El Castillo de Alquipir, también llamado Castillo de Quípir, se encuentra en la localidad de Campillo y Suertes, dentro del término municipal de la ciudad de Cehegín, en la Región de Murcia.
El
antiguo castillo se levantó sobre una arriscada cumbre de fuertes
pendientes situada en la ribera del río Quípar. Desde el
estratégico punto se controla visualmente la fortaleza de Cehegín,
la Torre Jorquera y el Castillo del Castellar de Bullas, además de
ejercer una eficaz vigilancia sobre el antiguo camino que comunicaba
Lorca con Cehegín, que discurría por el Valle del Paraiso.
A
los pies del cerro se llega a través de la carretera que, partiendo
de Cehegín, arriba al cruce de Burete. Desde allí, la subida se
realiza inevitablemente a pie, por un escarpado y a veces dificultoso
camino que nos conducirá a la cumbre del cerro a través de un
tupido bosque de pinos.
Esta
fortificación tiene su origen en época islámica, y es
también conocida por el relevante tesorillo que se encontró en sus
inmediaciones, compuesto por unas 200 monedas de plata datadas en el
periodo almohade (dirhams). No obstante, hubo de estar activa durante la Baja
Edad Media (o al menos parte de ella), ligada a la encomienda
santiaguista de Caravaca de la Cruz y a su Castillo de Cehegín.
En
la actualidad, los restos constructivos se encuentran en muy mal
estado de conservación, muy expoliados por furtivos y prácticamente
cubiertos por una densa cubierta vegetal que produce un bosque de
pinos -al parecer de repoblación-, los cuales han causado numerosos
daños a las ya de por sí maltrechas estructuras de la
fortificación.
Al parecer, y como revela la fecha de fabricación de los restos cerámicos que se extienden por el yacimiento, el castillo hubo de construirse en algún momento cronológico situado, probablemente, en torno al siglo XII. Su función había de estar relacionada con el control de los campos circundantes y, según algunas fuentes historiográficas, con algún tipo de poblamiento que pudo haber existido bajo el amparo de la fortificación.
Las noticias de
época cristiana se remontan a los momentos inmediatos a la
incorporación del reino de Murcia a la Corona de Castilla. La
fortaleza de Alquipir quedaría inserta en los extensos territorios
que en el noroeste murciano iban a pasar a ser señoríos de las
órdenes militares. En este caso, el castillo, como lo había hecho
siglos atrás, quedó inserto en los campos de Cehegín. Gómez Ortín
señala que la propia Torre Jorquera debió de ser construida por
orden de los caballeros templarios para enlazar visualmente Alquipir,
dentro de un plan de conexión para relacionar todas las
fortificaciones existentes en este territorio fronterizo, amenazado
por las razias de tropas musulmanas provenientes del reino de
Granada.
Fue esta propia peligrosidad, junto a la emigración de los habitantes musulmanes al reino nazarí y al norte de África, y la incapacidad castellana por establecer colonos cristianos en los campos murcianos, la que condujo a la despoblación generalizada del Reino de Murcia. Una transformación que provocó, a su vez, la concentración de los que decidieron quedarse (o no pudieron irse) en núcleos urbanos. Y así, los campos quedaron despoblados, las alquerías islámicas fueron abandonadas, y otros núcleos de mayor entidad, desiertos. Con los años, no es descartable que algunas de las fortificaciones que en un primer momento continuaron activas en época cristiana, fuesen finalmente destruidas para evitar que fueran conquistadas por el enemigo musulmán, y éste pudo ser el caso de Alquipir.
Las ruinas de la
fortaleza dejan entrever que fue una construcción adaptada a la cima
del cerro donde se elevó, inscribiéndose en una planta cuadrangular
que, aproximadamente, tuvo unos 55 metros de largo por 20 de ancho.
Los restos que se conservan fueron construidos con tapial de
argamasa, utilizando piedras de tamaño medio en la mezcla que, si
bien acelerarían la construcción, hubieron de provocar igualmente
su rápido deterioro. Actualmente los alzados no superan los dos
metros de altura, aunque son visibles parte de los lienzos de la
muralla y una torre.
Mención aparte
merece el aljibe, que por su calidad constructiva (también en
tapial, pero sin piedra y de la consistencia del hormigón) ha
logrado una conservación algo mejor que el resto del edificio.
Situado en lo más alto del cerro y excavado en él, es de pequeñas
dimensiones y tiene una profundidad de unos dos metros y medio,
aunque ha perdido su cubierta.
Fuentes: Wikipedia
regmurcia.com
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