Las Murallas de Lerma se encuentran situadas en el casco antiguo de la ciudad homónima de la provincia de Burgos (Castilla-León).
Militarmente
el emplazamiento del núcleo amurallado de Lerma fue un acierto. Su
posición era dominante. Defendida al norte por un pronunciado
declive y, como foso natural, el pequeño afluente del río Chico,
al poniente señoreaba el camino de Burgos-Aranda de Duero, y
asimismo dominaba la zona de tierras que se extendían al sur de su
caserío, cuya zona orientada hacia el este quedaba igualmente
defendida por la torre del señor.
Antes
de finalizar el siglo IX y en vida de Alfonso III el Magno, Lerma fue
repoblada y amurallada. Este primer recinto murado incluyó una
extensión mayor que la ocupada por el caserío hispano-visigodo
construido con anterioridad a la invasión musulmana. Posteriormente
la superficie libre intramuros se fue ocupando con el caserío de
los nuevos repobladores. viales y espacios libres. La superficie
total amurallada fue de 2360 hectáreas (23.602 metros cuadrados).
El
recinto amurallado debió de ser construido con piedras procedentes
de lugares próximos, extraídas quizá de las mismas canteras de
Rabé o de Hontoria que abastecieron, siglos más tarde, a las
construcciones levantadas por el duque de Lerma. Precarios restos se
conservan de esta muralla. Su disposición y forma la hemos deducido
mediante la observación del trazado de las calles que bordearon su
perímetro.
Cuatro
fueron las puertas de entrada que tuvo el recinto murado de Lerma:
dos en el eje del primitivo camino de Salas de los Infantes-Palencia,
y otras dos que se abrían a los caminos que por el este y el sur
conducían al núcleo urbano. La puerta que ha subsistido fue
llamada en el siglo XVII de los Mesones, por encontrarse éstos, ya
desaparecidos, frente a ella y extramuros.
Los
primitivos «muros» ordenados derribar por Alfonso XI en 1336,
fueron reconstruidos y ampliados en su perímetro por el conde de
Castro en el siglo XV. Este segundo recinto murado arrancaba de la
actual puerta existente, protegiendo el caserío por la zona situada
al mediodía, hasta encontrarse con las fábricas del primitivo
castillo, que posiblemente se restauró. Sobre éste,
posteriormente, edificó el duque de Lerma su palacio y en cuyas
fábricas, embebidos y formando parte de ellas, se encuentran restos
de aquel castillo, teniéndose noticia de su barbacana protectora
que fue derribada por entonces.
Esta
barbacana arrancaba de la tronera situada junto al cubo S. E. del
castillo, y estaba compuesta por lienzos de pared reforzados con
cubos, y seguía la línea de orientación E.-N.-O. de la villa.
Así, continuaba la barbacana, siguiendo el corte del terreno, hasta
la actual iglesia colegial de San Pedro, de manera que protegía el
caserío de la villa por el norte; luego continuaba hasta unirse con
la primitiva muralla. En cuanto a su construcción, se componía de
dos muros paralelos de cantería rellenos de tierra. Todas las
fortificaciones estaban, a su vez, protegidas por fosos. Con respecto
a la segunda muralla todavía, hace años, se podían contemplar
algunos restos de ella, así como de la puerta denominada de la
Hería, frente al convento de Santo Domingo.
La
actual puerta de la muralla, consta de dos fuertes cubos circulares,
construidos con recios sillares bien labrados y con eficiente
trabazón, protegían la entrada a la villa, que se defendía a
través de tres saeteras dispuestas acertadamente en ellos. Cada uno
de los cubos estaba previsto de una escalera circular de caracol, con
peldañeado enterizo de piedra, mediante la cual se ascendía a su
coronación, que resguardada por almenas y merlones permitían la
defensa de la puerta desde su parte superior.
Los
dos cubos circulares se unían en su coronación por un corredor, a
manera de ronda y también almenado, que volaba sobre el paramento
de la fábrica de la propia puerta y se sustentaba sobre un gran
arco rebajado de piedra apoyado en los cubos. La puerta de entrada,
construida con grandes dinteles de piedra y suficiente espesor,
estaba provista de un rastrillo que amparaba a la puerta de madera
formada por dos hojas, cada una de las cuales giraba mediante dos
goznes: uno incrustado en la parte superior de la fábrica y otro en
una fuerte pieza de piedra empotrada en el terreno.
Los
lienzos de muralla, con ligera menor altura que la de los cubos,
arrancaban de éstos. También estaban rematados con su paso de
ronda y protegidos por almenas y merlones. De ellos no existen restos
visibles pues acaso algunos se encuentran formando parte de varias
casas.
Fuentes: Castillos del Olvido
castillos.net
garcilanga (Fotos)
Galería:



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