El Castillo de Grajal de Campos se asienta sobre la falda de un pequeño altozano a una altitud de 810 m., en la margen derecha del río Valderaduey, en la localidad del mismo nombre de la provincia de León (Castilla-León). La zona se caracteriza por su escaso relieve, desde donde se puede divisar y dominar claramente la llanura.
Los
orígenes de esta villa se remontan a la existencia de un castro o
asentamiento vacceo en el cercano cerro de Turrutalba. En ese punto
Cayo y Tiberio Sempronio Graco en el 117 a.C., establecen allí sus
cuarteles (de ahí el nombre de «Gracca»).
En
el siglo X se convierte en el centro político y comercial, hasta
que a fines del s. XI Alfonso VI decide trasladar su mercado a la
cercana villa de Sahagún, lo que según Martínez Sopena supone
la «paulatina extinción de su actividad mercantil y un fuerte
resentimiento de sus vecinos hacia el monasterio, resentimiento que
se canalizará en función de las circunstancias». La primitiva
fortaleza fue escenario de sangrientas luchas contra las tropas de
Almanzor, rehecha en 1162 estuvo en poder de los nobles leoneses.
Posiblemente
sea uno de los castillos más avanzados para su época, ya que fue
encargado al arquitecto italiano Lorenzo de Adonza quién utilizó
las nuevas técnicas renacentistas de fortificación. Esto lo
convirtió en el primer castillo artillero de España y en una clara
influencia para toda la arquitectura fortificada posterior.
Es
obra militar gótica, fortaleza artillera del siglo XVI, levantado
sobre los restos de otro anterior del siglo X, mandada edificar con
Hernando de Vega, Comendador Mayor de Castilla. Su hijo, Juan de
Vega, será el primer Conde de Grajal.
Fue
construido de acuerdo con las nuevas técnicas del empleo de la
artillería. Destaca el hecho de que está construido sobre un
pronunciado talud y conservando una bombarda, semienterrada, de 2,50
metros de longitud, la cual apunta hacia el pueblo.
Se
compone de un gran cuadrado, de 73 metros de lado (88 varas), con
cuatro cubos en los ángulos, articulan independientes unos de otros
con cámaras a tres alturas que se comunican en vertical por
escaleras de caracol y conduciendo a la plataforma.
Los
cuatro muros, con numerosas troneras abiertas en los muros, están
construidos con un amplio talud que concluye en una cornisa
decorada con modillones lobulados. Encima de ella pretil
volado coronado por almenas. El interior es macizo de terraplén
hasta la altura del pretil y quedan restos de un aljibe y de una
construcción que haría las veces de torre del homenaje,
destruida en 1836 por usarse hasta entonces de cárcel (llamada
la “ballesta”), destruida en 1836.
La
entrada se realiza a través de una única, sencilla y angosta puerta
de acceso, abierta en el muro occidental hacia el torreón, el
opuesto al pueblo, que conduce a un pasillo y al cubo próximo.
Contaba con foso, actualmente colapsado.
Fuentes: Castillos del Olvido
castillos.net
Eduardo Argote (Fotos)
Galería:
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