Las Murallas de Toledo se encuentran situadas rodeando la ciudad de Toledo, capital provincial de la Comunidad de Castilla-La Mancha.
Toledo
se aposenta, por las características del terreno, sobre un escarpado
promontorio, quedando fortificada por el profundo río Tajo que se
arquea dulcemente en su vado, para enmarcarle concediendo
un carácter defensivo, el cual sirvió como defensa natural desde la
época prehistórica.
Dejando
a un lado la época de asentamiento del pueblo carpetano (II Edad del
Hierro) por la falta de información histórica, si cabe destacar que
las excavaciones realizadas en los años comprendidos entre el 1980 y
el 2000, revelaban la existencia de esta civilización. Quizás las
futuras excavaciones puedan evidenciar nuevos datos como su extensión
o posible recinto amurallado.
Esta
situación estratégica, fue utilizada por los romanos, que
conquistaron la ciudad al mando de Marco Fulbio Nobilior (en el año
192 a.C.). No obstante, se les atribuye el primer cercado fortificado,
en el que se enfrentaron, no sin dificultades a los distintos
problemas del relieve del suelo impuestos por la orografía. La
muralla en sus inicios partía del Alcázar con dirección a la Plaza
de Zocodover, Paseo del Miradero y recorría una zona de la urbe,
remontaba el desnivel del terreno, para finalizar cerrando este
perímetro en el sitio de partida.
Esta
civilización dejó numerosas huellas como el acueducto para el
abastecimiento de agua que venia desde la Presa de Alcantarilla
(termino municipal de Mazarambroz), del que únicamente se conservan
sus bases a ambos lados del Tajo, y un circo que se encuentra
parcialmente desenterrado, donde se realizaron espectáculos
circenses, sobre todo, carreras de carros tirados con caballos.
Tras una larga migración integrada en el proceso de las invasiones germánicas y la caída del Imperio Romano de Occidente, los visigodos establecieron su reino en le península. Toledo, en el siglo VI, se convirtió en la "urbe regia", residencia de los reyes, de la corte y de la administración, y representó el primer intento de unidad política de la Península Ibérica, manteniéndose hasta la llegada de los musulmanes a principios del siglo XIII. El rey Wamba fue ungido y corinado rey en el año 672 y bajo su reinado mandó cercar el istmo existente entre el Puente de Alcántara y la Puerta del Cambrón, ampliando de este modo el espacio entre la coudad y haciéndola más poderosa y menos vulnerable.
La
judería de Toledo, la cual ocupaba el barrio de San Martín
“Madinat al-Yahud” (Ciudad de los Judíos), también contaba
con su recinto amurallado levantado después de la invasión árabe,
en el año 820, para la protección de los judíos, quedando así
establecidos los límites de separación con los árabes y
cristianos. Este recinto fortificado contaba con distintas puertas
que comunicaban las zonas de la judería con otros barrios de la
ciudad. Es en 1480, cuando los Reyes Católicos, en las Cortes de
Toledo, obligan a la integración del barrio hebreo, y penalizan el
no cumplimiento de esta nueva ley.
La
invasión árabe provoca, a orillas del Guadalete en 711, el
enfrentamiento del rey visigodo D. Rodrigo con las tropas de Táriq
ibn Ziyad, formadas por musulmanes bereberes procedentes del norte de
África. Tras ser derrocado, el rey D. Rodrigo dará comienzo en
España la dominación árabe. Toledo, tras la conquista
islámica, dejó de ser la capital del reino visigodo, pero se
convirtió en una de las principales ciudades de Al-Andalus. En siglo
X el monarca Abderraman III, mandó la reconstrucción del recinto
fortificado haciendo de esta capital un centro de resistencia
islámica inexpugnable. Durante este tiempo la construcción de
pozos y aljibes adquirió cierta relevancia porque sin ser elementos
exclusivos de la defensa, la existencia de estos en el interior
de la ciudad se hizo estratégicamente necesaria, pues se debía
disponer del agua suficiente con el fin de subsistir en caso de un
largo asedio.
Después
de que Alfonso VI fuese derrotado por las tropas de su hermano
Sancho en la Guerra de Sucesión al trono y tras de la muerte de su
padre Fernando I “El Grande”, es recibido como huésped durante
un tiempo por Al-Ma’mut. Unos años después, en 1085, muerto
Sancho, Alfonso VI conquista Toledo, una vez tomada la ciudad, el rey
conquistador traslada la corte de Burgos a Toledo, que se
transforma en la capital de la monarquía castellana. Para evitar
sucesivos ataques por parte de los moriscos (instalados en el Sur de
la Península), el monarca encargó la reconstrucción de la antigua
muralla.
Alfonso
VIII en 1196 concede una parte del impuesto (portazgo) recaudado en
la Puerta de Bisagra para la reparación y mantenimiento de la
muralla. Posteriormente en 1219 seria Fernando III el que
sustituye para el mismo fin los ingresos anteriores de la Puerta de
Bisagra, por la misma cantidad pero esta vez proveniente de los
Montes de Toledo.
Al
perder su utilidad como fortificación defensiva (debido a la
evolución de las técnicas militares y a la aparición de armas más
avanzadas), la muralla se mantiene hoy en día como un mero legado
histórico. De sus distintas puertas de entrada damos a continuación
una serie de imágenes. Las torres que aún perviven en las Murallas de
Toledo pueden ser visitadas por su nombre en este mismo Blog.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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