El Castillo de la Peña está situado en la parte superior del monte homónimo, situado en las cercanías de la población de Martos, en la provincia de Jaén (Andalucía).
Martos
ubicado a las faldas de la Peña, cima troncocónica de 1003 metros
de altitud, está situada en una estribación final de las
cordilleras Béticas, desde donde se puede contemplar una gran
panorámica del Valle del Guadalquivir. En la Edad Media, Martos
contó con una de las fortalezas más impresionantes de Andalucía
articulada en dos castillos: uno, construido en la Peña, del que
recibió su nombre; y otro el de la Villa, levantado en pleno recinto
urbano.
En
el primitivo recinto ibero-romano, los musulmanes levantaron una
primera fortaleza, consolidaron el recinto como plaza fuerte que se
conoció como hisn Tuss, ampliando el perímetro delimitado por los
romanos y rodeándolo de murallas y torres.
A
finales del siglo IX, se produjo una rebelión de los encastillados
muladíes contra el poder central de Córdoba, a la que se sumaron
castillos como el de Tuss, con Fihr ben Asad, su jefe muladí al
frente, pero una vez fue sofocada la rebelión y tomada la plaza de
Martos, fue hecho prisionero y trasladado a Córdoba, donde fue
crucificado en el zoco de las carnicerías. Después de aquellos
sucesos, en el 912, Martos prestaba juramento de fidelidad al califa
Abd al-Rahman III.
Cuando,
a principios del siglo XI, caído el califato, al-Andalus se
fragmentó en reinos de taifas, Martos quedó incorporado al reino de
Granada bajo la dinastía zirí hasta que el aventurero y poeta, Ibn
Ammar, se la arrebató al rey granadino Abn Allah y la incorporó al
reino árabe de Sevilla, contando para ello con la ayuda del rey
castellano Alfonso VI, tan necesitado de dinero para sus campañas,
al que Ibn Ammar ofreció un alto precio por colaborar en la
operación.
La
fortaleza árabe de la Peña era considerada en la Edad Media como
inexpugnable, debido a la altura de la posición y las dificultades
para escalar hasta el castillo, así como por la sólida muralla que
la defendía vertebrada por varias torres.
Unos
años después de la victoria de Las Navas de Tolosa, en 1225, ‘Abd
al-Mu ‘min al-Bayyasi, jefe almohade de Baeza, con el objetivo de
declararse independiente del califa ‘Abd al-Adil, rindió vasallaje
al rey cristiano, Fernando III, al que le entregó Martos y Andújar,
a cambio del apoyo del rey castellano contra el califa cordobés. En
1226, el rey cedió el control de Martos y sus términos a don Alvar
Pérez de Castro. A partir de 1228, Martos se convirtió en centro de
la Encomienda de la Orden de Calatrava en el reino de Jaén. Los
calatravos, fortalecieron las defensas de la Peña y levantaron la
torre del Homenaje y dotaron la fortaleza de capilla, aljibe, horno,
molino y lagar.
La
fortaleza, por encontrarse en territorio musulmán, sufrió continuos
ataques árabes como el que, en 1227, le dirigió Abul-l-Ula, rey
almohade de Sevilla, quien cercó la villa, el de 1243, cuando
al-Hamar la atacó y dio muerte a su comendador, don Isidro, o el de
1325, cuando el rey nazarí, Ismael I, utilizó artillería de
pólvora y logró que el aguerrido ejército granadino asaltara la
alcazaba dando lugar a un cruento episodio.
Durante
las guerras civiles entre Pedro el Cruel y el pretendiente
Trastamara, el rey envió a Córdoba al maestre de Calatrava con el
encargo de ajusticiar a don Gonzalo Fernández de Córdoba, pero el
condenado puso tierra por medio. Sospechando el rey que el propio
maestre podía haberle avisado, determinó matarlo y encargó de ello
al entonces comendador de la Peña de Martos, Pedro Girón. Éste
citó al Maestre para una entrevista con el rey en el castillo de
Martos y lo apresó. Conquistada Granada y perdida su función
militar, el castillo de la Peña fue abandonado en el siglo XVI.
Las
ruinas del castillo de la Peña que hoy conocemos no son las
construidas por los musulmanes sino que corresponden a la fortaleza
que los calatravos construyeron a partir del 1340.
La
planta del castillo es trapezoidal adaptada a la superficie de la
meseta sobre la que se asienta y su entrada, por motivos de
seguridad, marcaba un dibujo en zigzag. El recinto estaba dividido en
alcázar y patio de armas protegido por un recinto amurallado.
El
alcázar, donde se levanta la Torre del Homenaje, aprovecha un podio
natural que lo eleva unos tres metros por encima del patio de armas,
separado por un ancho foso, también natural. La torre, de base
rectangular, se alza en el sureste en el sector más elevado. Tenía
capacidad para albergar una amplia guarnición y está separada del
resto del castillo por un foso artificial que recorre la cima de este
a oeste.
La
fábrica de la torre es de mampostería colocada en hiladas regulares
y trabada con mortero, aunque sus esquinas son de sillares de buena
calidad y están bien labrados. Constaba de tres estancias, la
primera, actualmente enterrada aunque conserva sus bóvedas de medio
cañón y tres saeteras para su iluminación interior, la segunda, se
dividía en dos naves longitudinales y disponía de tres vano, y la
tercera, casi derruida, disponía de al menos tres saeteras.
En
el noreste, ubicado en la parte más baja del castillo, hubo un
aljibe para recoger el agua de lluvia vertida sobre la superficie de
la explanada, de planta rectangular y fabricado en mampostería. Se
accede a su interior a través de tres arcos de ladrillo de medio
punto, que sostienen las bóvedas de arista también de ladrillo.
Adosado
al aljibe hay una alberca con dos canalizaciones para la distribución
de agua, también de planta rectangular y hecha a base de mampostería
revestida con mortero. La alberca tenía capacidad para recoger el
agua infiltrada en el terreno y aumentaba el potencial acumulador de
agua del aljibe.
Los
constructores aprovecharon al máximo la superficie de la meseta de
la Peña y trazaron los muros allí donde el desnivel del terreno era
mayor y permitía la construcción de una muralla similar a un muro
de contención con el parapeto a nivel del patio de armas, mientras
que en el lado sur, que se asoma al impresionante precipicio de los
Carvajales, bastó un simple parapeto del que apenas quedan restos.
El
número de torreones del recinto es escaso ya que las excelentes
condiciones defensivas del lugar hacían innecesarias mayores
defensas. A excepción de la torre cilíndrica esquinera, que es
hueca y que tuvo dos pequeños aposentos cubiertos con bóveda de
ladrillo, las otras, macizas, fueron construidas después de los
muros, a los que sirven de contrafuertes.
El
castillo de la Peña estaba unido al castillo de la Villa por un
lienzo de murallas con numerosas torres vigía.
Fuente: Wikipedia
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