Las Murallas de Alicante se encuentran situadas bordeando el Monte Benacantil, al norte de la ciudad de Alicante, capital provincial, en la Comunidad Valenciana.
Enclave
de tradición marinera, abierta siempre al mar Mediterráneo a través
de su puerto natural que será su puerta de comunicación y via de
entrada y salida de conocimientos, productos, mercancías e ideas, la
ciudad de Alicante crecerá a los pies del Benacantil sirviendo de
clave estratégica para la conexión del interior con la costa y,
llegado el momento, para servir de puente comercial. Esta ciudad, que
contaba con zoco, mezquita mayor y baños como relata al-Idrïsï en
su descripción de la ciudad en 1.154 en el Uns al-muhay warawd
al-furay - “Solaz de corazones y prados de contemplación” -
también contaba con un recinto amurallado al que se accedía por la
Puerta Ferrisa, el acceso principal al interior de la villa vieja de
Alicante, elevada unos 10 metros sobre el nivel del mar, de la quedan
algunos restos, gracias a su reciente integración en el edificio de
oficinas de la Hacienda Municipal (Beviá García, 2012).
A
diferencia de otros accesos al castillo de Alicante que contaban con
puerta en recodo como la Puerta de la Batalla, situada en el extremo
del Albacar Vell, la Puerta Ferrisa muestra un ingreso directo
flanqueado por dos torres (Rosser, Borrego, Fuentes 2012). Partiendo
del acceso principal, la arqueología ha definido en estos últimos
15 años el trazado del recinto islámico, que discurría por el este
por la actual Plaza de Santa María, donde se encontró un fragmento
de un muro con encofrado de tapial de mortero de cal con una anchura
de 1,40 metros, hasta conectar con el llamado Portal Nou – una
puerta que debió abrirse en las reformas del 1.386 después de la
guerra con Castilla – por el que se ascendía hasta conectar con
las murallas del castillo.
Desde
Ferrisa, la muralla discurre hacia el oeste hasta alcanzar el Torreón
de la Pólvora, en la actual Plaza del Puente, y que ascendía hacia
el cerro de la Ereta, hasta alcanzar la Torre del Mig Almut y desde
ahí, conectar con la muralla habilitando el paso por el llamado
Portal del Cencerro, que permitía cruzar hacia el oeste buscando las
rampas de acceso a la puerta que se encontraría bajo la Torre de
Sant Jordi (Rosser, Borrego, Fuentes 2012).
Con
la conquista cristiana a manos de las tropas castellanas en 1.252 y,
sobre todo con su definitiva inclusión en la Corona de Aragón
merced a la Sentencia de Torrellas-Elche de 1.305, la Villa Vella se
ampliará con un nuevo espacio urbano, la Villa Nova, que también
deberá de contar con un recinto amurallado que se sumará al ya
existente de época islámica. La Villa Nova se configuró al modo de
las ciudades medievales levantinas de nueva fundación, con una trama
ortogonal en la que destacan dos ejes principales: uno, por la actual
calle Labradores en la que se ubicó la iglesia de San Nicolás, y
otro por la calle Mayor, trazada desde el Portal de Elche para
conectar posteriormente con la Villa Vella a través de la Puerta
Ferrisa (Rosser, 1990).
Son
pocas las noticias existentes de obras en las murallas de la ciudad
en el escaso tiempo de dominio castellano por Alfonso X el Sabio
después de su conquista en el año 1.252. En una carta dirigida a
Alicante en octubre de ese mismo año, se habla de “los muros et
los adarves de la villa, de las rendas del rey se fagan et se
adoben”. En 1.260 hay una referencia en una carta enviada a tres
vecinos de Alicante donde se les da una cantidad económica “ en
ayuda para cerrar vuestra vila dos mil maravedís chicos”, así
como otra pequeña mención en 1.261. Con la llegada de los
aragoneses, se toman algunas decisiones referentes al estado y la
mejora de las murallas con la construcción en 1.308 de la muralla de
la Villa Nova dotada de foso, así como las reformas en el trazado
islánmico transformando el área de la mezquita en una iglesia
cristiana dotada de un campanario que se encontraba integrado en la
propia muralla de la ciudad,al estilo de otras villas de conquista
como en Villajoyosa (Menéndez Fueyo, 2011) o en la Pobla de Ifach.
La guerra con Castilla de mitad del siglo XIV conllevará la
construcción de la Torre del Esperó en el año 1.376 que estaba
situada junto al Portal Nou, reafirmando la existencia de ese doble
recinto amurallado que perdurará hasta bien entrada la época
moderna (Rosser, 1990).
Los
inicios del siglo XVIII traerán el conflicto de la Guerra de
Sucesión, donde Alicante se posiciona inicialmente como defensora
del partidario borbónico. Las defensas son mejoradas con la
construcción en el extremo del muelle del puerto del Baluarte de
San Felipe y se decidió finalmente construir la muralla del arrabal
de San Francisco, así como mejorar el acceso norte a la ciudad
(Bernabé Ruiz, 1992). El asedio combinado por mar y tierra por parte
de las tropas austracistas permitió la rendición de la ciudad que
no de su castillo. Sin embargo, la victoria borbónica en la decisiva
Batalla de Almansa, abrió la puerta a la recuperación de la ciudad
en el año 1.708,cuando el Barón d´Asfeld y el mariscal Ronquillo
sitiaron la ciudad, momento en el que se produce el episodio de la
voladura de la mina bajo la roca del Benecantil que, unido a la
llegada de la flota de socorro inglesa, acabó por generar un
armisticio que acabó con la salida de los supervivientes
austracistas del asedio (Bernabé Gil, 1992).
Con
el establecimiento de la dinastía borbónica, comienza la
construcción del tercer y último recinto con el que llegó a contar
la ciudad de Alicante, que partía desde la Puerta de la Huerta,
discurriendo a la altura del Marcado Central, donde se encontraron
hace unos años algunos de sus restos (Beviá Llorca, 1995), para
girar por la actual calle Castaños, torcer por la calle Gerona hasta
la Plaza de Calvo Sotelo y llegar al parque de Canalejas para enlazar
con el ya construido Baluarte de San Carlos, actualmente desaparecido.
Hasta
inicios del siglo XIX, con la Guerra de la Independencia contra la
invasión napoleónica, no se documentarán mejoras reseñables. Con
la resolución del conflicto, la ciudad se desarrolla en las décadas
siguientes con enorme velocidad, propiciada fundamentalmente por la
construcción del ferrocarril, que convierte la ciudad de Alicante en
la primera ciudad comunicada con el interior por este nuevo método
de transporte (Sanchez Recio, 1992). Las viejas murallas de la ciudad
asistieron al crecimiento demográfico y económico de estos años,
con una expansión urbana que generó la creación de nuevos barrios,
lo que marcó el final de su uso y la necesidad cada vez más
creciente de proceder a su derribo, que se llevó a cabo entre los
años 1.830 a 1.875, comenzando con la zona de la actual Rambla ,
aprovechando sus escombros para colmatar el barranco cercano y
generar lo que después acabó siendo el Paseo del Vall y finalmente,
el Paseo de la Reina; continuando con la construcción de los
ensanches y el establecimiento del Paseo de los Mártires que iba
desde el Baluarte de San Carlos hasta la Plaza del Mar en lo que
acabaría siendo la Explanada de Alicante (Sánchez Recio, 1992).
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario