jueves, 9 de enero de 2020

Fortín de Bernia (Callosa d´Ensarriá, Alicante)



El Fortín de Bernia se encuentra situado en el término municipal de la población de Callosa d´Ensarriá en la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana). 

Enclavado en la sierra de Bernia, entre el Barranco de Sacos y el Cabo Toix, en una plataforma abrupta y de fácil acceso desde las Casas de Bernia, pero altamente estratégica , a unos 980 metros sobre el nivel del mar, se encuentran los restos de una de las fortificaciones renacentistas más fascinantes que se encuentran en la provincia de Alicante. En el año 1.526 un gran número de musulmanes de las morerías de la zona, se negaron a recibir el bautismo y a apostatar del Islam, y se hicieron fuertes durante un corto tiempo en esta sierra. 

Fueron estos hechos los que llevaron al ingeniero militar italiano Giovanni Bautista Antonelli il Vecchio a aceptar el encargo del rey Felipe II de construir un fuerte que impidiese la concentración morisca, en caso de sublevación. En el año 1.561 Antonelli entrega al rey, junto al memorial para la defensa de la costa que le había encargado, dos informes específicos relativos a Bernia en los que hace una detallada descripción topográfica de la montaña, acompañando planos y perspectivas. Felipe II se había interesado vivamente por el proyecto y tenía enorme prisa en finalizar las obras metiendo mucha presión al ingeniero para verlo terminado. 

Las obras se concluyen el 27 de agosto de ese mismo año (León Vidal, 2008), dejando ubicado en la cresta de la sierra, un edificio de cuatro bastiones de forma pentagonal, de 25 metros de longitud, levantados en tapial con arranques de mampostería desvastada, de una enorme anchura con más de 100 metros por cada uno de sus lados y una superficie cercana a los 7.750 metros cuadrados. Cada uno de los baluartes, estaban pensados para albergar en su parte más elevada una garita así como unas rampas que conectasen los baluartes superiores con los inferiores, haciendo más rápida la comunicación interna para los defensores. Entre cada uno de los baluartes y, como unión entre ellos, Antonelli establece cuatro lienzos con una longitud entre 15 y 16,50 metros convirtiendo el fortín en un edificio muy simétrico al disponer de un patio central, de planta cuadrangular que actuaría como plaza de armas. 

Perimetrando la construcción, el ingeniero dispone un foso, una solución sencilla y práctica, aunque más propia de las defensas medievales, en la idea de aislar el acceso y dificultar la zapa y tormentaria en la base de los baluartes. El acceso se hacía por tres lugares diferentes: el primero, por la puerta principal, de ingreso directo a la que se accedía por un puente levadizo de cadenas que salvaba el foso. El segundo se habilita por un puente menor, también levadizo pero de cuerdas, cuya ubicación no es sencilla y que para algunos autores, debería de encontrarse en el interior mismo de la fortaleza, para salvar la defensa compartimentada que existiese entre las diferentes plantas de la misma. Un tercer acceso parece que se encontraría en el subsuelo, a modo de poterna y ubicado en el extremo contrario al de la puerta principal, cruzando el baluarte con el aljibe y el lienzo que rodea el foso, como reflejan las plantas originales de la construcción. El fortín contaba inicialmente con una torre que parece actuar de albarrana, avanzada y exenta de la construcción, aunque su emplazamiento en los planos es un interrogante ya que los restos de una obra de 14 x 12 metros de forma casi cuadrangular, se ha identificado en algunos trabajos como una construcción medieval anterior al levantamiento de la fortaleza (León Vidal, 2009). 

Las estancias interiores van a quedar organizadas en estancias que perimetran el patio de armas, dispuestas en dos plantas, a las que se accedería desde el mismo patio, quedando el segundo nivel a la altura de las plataformas de los baluartes, con lo que la obra interior nunca sobresaldría por encima del nivel del parapeto. El fortín debía contar con un horno, así como espacios residenciales para tropa y mandos, las estancias del veedor, e incluso una iglesia, ubicados en el nivel superior cubiertos por tramos con bóvedas de cañón que aún hoy en día se conservan en pie, dando la característica imagen de ruina histórica que hoy se puede apreciar. 

La conclusión del fuerte de Bernia parecía un gran logro de tiempo y eficacia administrativa. Los informes del ingeniero hablan de una obra modelo, trazada “ a lo moderno “ el último grito en cuanto a fortificación defensiva. El rey podía estar contento. Sin embargo, los costes fueron muy elevados ya que la abrupta ubicación del lugar escogido para construir la fortificación obligó a desplazar gran cantidad de material y equipo para su construcción. 

Sin embargo, cuando en 1.575 es nombrado virrey Vespasiano Gonzaga inicia una inspección a todas las fortificaciones del reino, poniendo especial énfasis en las que están situadas sobre el mar o muy cerca de él. Referente a Bernia, el virrey y reputado especialista en fortificaciones realiza un informe en el que desmonta punto por punto todos los logros de la obra del ingeniero italiano, llegando a burlarse hasta de su apariencia exterior según se acercaba a ella indicando que “...de lexos pareçe una hermita de Monserrate...”. Pero no acaban aquí las críticas. El informe ofrece una obra considerada a los ojos del virrey como “...que no puede ser en el mundo peor...”. Se ha hablado de celos profesionales, ya que Gonzaga y Antonelli compartieron viaje en la inspección del año 1.561, hablándose de competencia entre expertos, cosa también probable dado los amplios conocimientos del virrey en materia militar. Las críticas a la fortificación vienen incluso del mismísimo Consejo de Aragón, que en año 1.587, aconseja al rey la conveniencia del derribo (Beviá y Camarero,1988). 

Sólo surgen algunas voces favorables a su mantenimiento de aquellos que han estado viviendo en dicha fortificación como el que detentó durante siete años el mando de alcaide de la plaza, Juan Bautista de Urteaga, quien, en 1.612, hace constar en un escrito que era una de las mejores fortificaciones que jamás hubiera visto nunca (Pastor Fluixá, 1986). Sin embargo, a pesar de estas voces, el rey Felipe III ordena desmantelar el fuerte el 17 de julio de 1.612, quedando a merced de las inclemencias climáticas y de los que desmantelaron poco a poco sus instalaciones hasta dejarlo en las condiciones tan ruinosas que ostenta en la actualidad (Beviá y Camarero, 1988). 

Fuentes: Wikipedia
               Castillos de Alicante
               Guardianes de piedra

Galería:







No hay comentarios:

Publicar un comentario