viernes, 13 de diciembre de 2019

Castillo de La Guardia (Jaén)


El Castillo de La Guardia está situado en la localidad del mismo nombre en la provincia de Jaén (Andalucía). 

La Guardia está situado a unos 10 kilómetros al sureste de la ciudad de Jaén, enclavado en la ladera este del Cerro de San Marcos a cuyo pie discurre el arroyo de La Guardia formando una fértil vega. 

El castillo se alza sobre un espolón de caliza en un extremo del cerro de San Marcos. Desde su emplazamiento domina toda la villa y un magnífico horizonte sobre el valle del río Guadalbullón, paso estratégico importante que hizo de La Guardia y su castillo una de las ciudades más importantes de la zona hasta prácticamente el siglo XI. 

Se ha identificado tradicionalmente a La Guardia con la ciudad romana de Mentesa Bastia, fundada sobre un oppidum íbero, lugar de parada obligada entre los viajeros de Acci (Guadix) y Castulo (Linares) y Aurgi (Jaén), como lo atestiguan algunas inscripciones conservadas. El oppidum de la antigua Mentesa, mencionado por Plinio, fue destacamento romano de la Hispania Citerior. 

Algunas crónicas cuentan que Tariq durante la ocupación de la Península dirigió sus ejércitos por la calzada romana que iba desde Astigi (Écija) a Toledo por Mentesa, la cual tomó y arrasó en el año 711. Mantisa, según autores árabes, era una de las ciudades más antiguas de la Cora de Yayyan, de la que llegó a ser su capital, y rebautizada por los árabes como “Wâdi ‘Abd Allâh”, palabra árabe de la que procede el término “guarda”. 

Hacia el año 741, los Ugaylíes, descendientes del gobernador de la Cora de Yayyan, Al-Husayn, se asientan en La Guardia, estableciendo una minoría aristocrática que ostentó el poder en la zona. Durante la crisis del emirato a finales del siglo IX con la rebelión muladí, Ishaq ben Ibrahim al-’Uqayli reconstruye el castillo, cuyas primeras estructuras defensivas fueran construidas por Tariq al inicio de la ocupación. Ishaq volvería a la obediencia de Córdoba veinticinco años más tarde, cuando numerosos señores rebeldes se acogieron al perdón de Abd al-Rahman III. 

En 1244 La Guardia fue conquistada por Fernando III El Santo, como paso previo a la conquista de la ciudad de Jaén. A partir de 1246 y, como consecuencia del Pacto de Jaén, La Guardia se convirtió en un castillo estratégico de primer orden. Durante dos siglos y medio compartiría con la vecina Pegalajar la defensa del flanco de Jaén expuesto a la penetración nazarí a través de la cuenca del Guadalbullón. 

Fernando III la entregó a la familia Ruiz, de Baeza, quienes fundaron mayorazgo en ella. De este señorío fueron despojados por Enrique II de Trastámara, a finales del siglo XIV, al tomar posición por Pedro I, en la guerra civil. El nuevo monarca Trastámara cedió el Castillo y su término a Ruíz González de Mexía a finales del siglo XIV. 

El castillo de La Guardia fue testigo de sucesos bélicos tales como la batalla en 1425 donde cayó preso el obispo don Gonzalo o la incursión árabe que en 1460 detiene el Condestable de Jaén, Miguel Lucas de Iranzo. Una vez desaparecido el peligro nazarí, a partir de finales del siglo XV, el Castillo de La Guardia sufre diversas modificaciones que le hacen perder su función eminentemente militar y estratégica, para convertirlo en residencia palaciega. La familia Mexía (o Messía) lo tuvo en propiedad hasta la desaparición de los señoríos en el siglo XIX, no así, las armas de los Mexía, que datan del siglo XIV, son las que decoran los muros del castillo. El castillo estaba todavía habitable cuando lo ocuparon las tropas napoleónicas en 1812. Poco después sobrevendría su ruina, debido al incendio que las tropas francesas provocaron en la fortificación en su retirada. 

El plano del castillo, con forma de triángulo irregular, se adapta a la meseta del cerro de San Marcos, está inclinado hacia el este y escarpado de forma natural por el norte. El recinto del castillo de La Guardia se encuentra estructurado en dos espacios individualizados y bien definidos: el alcázar y la alcazaba. 

Situado en la esquina noroeste del recinto, se encuentra el alcázar, obra tardía del siglo XV, reformado y ornamentado en el siglo XVI. Es de planta rectangular y está defendido por cuatro torres de diferente fisonomía, una torre circular, dos torres cuadradas y la torre del homenaje, que se adaptan a la orografía del terreno. Lo rodean lienzos de muralla fabricados con mampostería unida por mortero de cal y esquinas reforzadas, a veces redondeadas, con sillería a soga y tizón. 

La torre circular, localizada en la esquina suroeste, es una construcción islámica construida en mampostería, de la que parten dos lienzos de muralla elaboradas con tapial de tierra sobre basamento de mampostería. Tiene una estructura con tres niveles: los dos primeros habitables, están cubiertos por sendas bóvedas de media naranja y se comunican entre sí mediante una escalera embutida en el muro de la torre. La sala intermedia contaba, además, con vanos que permitían el tránsito y la comunicación entre torres y adarves. En la esquina sureste encontramos otra torre, de planta cuadrada y de pequeñas dimensiones recubierta con una bóveda de cañón.

La torre que ocupa el extremo noreste presenta planta rectangular estructurada en dos niveles, el inferior está muy alterado por las restauraciones recientes, y el superior cubierto con una bóveda de cañón apuntada con arcos fajones. 

Finalmente, el extremo noroeste estaba defendido por la Torre del Homenaje, de unos 35 metros de altura, que tiene planta cuadrada dividida en tres cuerpos. El nivel inferior es macizo y se adapta a la roca geológica en la que se apoya. El segundo nivel está cubierto por una bóveda gajada, configurando un espacio interno de planta octogonal, con varias aspilleras, actualmente transformadas en balcones miradores. Al tercer nivel y a la terraza almenada se accedía a través de una escalera embutida en sus muros y cubierta con pequeñas bóvedas de cañón. La estancia que se abre en el tercer nivel estaba cubierta con una bóveda de nervios, iluminándose con cuatro vanos o aspilleras. 

Dentro del alcázar hay dos aljibes enclavados en el sector más meridional, de diferentes épocas y fueron construidos con diferentes técnicas constructivas. Uno, de época islámica, construido en tapial de cal y grava, y el otro, adosado al anterior y construido durante la conquista castellana, encontramos gruesos muros de mampostería. 

El recinto murado de la alcazaba data del siglo XIII. Las murallas presentan un trazado zig-zag o cremallera que hace innecesaria la adición de torres para su defensa. En el lado norte sólo existía un parapeto asomado al escarpe. En todo el trazado, sólo hay una torre construida en el lienzo oriental, destinada a la defensa de la puerta de acceso al conjunto. Para acceder a la fortaleza se creó un camino que, adosado a las murallas, llegaba hasta las inmediaciones de la puerta, y una vez atravesada ésta, se ingresaba en un espacio cerrado de planta rectangular, que impedía el acceso directo al recinto interior. 

La entrada principal a la fortaleza se realizaba por una monumental puerta tardogótica, construida en el siglo XVI. La puerta, ornamentada con las armas de Mexía Carrillo, es de gran belleza y originalidad, y daba acceso a un amplio patio de armas que en época medieval albergaría a la escasa población del lugar o a gran parte de ella. Aparte de estos edificios de uso residencial y palaciego, las excavaciones arqueológicas realizadas en el interior del conjunto, han documentado una serie de dependencias construidas en los siglos XVI y XVII, como bodegas, almacenes, patios de tránsito, pasillos y cocinas, cuyo objetivo era el de dotar al Castillo-Palacio de áreas de servicio. 

Fuente: Wikipedia

Galería:







No hay comentarios:

Publicar un comentario