miércoles, 11 de diciembre de 2019

Castillo de la Atalaya (Villena, Alicante)


El Castillo de la Atalaya, también denominado erróneamente Castillo de Villena, pues existe también el Castillo de Salvatierra en su término, se encuentra al este de la localidad de Villena, en la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana). 

Sobre el cerro más cercano a la población de Villena, siempre dominado por la cercana sierra de San Cristóbal, se levanta el Castillo de la Atalaya de Villena, una fortificación que, por su monumentalidad y estado de conservación es un símbolo de la rica y variada castellología que atesora la provincia de Alicante. El aspecto actual de la fortaleza es fruto de una serie de intervenciones efectuadas a lo largo de la historia, en la que tienen mucho que ver las restauraciones iniciadas el año 1.958 y que han ido prolongándose de forma intermitente en los años 70, 80 y 90 del pasado siglo XX y hasta la actualidad, con la última intervención efectuada en el año 2.012. 

Nos encontramos ante un castillo con un doble recinto amurallado, con una planta de cierta tendencia rectangular. El primer recinto, o inferior, está formado por una barbacana, dotada de un antemural construido en mampostería trabada con mortero de cal y defendido por doce torreones en saliente de plantas circular y semicircular, incluyendo las de una edificación en planta cuadrada que por su posición -delante del acceso al recinto exterior -podría ser una torre adelantada (Aznar Ruiz, 1995). A la liza se accede por una puerta de ingreso directo situada en el frente norte con un arco de medio punto en sillería y flanqueada por dos cubos macizos de planta semicircular y dotados de una crestería almenada. La liza es muy estrecha, alcanzando no más de un metro en algunos puntos de la misma, ideal para compartimentar y retardar los ataques, y actúa de pomerio comunicando todas las torres del antemural. 

El recinto superior es de mayor altura que la barbacana, lo que genera un frente óptico defensivo mayor cuando se observa desde fuera, ofreciendo una visión muy compacta y más sólida. Se accede por una puerta de ingreso directo que se sitúa en el frente suroeste, al que se llega recorriendo un buen tramo de la liza y que presenta un arco de medio punto de ladrillo reforzado por una bóveda apuntada. También cuenta con un adarve al que se accede por una escalera, dotado de parapeto y crestería almenada defendida con cubos de planta semicircular, excepto en el flanco suroeste donde se sitúa la imponente torre del homenaje. El patio de armas ha sido excavado en las últimas intervenciones arqueológicas, donde se han documentado una sala de planta rectangular y contrafuertes de ladrillo que se sitúa en el frente noroeste y que se podría identificar con un posible cuerpo de guardia o un edificio de tipo militar. En el patio también se localiza un aljibe, situado en el ángulo que forma la torre del homenaje con la muralla sur. Además, en la década de los 70, durante las excavaciones realizadas por José María Soler, en el ángulo sureste, se documentó la existencia de los restos de una noria para la extracción de agua (Hernández Alcaraz, 2001). 

Pero sin duda alguna, la construcción más imponente del castillo y definitoria de su configuración es la gran torre del homenaje, de planta cuadrada, con un grosor de muros en la base de casi 4 metros y con una altura de 27 metros, repartidos en cuatro plantas comunicadas entre sí por una escalera perimetral. Las dos primeras plantas están fabricadas con la técnica de tapial, mientras que las dos superiores tienen muros de sillarejo y como cubiertas, una estructura plana, reconstruida en época moderna, decorada con un artesonado de madera y una cubierta de bóveda de cañón ligeramente apuntada, fabricada en ladrillo, mostrando una plataforma exterior rematada por una crestería dotada de 8 escaraguaitas y los restos de varias ménsulas para el uso de manteletes, aunque son fruto de las reconstrucciones historicistas de los años 70 del siglo XX y no se les puede dar veracidad (Azuar Ruiz, 1995). 

La primera sala, que tiene unas dimensiones de 7 x 7 metros en planta y una altura de 6,7 metros, presenta una bóveda de 8 arcos peraltados de herradura de fábrica de ladrillo macizo a sardinel tomado con mortero de cal y colocados perpendicularmente a las cimbras, apreciándose distinto espesor en las juntas radiales de dichos ladrillos debido a la diferencia de longitud entre el intradós y el trasdós del arco. El aparejo de los nervios alterna las hiladas de dos sogas con las de los tizones, dando una sección cuadrada de 0,25 metros de lado. La separación entre los nervios entre ejes es de 1,3 metros y aparecen dos pares dispuestos paralelos a los muros y los otros dos pares formando 45 grados con los anteriores. El hecho físico de entrecruzar los arcos obedece a la necesidad estructural de evitar el pandeo ya que de esta manera los tramos libres son más cortos y se reduce la esbeltez. En las esquinas aparecen trompas que sirven para ochavar la planta y distribuir las nervaduras (Ferrer de Merlo, 2000). 

La segunda sala, con unas dimensiones de 6 x 7,5 metros en planta y una altura de 5,5 metros, está cubierta con una bóveda de 11 arcos rebajados con curvatura contínua de las mismas características que en la primera planta. La disposición de los nervios se realiza paralelamente a los lados del recinto de manera que aparecen tres nervios longitudinalmente y cuatro intersecados por dos pares más paralelos a las diagonales de la sala. La luz máxima de los arcos se produce en los diagonales alcanzando éstos 8,5 metros. En las dos plantas podemos encontrar en las paredes diferentes grafitti con motivos de simbología islámica, como la famosa Mano de Fátima, realizada seguramente por los alarifes mudéjares en las reformas efectuadas en el castillo Hernández Alcaraz, 2010). 

Ambas bóvedas están consideradas entre los mejores ejemplos de la arquitectura almohade peninsular que conservamos en la provincia de Alicante. La presencia de las bóvedas, la fábrica de tapial de la torre y la presencia en el frente noroeste exterior de restos de un falso despiece en sillería, otorgan a esta construcción una cronología en época almohade, y más concretamente al último tercio del siglo XII, durante el gobierno del tercer califa almohade Abu Ya´qub Yusuf al-Mansur quien, después de la fracasada campaña en Cuenca y Huete del 1.172, genera una gran eclosión edificadora, de amplia dispersión por todo al-Andalus y Norte de África, con el objetivo claro de defender los territorios islámicos frente a la constante presión expansiva feudal, reforzando las vias de comunicación (Azuar Ruiz et alii, 1996). 

El origen almohade de la fortaleza, por tanto, queda completamente confirmado. La torre es el elemento principal a la que acompaña el recinto superior, lo que permite plantear la existencia de un cortijo donde la torre defendía el flanco suroeste. Sin embargo, las obras que hoy apreciamos del castillo, corresponde a fases constructivas posteriores a la conquista realizada inicialmente por la Corona de Aragón en el año 1.240, después de varias cabalgadas infructuosas como la dirigida por Ramón Folch, Vizconde de Cardona y varios de sus parientes hasta un número cercano a los cincuenta caballeros donde asedian Villena y Sax, muriendo en ésta última plaza el caballero Artal de Alagó (Menéndez Fueyo, 2011). A partir de la firma del Tratado de Almizra en 1.244 y tras un breve periodo de permanencia de la Orden de Calatrava, el castillo de Villena engrosó los territorios de la Corona de Castilla bajo el protectorado del infante don Manuel (Alcaráz, 2001). 

A partir del año 1.308, bajo el dominio de don Juan Manuel, segundo señor de Villena, se inician las principales reformas. En el año 1.366, se crea el Marquesado de Villena y a partir del siglo XV, el castillo acaba en manos de Juan Fernández Pacheco y Téllez Girón, primer marqués de Villena (1445-1467), quien inicia una agresiva política de reformas orientadas a dotar de habitabilidad y monumentalidad su residencia en el Marquesado. Las excavaciones arquelógicas han demostrado que la barbacana con el ingreso reforzado por sos cubos circulares y troneras en las alturas, así como los dos cuerpos superiores de la torre, son obras realizadas en este momento, como lo prueban los blasones heráldicos con el escudo de la familia Pacheco existentes en la parte superior de la torre y en el amurallamiento (Azuar Ruiz, 1995; Hernández Alcaráz, 2001). El dominio de los Pacheco finaliza en el año 1.480, cuando los villenenses, en apoyo de los Reyes Católicos, se sublevaron contra el dominio de Diego López Pacheco y Portocarrero, Segundo Marqués de Villena (1468-1480), quedando el castillo incorporado a la Corona de Castilla. 

Durante el siglo XVI, el castillo tuvo un importante papel en la Guerra de las Germanías (1520-1522), momento en que el emperador Carlos I efectuó reparaciones en el castillo; y en el siglo XVIII, durante la Guerra de Sucesión (1701-1713), fue usado como prisión para los austracistas, que dejaron muchos graffiti en las paredes de la torre. En el siglo XIX, se perdieron parcialmente las bóvedas almohades en la torre como consecuencia de la voladura que el mariscal Suchet realizó en la Guerra de la Independencia, rompiendo la parte central y desapareciendo una tercera parte aproximadamente de su superficie, quedando el arranque de los nervios intactos, lo que favoreció su reconstrucción durante las intervenciones del año 1.958 (Ferrer de Merlo, 2000). 

Las fases de restauración se han sucedido de forma intermitente pero contínua desde los años 70 del pasado siglo XX, afectando al amurallamiento, la escalera y la terraza superior de la torre del homenaje. En el año 1.996, se instaló una rampa de madera que mejoró el acceso del tramo de la liza que conduce al recinto interior y se colocó una nueva puerta en el acceso al patio de armas. Recientemente la fortaleza ha sido objeto de una nueva restauración centrada en el patio de armas y en la torre del homenaje, y la construcción fuera del recinto, pero cerca del castillo del Centro de Interpretación de Visitantes. 

Fuentes: Wikipedia
               Castillos de Alicante
               Guardianes de piedra
               Ximo G. Rico (Fotos)

Galería:













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