viernes, 6 de diciembre de 2019

Castillo de Grajal de Campos (León)


El Castillo de Grajal de Campos se asienta sobre la falda de un pequeño altozano a una altitud de 810 m., en la margen derecha del río Valderaduey, en la localidad del mismo nombre de la provincia de León (Castilla-León). La zona se caracteriza por su escaso relieve, desde donde se puede divisar y dominar claramente la llanura. 

Los orígenes de esta villa se remontan a la existencia de un castro o asentamiento vacceo en el cercano cerro de Turrutalba. En ese punto Cayo y Tiberio Sempronio Graco en el 117 a.C., establecen allí sus cuarteles (de ahí el nombre de «Gracca»). 

En el siglo X se convierte en el centro político y comercial, hasta que a fines del s. XI Alfonso VI decide trasladar su mercado a la cercana villa de Sahagún, lo que según Martínez Sopena supone la «paulatina extinción de su actividad mercantil y un fuerte resentimiento de sus vecinos hacia el monasterio, resentimiento que se canalizará en función de las circunstancias». La primitiva fortaleza fue escenario de sangrientas luchas contra las tropas de Almanzor, rehecha en 1162 estuvo en poder de los nobles leoneses. 

Posiblemente sea uno de los castillos más avanzados para su época, ya que fue encargado al arquitecto italiano Lorenzo de Adonza quién utilizó las nuevas técnicas renacentistas de fortificación. Esto lo convirtió en el primer castillo artillero de España y en una clara influencia para toda la arquitectura fortificada posterior. 

Es obra militar gótica, fortaleza artillera del siglo XVI, levantado sobre los restos de otro anterior del siglo X, mandada edificar con Hernando de Vega, Comendador Mayor de Castilla. Su hijo, Juan de Vega, será el primer Conde de Grajal. 

Fue construido de acuerdo con las nuevas técnicas del empleo de la artillería. Destaca el hecho de que está construido sobre un pronunciado talud y conservando una bombarda, semienterrada, de 2,50 metros de longitud, la cual apunta hacia el pueblo. 

Se compone de un gran cuadrado, de 73 metros de lado (88 varas), con cuatro cubos en los ángulos, articulan independientes unos de otros con cámaras a tres alturas que se comunican en vertical por escaleras de caracol y conduciendo a la plataforma. 

Los cuatro muros, con numerosas troneras abiertas en los muros, están construidos con un amplio talud que concluye en una cornisa decorada con modillones lobulados. Encima de ella pretil volado coronado por almenas. El interior es macizo de terraplén hasta la altura del pretil y quedan restos de un aljibe y de una construcción que haría las veces de torre del homenaje, destruida en 1836 por usarse hasta entonces de cárcel (llamada la “ballesta”), destruida en 1836. 

La entrada se realiza a través de una única, sencilla y angosta puerta de acceso, abierta en el muro occidental hacia el torreón, el opuesto al pueblo, que conduce a un pasillo y al cubo próximo. Contaba con foso, actualmente colapsado. 

Fuentes: Castillos del Olvido
                castillos.net
                Eduardo Argote (Fotos)

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