillería sobre
solado de caliza, una en la avanzadilla del este, y dos en los
salientes del conjunto superior.
En
1638, durante la Guerra de los 30 años, se construye un reducto en
el sitio de “La Torrecilla” y se arma con 6 cañones, donde
previamente había existido una atalaya. En 1688 se propone una
plataforma capaz para seis cañones sobre el antiguo reducto. A
instancias de la villa de Santoña, empieza a construirse en 1688 el
“Fuerte de San Carlos”, llamado así en honor del rey Carlos II,
al tiempo que se refuerzan otras estructuras defensivas de la ciudad,
con motivo de la frágil tregua de Ratisbona. Acabadas las obras, la
Corona no aporta la artillería, con lo que a comienzos de la Guerra
de Sucesión, en 1701, se encontraba totalmente desmantelado y
necesitaba reparación.
Reinando
Felipe V estaba el fuerte bien atendido, se realizó el camino de
acceso en 1726, y contaba con nueve piezas de artillería
documentadas en 1731 que seguían en 1739, pero sin realizar ninguna
modificación estructural. Nuevamente sufrió el abandono hasta que
el nuevo conflicto con Inglaterra en 1765 lo hizo necesario. Los
ingenieros napoleónicos reformaron ligeramente la batería,
reparando la barbeta, construyeron un recinto mas elevado para dos
piezas y levantaron un edificio para cuerpo de guardia.
En
1860, reinando Isabel II y en paralelo a la construcción del de San
Martín, se presenta un proyecto de nueva planta mucho más
ambicioso que el que se realizó (una batería de casamatas, en vez
de dos). En 1888 tenía tres cañones de 16, cuyos montajes aún
se conservan, y 8 obuses. En 1918, una vez desartillado, se
transforma en polvorín durante la Restauración Borbónica,
cayendo en desuso hasta que en 1963 se subasta por la Junta Central
de Acuartelamiento, pasando a manos privadas.
Fuente: Castillos del Olvido
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