El Puente Fortificado de San Martín se encuentra localizado en la ciudad de Toledo, capital provincial de la Comunidad de Castilla-La Mancha.
Es
de obra gótica y se encuentra en el lado oeste del casco histórico
de Toledo. Formaba parte del sistema defensivo de la ciudad, junto al
Puente de Alcántara, situado en su lado oriental. Construido
íntegramente con sillares de granito, consta de cinco arcos
ligeramente apuntados, destacando por su tamaño el central, con unas
dimensiones de cuarenta metros de luz y más de veintiséis metros de
altura sobre el nivel del río. Cuenta con dos torreones defensivos
de planta poligonal irregular, almenados, uno en cada extremo. La
base de grandes pilares del puente se protegen mediante tajamares
angulares que cortan la corriente de agua.
No
se conoce con exactitud su fecha de construcción, aunque se hace ya
referencia a él en documentos del año 1165. El torreón mudéjar
que hay a pocos metros aguas abajo, junto a la torre coracha, es el
llamado Torreón del Baño de la Cava, uno de los estribos del puente
de barcas que existía desde el periodo de dominación árabe. Años
más tarde, en 1203, según otro documento de la época, una gran
crecida del río destruyó este puente de barcas, hecho que propició
la construcción del actual, quedando terminado a principios del
siglo XIV y recibiendo el nombre de una iglesia cercana. La
construcción también se vio favorecida por el hecho de que, en
1246, los Montes de Toledo fueran vendidos por el rey Fernando III de
Castilla al ayuntamiento de la ciudad, desaparecido el peligro
musulmán, permitiéndose la colonización del territorio.
Pocos
años después de concluido, a mediados del siglo XIV, en 1368, el
puente fue parcialmente destruido durante la guerra entre Pedro I y
su hermanastro Enrique II. Las tropas de Enrique asediaron la ciudad
y arruinaron el arco principal, asaltando y prácticamente
destruyendo el torreón defensivo exterior. Terminada la lucha entre
ambos monarcas de la casa de Trastámara a favor del segundo, el
arzobispo Pedro Tenorio mandó reedificar el puente en 1390,
añadiéndole complementos defensivos tales como puertas, almenas y
matacanes. Una lápida en el torreón de salida queda como testimonio
de la obra, además de la efigie del arzobispo en el arco central.
El
puente se utilizó como portazgo para el paso del ganado trashumante,
enlazando la ciudad con la comarca de los Montes de Toledo y con
Extremadura y permitiendo el paso, además del ganado, del granito
procedente del cercano pueblo de Ventas con Peña Aguilera, del
mármol de San Pablo de los Montes, del carbón vegetal o de otros
productos de la zona.
Durante
el reinado de Carlos II, a finales del siglo XVII, el puente se
reformó parcialmente, ensanchándose sus accesos y modificando el
torreón interior, cuya puerta fue rematada con un gran escudo
imperial flanqueado por las figuras de dos reyes sedentes y sendas
placas de piedra que detallan las características de la obra y su
fecha de conclusión, 1690. El torreón exterior mantuvo sus bóvedas
nervadas y arcos apuntados y de herradura.
Un
siglo más tarde, en 1760 y con Carlos III como rey, el puente se
pavimentó, tal y como recoge una placa tallada en piedra situada en
el pretil derecho. Fue declarado Monumento Artístico Nacional en
1921, soportando el paso de tráfico rodado hasta 1976, fecha a
partir de la que sólo se permite su uso peatonal.
La
luz del arco central del puente es de cuarenta metros, lo que obligó
a emplear un complejo sistema de cimbrado en época de su
construcción. Los arcos laterales son considerablemente más
pequeños. Los pilares de la obra se protegen con tajamares angulares
de distinto diseño. En el ángulo superior derecho de la fotografía
se ve la iglesia de San Juan de los Reyes.
El
conjunto del puente está realizado con sillares de granito. Los
adornos exteriores de este torreón son escasos, limitándose a
líneas de imposta que sobresalen del muro a la altura de los
desagües. El torreón ha sufrido daños en varios momentos de
su historia que obligaron a repararlo y reformarlo, conservándose
sólo parte de los accesos más externos, tal y como puede apreciarse
en las imágenes.
Se
puede observar el uso de dobles arcos de herradura que se
corresponden con las dos hojas de sillar que forman el grueso de los
muros. Las almenas de este torreón y del interior han sido
reconstruidas en diversas ocasiones. La zona
superior de su paño interno tuvo que ser reconstruida a finales del
siglo XIV tras los daños sufridos en los enfrentamientos entre Pedro
I y su hermanastro Enrique II Trastámara.
Fuente: Castillos del Olvido
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