El Castillo de Forna es una fortaleza que se encuentra en la pequeña población homónima, dependiente del municipio de Adsubia, en la comarca de la Marina Alta de la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana).
Dominando
la partida de Forna, encontramos esta extraordinaria fortificación considerada
como una residencia fortificada - “turribus fortitudinibus” - en
las fuentes documentales (Torró i Abad, 2001). Además, el castillo
de Forna reúne unas condiciones estratégicas evidentes, ya que
vigila el paso entre las provincias de Valencia y Alicante, siendo
una de las sendas naturales y más utilizadas desde antiguo por la
gente del Valle de Gallinera para llegar al llano de Oliva y Gandía.
El
castillo responde a un modelo de fortificación construida para ser
residencia señorial, una auténtica “domus maior” sin perder,
eso sí, sus características defensivas. Por ello, y sobre todo, por
se espléndido estado de conservación, Forna es una referencia de
primer orden en la castellología provincial y autonómica. El
edificio se encuentra en un excelente estado, con más de dos alturas
conservadas- más de 15 metros de altura – incluyendo las cubiertas
originales de todas las estancias, lo que ha permitido abordar unas
obras de restauración mínimas dirigidas a mantener esta estructura,
así como convertir su interior en un monumento totalmente visitable.
Su
planta es cuadrada con cuatro torres rectangulares en las esquinas y
todo el conjunto está realizado en tapial, sobre mampostería y con
las aperturas remarcadas en ladrillo. El ingreso, situado en su
fachada norte, es de medio punto en ladrillo, dando paso a través de
un cuerpo de guardia, al patio, en donde se encuentra el aljibe
principal, de planta rectangular, que se abastece por dos tuberías
cerámicas que descienden desde los tejados a través de la pared
hasta llegar al aljibe recogiendo el agua de lluvia. La torre
principal, de mayor grosor que las otras, es el elemento originario
del castillo (Azuar Ruiz, 1995). Está construida con tapial,
reforzando su base con un alambor de mampostería, con una anchura
que debe rondar los 10 x 10 metros, con un grosor de muros de 0,90
metros. En la primera planta presenta una bóveda de cañón con
cuatro nervios que llegan hasta la parte inferior de las paredes, al
estilo de las bóvedas del castillo de Villena y el castillo de Biar,
aunque más sencilla. La torre cuenta con un aljibe independiente, de
forma cuadrangular, cuya zona de extracción se encuentra en el
pavimento de la torre y un acceso a la planta superior a través de
una escalera de caracol, que debió ser construida en época
cristiana.
El
patio de armas está dividido en dos partes, debido a un problema
topográfico, ya que existe un gran desnivel. En el castillo existen
tres niveles de habitación. El primero, en planta baja, coincide con
el sistema de acceso al castillo, donde parece encontrarse las áreas
de servicio y estabulación. Una gran sala rectangular nos recibe a
la derecha, pudiendo tratarse de un cuerpo de guardia y servicio,
dotado de aspilleras con derrama interna. Los técnicos que han
realizado los trabajos arqueológicos ubicaron aquí las cocinas,
aunque no hay pruebas fehacientes de ello. Frente al acceso se ubica
una sala con una especie de pesebre, del que sólo se conserva la
base de mampostería, pudiendo tratarse de un establo para los
caballos. Presenta una serie de orificios en la pared, que los
técnicos identifican con las huellas donde se ubicarían las
argollas donde eran atados los animales de carga y tiro. Las
cubiertas son de mortero y cañizo. Esta sala cuenta con un anexo,
situado dentro de una de las torres esquineras. Se desconoce su
función, aunque está dotado de aspilleras de derrama interna,
proponiéndose que se trate de una estancia anexa al establo para
almacenar los arreos de los animales. En la torre del flanco noroeste
se encuentran, quizás, uno de los mejores conjuntos de graffitis de
cronología bajomedieval y renacentista de que disponemos en la
provincia de Alicante. Destaquemos una escena de barcos con una
serpiente de mar, algunos guerreros perfectamente pertrechados con el
armamento de la época o algunos motivos zoomorfos de gran interés.
En
la planta superior, a la que se accede por dos escaleras directamente
desde el patio de armas, entramos en la zona residencial, con
pavimentos más trabajados y finos, techumbre de madera con crujías
y enlucidos en las paredes. Éstas presentan una capa de yeso con
incisiones para agarrar mejor la fina capa de enlucido que aparece
aún conservada en algunos lugares. Una sala, frente a la torre
cuadrangular, presenta unas ventanas con arco ojival, realizadas en
ladrillo. La otra sala, sobre el cuerpo de guardia, es la más grande
del castillo, con iguales características que la anterior. Por su
tamaño, debería de actuar como salón principal de la residencia
señorial. Queda una tercera estancia, ubicada sobre el cuerpo de
guardia del acceso, a la que se accede desde la plataforma elevada
del patio, que presenta ventanas exteriores y una posible buhedera
sobre el corredor interno de entrada. Esta estancia, dispone de un
anexo en una de las torres esquineras con varias aspilleras y una
ladronera, cuya función parece decorativa, pudiendo tratarse de una
pequeña y reducida balconada. Queda un tercer nivel, que es más
defensivo y estratégico que residencial, donde se encuentra el
adarve y las plataformas existentes en las torres esquineras.
La
documentación histórica es parca en lo relativo a la fortificación.
Parece que Forna podía haber sido una alquería en época islámica,
ya que en el año 1.258 se autoriza la venta de la alquería. Las
revueltas mudéjares impiden una repoblación efectiva hasta el año
1.276, cuando el rey Pedro III de Aragón inicia el proceso de
feudalización entregando Forna a Bernat Guillem en el año 1.282, a
quien le sucede Pedro Ribagorza. En el año 1.322, el rey Jaime II
hizo donación de lo que quedó para el patrimonio real a su hijo
Pedro, Conde de Ribagorza, que en al año 1.325 hizo una permuta de
tierras con Hugo Folch de Cardona y Anglesola, quien cedió Forna y
su castillo a Vicent Escorna, quien murió ajusticiado por haber
tomado parte en la Revuelta de la Unión contra Pedro IV de Aragón.
En consecuencia, Forna se confiscó y se subastó comprándolo Pere
Busquets y Francesc Solanes el 7 de Agosto del año 1.350. En el año
1.349 y con motivo del saldo de una deuda del Rey con el ujier de la
Curia Real, el rey vende Forna en pública subasta, a la señora
Martínez de Entenza, esposa del propio ujier García Lopez de
Cetina, por 20.000 sueldos de moneda real.
Fuentes: Wikipedia
Castillos de Alicante
Ximo G. Rico (Fotos)
Galería:
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