El Castillo de Montalbán se halla situado en la población de San Martín de Montalbán en la provincia de Toledo (Castilla-La Mancha).
El
castillo se levanta en un paraje solitario, enmarcado entre piedras
de granito pardo-rojizo, encinas y el verde oscuro de la jara, el
tomillo y el carrasco. Se erige sobre un escarpe de 100 m de
profundidad cortado por el río Torcón, que se se empleaba como foso
por tres de sus lados.
Le
ciñe por su lado suroeste el arroyo Torcón, que discurre entre
peñas a gran profundidad. Al fondo noroeste, destaca la mancha
blanca de una cantera de caliza de donde se extrajera gran parte de
la piedra para su construcción. Al norte se divisa la Sierra de San
Vicente y el paisaje se cierra al sur por los Montes de Toledo.
Aunque
vinculado históricamente con La Puebla de Montalbán, el castillo
pertenece hoy al término municipal de San Martín de Montalbán.
Está situado a la altura del km 31.1 de la carretera comarcal que
une Torrijos con Abenójar y se puede visitar desde el 1 de junio
hasta el 31 de enero.
Su
ubicación geográfica es exactamente el que como región caracteriza
a la comunidad de Castilla-La Mancha. Por sus inmediaciones pasaba,
en efecto, la calzada romana que unía Mérida con Zaragoza, a través
de Toledo; el camino medieval que, derivando en Torrijos conducía
por Villanueva de la Serena hacia Extremadura; y la cañada que con
la Mesta recibe el nombre de «Segoviana». Nudo, pues, de rutas y
comunicaciones fundamentales, paso obligado de importantes
transportes peninsulares.
Parece
evidente, por otra parte, que el castillo formara parte de la línea
defensiva del Tajo, dispuesta por los musulmanes a mediados del siglo
VIII, cuando se repliegan al sur del Sistema Central, y que luego, a
lo largo de los siglos IX y X, van fortificando para determinar una
frontera que se organiza en «Marcas».
En
cuanto al aspecto topográfico de su emplazamiento, el castillo se
levanta sobre una altura que permite abarcar gran extensión de
terreno circuncidado en buena parte por el ya citado arroyo que corre
a sus pies y flanqueado por dos torrenteras.
Existen
varias hipótesis sobre el origen del nombre del castillo. La más
elemental y directa apreciación induce a derivar éste del
calificativo latino "albus" y ponerlo en relación con el color de la
caliza de la cantera próxima, de donde evidentemente se extrajo
parte de la piedra empleada en la construcción de la fortaleza.
Otras hipótesis apuntan al sentido de la antigua raíz "alp" que
entraña un significado de altura.
En
cuanto a los primitivos constructores del castillo, existen diversas
opiniones. Los más antiguos se remontan a época romana, durante la
cual debió de existir sobre la eminencia en que se levanta la ermita
de Melque un poblado o, desde luego, una fortificación primitiva,
que en el siglo VII, o tal vez antes, sería sustituido por un
establecimiento visigodo, al que reemplazaría la residencia señorial
de algún reyezuelo moro vinculado a Toledo.
La
mayoría de los autores que se han ocupado del tema (Bissó, Chueca
Goitia, Ángel Dotor, Moreno Nieto, etc) creen que el castillo fue
levantado en época visigoda. Otros autores (Jiménez de Gregorio o
el Conde de Cedillo) le asignan un origen árabe, y algunos le
califican como una obra de inspiración netamente musulmana.
Es
sólo con posterioridad a la conquista de Toledo cuando se empiezan a
tener noticias positivas sobre el castillo de Montalbán. La más
antigua se refiere a la donación de la fortaleza que hace Alfonso el
Emperador a la Orden del Temple. Una vez extinguida la Orden en 1308,
el castillo y sus tierras son donadas a don Alfonso Fernández
Coronel. Pero, enemistado éste con el monarca sucesor, Pedro I,
tiene que entregar la fortaleza al Rey.
El
episodio más caracterizado de la historia del castillo tuvo lugar en
1420, tras el famoso «atraco de Tordesillas», en virtud del cual el
joven monarca Juan II fuera hecho prisionero por su primo y cuñado
el infante don Enrique de Aragón. Evadido el Rey de Talavera, a
donde fuera conducido, en unión de su favorito don Álvaro de Luna y
otros caballeros a Montalbán, vinieron a dar los fugitivos, luego de
desechar el castillo de Villalba.
El
Rey logró refugiarse en la fortaleza, que a la mañana siguiente fue
cercada por su primo. Durante 23 días se mantuvo el asedio, al cabo
de los cuales don Enrique se vio obligado a levantar el cerco
regresando a Talavera. La ayuda que le prestaron durante el asedio
los vecinos de La Puebla de Montalbán se vio recompensada por el Rey
con la concesión de un mercado semanal.
El
castillo pasó a ser propiedad de la joven reina de Castilla, quien
lo recibió de su madre, doña Leonor de Castilla. Sin embargo, y
contra la voluntad de su esposa, el Rey Juan II hizo donación de él
en 1430 a don Álvaro de Luna como premio a la ayuda prestada. Al ser
ajusticiado el privado en 1453, sus bienes pasaron a su viuda, doña
Juana de Pimentel, siendo administrados por su hijo don Juan de Luna.
Pero Enrique IV, temiendo la relación de éste con el rey de Aragón,
ordenó encarcelarle, despojándole de villas y fortalezas.
Doña
Juana se encerró entonces en el castillo de Montalbán, que padeció
un nuevo asedio, esta vez por las tropas reales, hasta que el monarca
dispuso su levantamiento. Doña Juana fue despojada, no obstante, de
la posesión de la fortaleza, que don Enrique entregó entonces a su
consejero don Juan Pacheco, uno de los instigadores de los anteriores
sucesos. En posesión del castillo siguieron los Téllez-Girón y
Pacheco y luego los duques de Frías y Uceda.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario