El Castillo de Moratalla se encuentra situado en la población homónima de la Región de Murcia.
El
cerro cónico sobre el que se levanta el conjunto castral es el
origen de la propia Moratalla. Allá por los remotos tiempos del
Neolítico su cumbre sirvió de pequeño poblado para las gentes que
cultivaban las tierras linderas, tal como prueban las hachas de
diorita y los restos de cerámica, encontrados al realizar las
últimas obras de acondicionamiento de su entorno.
Sobre
estos restos, en época ibérica se levanto un recinto defensivo con
grandes piedras, una de cuyas caras aún se puede ver en la base de
la Torre del Homenaje, en su lado Norte. Seguramente también se
utilizaría en tiempos romanos, porque tanto el topónimo
(Murata+tallea= la que está amurallada con palos -teoría del
profesor Romera Marcos-), como los restos arqueológicos encontrados
en la zona urbana, dan fe de su pasado romano.
Pero,
sin lugar a dudas, fue durante el periodo islámico cuando configuró
su espacio y cuando defendió la población que había nacido al
refugio de sus murallas. Hisn de Muratalla dicen las fuentes
musulmanas refiriéndose a todo el pueblo. Sus fortificaciones fueron
refugio en las turbulentas fitnas que sacudieron las tierras
andalusíes. Su espolón altanero fue seña de rebelión durante el
periodo de Taifas. En él se hizo fuerte Ibn Hilal frente a su primo
Ibn Mardanís, el Rey Lobo, allá por 1147. Desde sus almenas
contempló su esposa el bárbaro cegamiento a que fue sometido como
coacción para su entrega.
Junto
con otra abundante cadena de fortificaciones, fue la defensa del
Iqlim de Segura, el distrito serrano de la Taifa de Murcia, extendido
por tierras que hoy son de otras comunidades, gracias a la división
provincial de Javier de Burgos. Cuando las taifas se desmoronaban al
avance imparable de la espada de Fernando III, el Comendador Mayor de
Castilla, el aguerrido Pelay Pérez Correa, conquistó estas tierras
en 1242, recibiendo del mismo monarca la Orden de Santiago su
señorío.
Ya
bajo poder cristiano, desde 1245, fue sede de la Encomienda de
Santiago, cuyo primer comendador fue Lope Hernández, en dicho año.
Desde entonces el castillo ha sido el núcleo principal de esta Villa
de fronteras del Reino de Murcia. Desde él salía la muralla que,
con varios torreones, una puerta y un portillo, encerraba el recinto
medieval.
Uno de los elementos fundamentales de la historia y del paisaje urbano de Moratalla es su castillo-fortaleza. Y lo primero que se identifica en la silueta de la villa es el pináculo de su Torre del Homenaje, señoreando sus grises tejados, recortada y airosa sobre el fondo de montes de greda. Él fue su seguridad y su símbolo, su testimonio más señero de una época de tierras de frontera. Su importancia hasta el siglo XVI deriva, precisamente por su situación fronteriza con el Reino de Granada.
Hacia
el siglo IX se levantó la primera estructura islámica sobre restos
neolíticos e ibéricos, constituyendo un punto importante dentro de
la organización defensiva de al-Andalus. La Orden de Santiago lo
reconstruye, destacando la Torre del Homenaje, del siglo XV, de
estilo gótico militar levantino, con 22 metros de altura y 9 de
lado. Sobre la puerta, la reja en la que fue colgado el cuerpo del
Comendador Alfonso de Vozmediano en 1465. El patio mantiene el
empedrado original, habiendo desaparecido la galería porticada.
El
recinto se completa con cinco torres más, en una de las cuales se
encontraba la capilla dedicada a la Magdalena. Las otras cuatro
torres son: la Redonda, reconstruida por la Orden de Santiago sobre
un torreón musulman; la Blanca, con estructuras de sillares en las
esquinas; la llamada de los Limones o Quebrada y la de los Cuatro
Vientos.
El
edificio cuenta con tres plantas. En la inferior, el aljibe con pilar
cruciforme central y, sobre él la Sala de Armas con la magnifica
bóveda de aristas, gran clave central y tres saeteras abocinadas. A
través de la llamativa escalera de caracol se llega a la Sala del
Homenaje, donde resaltan las tres bóvedas paralelas de medio cañón
levantadas sobre arcos ojivales, y las ventanas ajimezadas orientadas
a oriente y poniente; la puerta de salida del caracol es llamativa
por su dovelaje bicolor. En la pared Este de la sala arranca la
escalera mural de acceso a la terraza almenada, último reducto
defensivo de la fortificación.
La
última reparación del castillo-fortaleza pudo producirse a mediados
del siglo XVII ya que en el cuaderno de visita realizada a Moratalla
en 1747 se indica su estado de abandono. En el año 1865 pasa a manos de
particulares que lo utilizan para crianza de vino. Fue adquirido por
el Ayuntamiento tras la Guerra Civil por 8.500 pesetas.
Fuentes: Wikipedia
regmurcia.com
Ximo G. Rico (Fotos)
Galería:











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