El Castillo de Los Peñascales, o también Castillo de Ricote, se encuentra en la población de Ricote en la Región de Murcia.
La fortificación se encuentra situada en un elevado cerro de la Sierra del Salitre, denominada de Los Peñascales en época medieval, y está enclavado inmediatamente al este de la población de Ricote, a unos 150 m. de altitud sobre el pueblo. Por tanto, ejerce una total dominación sobre todo el Valle de Ricote y controla el río Segura a su paso por esta zona.
El
castillo son las ruinas de un complejo fortificado de considerables
dimensiones, situado en una posición estratégica que domina una
rica vega. Se trató, mientras la fortificación estuvo activa, de un
relevante enclave defensivo del cual, desgraciadamente, hoy se
conservan unas maltrechas ruinas que, a pesar de ello, dan aún buena
cuenta de su monumentalidad.
La
fortificación fue estudiada detenidamente por el arqueólogo Manzano
Martínez, quien ya apuntó que las primeras noticias sobre la
construcción se remontan a época musulmana, aunque sus importantes
estructuras y señalado emplazamiento continuarían siendo utilizadas
tras la incorporación del Reino de Murcia a la Corona de Castilla,
cuando esta fortaleza quedó incluida en la encomienda de Ricote,
dependiente de los territorios señoriales de la orden militar de
Santiago.
Las
primeras noticias relevantes de la fortificación de Ricote han de
remontarse al siglo IX. Precisamente, el cronista andalusí Ibn
Hayyan relata el sitio que las tropas cordobesas pusieron a los
sublevados murcianos que allí resistieron al poder emiral. Cuando
las tropas del emir Abdalá habían conseguido acceder al segundo
recinto y saqueaban los ganados y otros bienes almacenados en el
albacar, los resistentes ricoteños efectuaron un contraataque desde
el último recinto defensivo, que ocasionó una sonora derrota de las
tropas omeyas.
Posteriormente, el castillo habría de protagonizar otra segunda revuelta, esta vez contra los almohades, durante la rebelión encabezada por el rey musulmán de Murcia Ibn Hud, a comienzos del siglo XIII. Las fuentes indican que el levantamiento contra los invasores norteafricanos se inició en la fortaleza, que los textos árabes denominan al-Sajur o al-Sujayrat (literalmente: "peñascales").
Con la incorporación del Reino de Murcia a la Corona de Castilla, en un proceso que se consolida a finales del siglo XIII, la consición del antiguo hisn musulmán de Ricote cambiaría para convertirse en parte del extenso señorío murciano de la Orden de Santiago. El rey de Castilla don Sancho IV donaría a esta orden militar toda la comarca de Ricote en el año 1285.
Si
bien, a grandes rasgos, no parece que la estructura física de la
fortificación cambiara demasiado –continuó siendo el lugar de
refugio de los habitantes de la vega en caso de peligro–, el
castillo pasó a convertirse en el símbolo del poder señorial de la
poderosa orden santiaguista sobre los territorios circundantes.
La
planta de la fortificación se puede inscribir en un rectángulo
irregular, con una longitud en sentido noreste suroeste de 100
metros, y una anchura media de unos 50 metros. Presenta entonces tres
sectores bien diferenciados por sucesivas líneas de muralla que, en
sentido ascendente y reduciendo su perímetro, escalonaron y
organizaron un día las estructuras del complejo defensivo.
El
primer recinto se sitúa en lo más alto del monte, por lo que era la
construcción más fuerte y, por tanto, el último reducto de
defensa. Su planta, rectangular, tiene unos 50 metros de largo por 16
metros de ancho, delimitado por una potente muralla que en algunos
casos posee 2 metros de espesor. Se distinguen aún dos torreones:
uno, hacia el sur, pudo defender el acceso entre este recinto y el
albacar; y otro, una torre de tamaño considerable (11 metros por 9
metros), situada hacia el este, en el punto más alto de toda la
construcción, divisa perfectamente el desfiladero por donde
transcurren las aguas del Segura.
Un
segundo recinto se extiende a partir de la fachada sur del anterior;
se trata de un amplio espacio murado de forma poligonal y
aproximadamente unos 3.000 m2 de superficie, probablemente
destinados en su día a albacar: un lugar donde los habitantes de la
zona podían refugiarse con sus bienes y ganados. En este caso, los
restos de muralla conservan unos alzados que no superan los 2 metros.
En el flanco oriental del recinto se situó su acceso, a través de
una puerta que forzaba una entrada en recodo.
Del
tercer recinto sólo se conservan algunas estructuras murarias, un
aljibe y numerosos restos cerámicos, que pueden indicar la
existencia de poblamiento estable en su interior. Los zócalos de los
muros, que forman la mayor parte de los restos conservados, se
construyeron utilizando mampostería trabada con cal; mientras, sus
alzados se construyeron mediante encofrados, unas veces de argamasa,
otras de tapial de tierra.
Fuentes: Wikipedia
regmurcia.com
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