jueves, 9 de enero de 2020

Murallas de Alicante (Alicante)


Las Murallas de Alicante se encuentran situadas bordeando el Monte Benacantil, al norte de la ciudad de Alicante, capital provincial, en la Comunidad Valenciana. 

Enclave de tradición marinera, abierta siempre al mar Mediterráneo a través de su puerto natural que será su puerta de comunicación y via de entrada y salida de conocimientos, productos, mercancías e ideas, la ciudad de Alicante crecerá a los pies del Benacantil sirviendo de clave estratégica para la conexión del interior con la costa y, llegado el momento, para servir de puente comercial. Esta ciudad, que contaba con zoco, mezquita mayor y baños como relata al-Idrïsï en su descripción de la ciudad en 1.154 en el Uns al-muhay warawd al-furay - “Solaz de corazones y prados de contemplación” - también contaba con un recinto amurallado al que se accedía por la Puerta Ferrisa, el acceso principal al interior de la villa vieja de Alicante, elevada unos 10 metros sobre el nivel del mar, de la quedan algunos restos, gracias a su reciente integración en el edificio de oficinas de la Hacienda Municipal (Beviá García, 2012). 

A diferencia de otros accesos al castillo de Alicante que contaban con puerta en recodo como la Puerta de la Batalla, situada en el extremo del Albacar Vell, la Puerta Ferrisa muestra un ingreso directo flanqueado por dos torres (Rosser, Borrego, Fuentes 2012). Partiendo del acceso principal, la arqueología ha definido en estos últimos 15 años el trazado del recinto islámico, que discurría por el este por la actual Plaza de Santa María, donde se encontró un fragmento de un muro con encofrado de tapial de mortero de cal con una anchura de 1,40 metros, hasta conectar con el llamado Portal Nou – una puerta que debió abrirse en las reformas del 1.386 después de la guerra con Castilla – por el que se ascendía hasta conectar con las murallas del castillo. 

Desde Ferrisa, la muralla discurre hacia el oeste hasta alcanzar el Torreón de la Pólvora, en la actual Plaza del Puente, y que ascendía hacia el cerro de la Ereta, hasta alcanzar la Torre del Mig Almut y desde ahí, conectar con la muralla habilitando el paso por el llamado Portal del Cencerro, que permitía cruzar hacia el oeste buscando las rampas de acceso a la puerta que se encontraría bajo la Torre de Sant Jordi (Rosser, Borrego, Fuentes 2012). 

Con la conquista cristiana a manos de las tropas castellanas en 1.252 y, sobre todo con su definitiva inclusión en la Corona de Aragón merced a la Sentencia de Torrellas-Elche de 1.305, la Villa Vella se ampliará con un nuevo espacio urbano, la Villa Nova, que también deberá de contar con un recinto amurallado que se sumará al ya existente de época islámica. La Villa Nova se configuró al modo de las ciudades medievales levantinas de nueva fundación, con una trama ortogonal en la que destacan dos ejes principales: uno, por la actual calle Labradores en la que se ubicó la iglesia de San Nicolás, y otro por la calle Mayor, trazada desde el Portal de Elche para conectar posteriormente con la Villa Vella a través de la Puerta Ferrisa (Rosser, 1990). 

Son pocas las noticias existentes de obras en las murallas de la ciudad en el escaso tiempo de dominio castellano por Alfonso X el Sabio después de su conquista en el año 1.252. En una carta dirigida a Alicante en octubre de ese mismo año, se habla de “los muros et los adarves de la villa, de las rendas del rey se fagan et se adoben”. En 1.260 hay una referencia en una carta enviada a tres vecinos de Alicante donde se les da una cantidad económica “ en ayuda para cerrar vuestra vila dos mil maravedís chicos”, así como otra pequeña mención en 1.261. Con la llegada de los aragoneses, se toman algunas decisiones referentes al estado y la mejora de las murallas con la construcción en 1.308 de la muralla de la Villa Nova dotada de foso, así como las reformas en el trazado islánmico transformando el área de la mezquita en una iglesia cristiana dotada de un campanario que se encontraba integrado en la propia muralla de la ciudad,al estilo de otras villas de conquista como en Villajoyosa (Menéndez Fueyo, 2011) o en la Pobla de Ifach. La guerra con Castilla de mitad del siglo XIV conllevará la construcción de la Torre del Esperó en el año 1.376 que estaba situada junto al Portal Nou, reafirmando la existencia de ese doble recinto amurallado que perdurará hasta bien entrada la época moderna (Rosser, 1990). 

Los inicios del siglo XVIII traerán el conflicto de la Guerra de Sucesión, donde Alicante se posiciona inicialmente como defensora del partidario borbónico. Las defensas son mejoradas con la construcción en el extremo del muelle del puerto del Baluarte de San Felipe y se decidió finalmente construir la muralla del arrabal de San Francisco, así como mejorar el acceso norte a la ciudad (Bernabé Ruiz, 1992). El asedio combinado por mar y tierra por parte de las tropas austracistas permitió la rendición de la ciudad que no de su castillo. Sin embargo, la victoria borbónica en la decisiva Batalla de Almansa, abrió la puerta a la recuperación de la ciudad en el año 1.708,cuando el Barón d´Asfeld y el mariscal Ronquillo sitiaron la ciudad, momento en el que se produce el episodio de la voladura de la mina bajo la roca del Benecantil que, unido a la llegada de la flota de socorro inglesa, acabó por generar un armisticio que acabó con la salida de los supervivientes austracistas del asedio (Bernabé Gil, 1992). 

Con el establecimiento de la dinastía borbónica, comienza la construcción del tercer y último recinto con el que llegó a contar la ciudad de Alicante, que partía desde la Puerta de la Huerta, discurriendo a la altura del Marcado Central, donde se encontraron hace unos años algunos de sus restos (Beviá Llorca, 1995), para girar por la actual calle Castaños, torcer por la calle Gerona hasta la Plaza de Calvo Sotelo y llegar al parque de Canalejas para enlazar con el ya construido Baluarte de San Carlos, actualmente desaparecido. 

Hasta inicios del siglo XIX, con la Guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica, no se documentarán mejoras reseñables. Con la resolución del conflicto, la ciudad se desarrolla en las décadas siguientes con enorme velocidad, propiciada fundamentalmente por la construcción del ferrocarril, que convierte la ciudad de Alicante en la primera ciudad comunicada con el interior por este nuevo método de transporte (Sanchez Recio, 1992). Las viejas murallas de la ciudad asistieron al crecimiento demográfico y económico de estos años, con una expansión urbana que generó la creación de nuevos barrios, lo que marcó el final de su uso y la necesidad cada vez más creciente de proceder a su derribo, que se llevó a cabo entre los años 1.830 a 1.875, comenzando con la zona de la actual Rambla , aprovechando sus escombros para colmatar el barranco cercano y generar lo que después acabó siendo el Paseo del Vall y finalmente, el Paseo de la Reina; continuando con la construcción de los ensanches y el establecimiento del Paseo de los Mártires que iba desde el Baluarte de San Carlos hasta la Plaza del Mar en lo que acabaría siendo la Explanada de Alicante (Sánchez Recio, 1992).

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