jueves, 23 de abril de 2020

Castillo de Olite (Navarra)


El Castillo de Olite, también llamado Palacio de los Reyes de Navarra o Palacio Real de Olite, es una construcción de carácter cortesano y militar erigido durante los siglos XIII y XIV en la localidad de Olite en la Comunidad Foral de Navarra, que fue una de las sedes de la corte del reino navarro a partir del reinado de Carlos III el Noble, quien lo ordenó construir. 

La corte de Olite poco tuvo que envidiar al resto de cortes europeas durante la Edad Media. El majestuoso castillo tenía terrazas ajardinadas, surtidores y hasta un zoológico en el que había leones, camellos, búfalos africanos y una jirafa. En la parte más sombría del palacio está la “nevera”, una especie de huevo donde se almacenaba la nieve para hacer helados durante los calores del verano. Nada tenía que faltar para el disfrute de los reyes navarros. 

Durante la Guerra de Independencia contra Napoleón, el general de la guerrilla navarra Francisco Espoz y Mina mandó quemar el castillo para que no cayera en manos enemigas. No cayó en manos francesas, pero sí en una ruina total de la que no salió hasta que se iniciaron las obras de reconstrucción en 1937. Olite fue una ciudad romana construida en el siglo I d.C., cuya principal función fue proteger la calzada que comunicaba Caesaraugusta (Zaragoza) con Pompaelo (Pamplona). 

El fuerte carácter militar de la ciudad queda reflejado en sus murallas, que constituyen el recinto fortificado romano mejor conservado de Navarra. En la Edad Media la población creció y hubo que ampliar las murallas. Se distinguen fácilmente, ya que la romana la forman grandes bloques de piedra con su característico almohadillado y en las medievales la piedra es más pequeña. 

El palacio es un complejo e irregular conjunto de torres, estancias, jardines, galerías y patios que sobresalen majestuosos sobre el caserío de Olite. Su esplendor fue tal que se decía que en él había “tantas habitaciones como días tenía el año”. 

Muchas son las torres: la del Homenaje, la de Ochavada o de las Tres Coronas, la de los Cuatro Vientos, la de Atalaya y la torre del Aljibe. Desde esta última, un curioso complejo hidráulico elevaba el agua desde el río Cidacos para alimentar a los jardines. 

La galería del rey destaca por su elegante tracería gótica. Todas las estancias estaban ricamente ornamentadas con hermosas yeserías, azulejos, pinturas, vidrieras, tapices y todo lujo de detalles de los que ahora apenas queda nada. 

Adosada a la fortaleza se encuentra la Iglesia de Santa María. Comenzada en el siglo XIII, en ella se celebraron bautizos, bodas y exequias reales. Destaca la fachada, obra cumbre de la escultura gótica navarra, de gran riqueza decorativa y elegantes proporciones. 

El estado actual del edificio es fruto de una restauración tras convocatoria de un concurso en 1923 por parte de la Diputación Foral que ganaron los arquitectos José y Javier Yarnoz, y que se iniciaron en 1937. Todavía ésta no ha concluido ya que esta compleja labor trata de recuperar la estructura original del palacio, distinguiendo entre lo que se corresponde con el edificio original, y lo que se debe a su restauración. Sin embargo, la riquísima decoración interior que revestía sus muros se ha perdido para siempre, al igual que los jardines exteriores que lo rodeaban. El castillo está inspirado en el estilo gótico francés. Actualmente perviven restos de yeserías y estucados de inspiración mudéjar, obra, al parecer, de artesanos moros de la ribera de Navarra. 

Fuentes: castillosnavarros.org
                turismoolite.com
                Wikipedia

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