El Castillo de Molina de Aragón se encuentra situado en el municipio del mismo nombre en la provincia de Guadalajara (Castilla-La Mancha).
Asentado
en la falda del monte que se eleva por encima de la población y el
valle del río Gallo, el origen de esta fortaleza se remonta a un
alcázar que levantaron los andalusíes sobre un antiguo castro
celtibérico entre los siglos X y XI, y en el que situaron su
residencia los reyes que gobernaban esta taifa. El historiador árabe
Ibn al-Atir habla del «caíd Ibn Galbun» como defensor de Córdoba
ante su ataque por parte de Alfonso VII de Castilla. Este caíd Ibn
Galbun, evidentemente, se ha relacionado con el Abengalbón
del Cantar de mio Cid, de quien se dice que «tiene» a «Molina»
y se le describe como amigo y colaborador en empresas bélicas del
Cid delCantar, con el título de «alcaide».
Situado
en un lugar estratégico para dominar los caminos entre Aragón y
Castilla, fue lugar de disputas, hasta que definitivamente fue
arrebatado a los andalusíes por Alfonso I de Aragón en el
año 1129, que lo entregó a la familia de los Lara. Desde esta
fortaleza los Lara gobernaron en el territorio y la villa
de Molina hasta finales del siglo XIII. Luego pasó a ser señorío
de los reyes de Castilla al casarse doña María Lara con Sancho
IV de Castilla. Durante casi dos siglos mantuvo cierta independencia
de sus señores, y la villa de Molina a medida que fue haciéndose
más grande fue más cuidada por sus señores, que fueron añadiendo
elementos al castillo, hasta que finalmente la quinta señora, doña
Blanca de Molina, acabó de darle el tamaño y el aspecto actual.
Es
el castillo más grande de los que quedan actualmente en Guadalajara,
situado en una ladera que domina el valle, posee una muralla
exterior, con numerosas torres de defensa, que rodea el perímetro y
que protege la fortaleza propiamente dicha. El castillo interior
llegó a tener ocho torres, de las que se conservan restos de dos y
otras cuatro en buen estado. Estas torres están comunicadas por un
adarve almenado. El acceso principal posee un arco de medio punto con
una torre a cada lado.
La
fortaleza dispone de dos recintos: el exterior o albacara de grandes
proporciones, 80×40 m., defendido por diversas torres almenadas y el
interior, donde se alza el castillo con seis torres, cuatro en buen
estado o restauradas.
El
recinto exterior dispone de cinco puertas de acceso: la de la
Traición al norte, la de Caballos al sur, la del Campo al este y las
puertas de la Torre del Reloj y Hogalobos al oeste. Además de estas
existen otras en la muralla que rodeaba la ciudad medieval, como las
de Medinaceli, Baños, Valencia y del Puente.
El
acceso al recinto exterior de la fortaleza se efectúa por la puerta
de la Torre del Reloj y al interior, después de atravesar el patio
de armas, por la puerta situada en la Torre de Veladores en el lado
suroeste del recinto interior; junto a esta se encuentran alineadas
la torre central o de las Armas y la Torre del Homenaje o de doña
Blanca en el sureste. En la muralla norte se halla la Torre Cubierta
o de los Caballeros.
Según
los antiguos cronistas el alcázar llegó a tener ocho torres, pero
sólo cuatro quedan hoy en pie y en relativas buenas condiciones,
todas ellas comunicadas entre sí por un adarve protegido de almenas.
En la parte media de la colina aparecen las tres que se encuentran
frente a la ciudad: la torre del centro es la de las Armas, la que
mira al sudoeste, frente al coso, la de Veladores, y la que forma
vértice de un ángulo entre la Torre Cubierta o de los Caballeros,
al norte, y la de las Armas se la llama torre del homenaje o de doña
Blanca. En estas torres, que poseen algunos subterráneos abovedados,
se abren balcones y ventanas, en los que se marco rudimentariamente
el arte arquitectónico propio del siglo XIII.
Entre
estas cuatro torres y otras tres más caídas ya por los años y las
guerras se encuentra la gran plaza de Armas, con edificios a
propósito para acuartelar varias compañías de soldados. Los
espacios entre las torres están unidos por fortísimas murallas
almenadas. En su muro norte estaba adosado el palacio de los condes,
y en la parte sur se encontraban las caballerizas, cocinas,
habitaciones de la soldadesca, cuerpos de guardia y calabozos.
El
recinto externo de la fortaleza, lo que podríamos denominar albacar
de la alcazaba, o campo de armas, es muy amplio. En tiempos de doña
Blanca albergaba un barrio entero, en el que se incluía la llamada
cueva de la Mora. Alrededor del conjunto había un profundo foso con
algunos puentes levadizos.
Desde
la Torre Cubierta (llamada así porque se ha constituido su cresta
por tejado moderno), y en dirección al barrio de la Soledad, el
terreno va descendiendo bastante, y sobre él hay una muralla,
interrumpida por varios torreones, ya en ruinas, entre los que se
destaca una de tipo árabe, de construcción anterior al resto.
Luego
la muralla se inclina hasta la Torre del Reloj, castillete avanzado
que, al arruinarse, fue restaurado en parte para colocar el reloj de
la población. Desde esta torre y en trozos amurallados de distintas
épocas abarcando una gran extinción de la ladera meridional siguen
las murallas hasta volver a enlazar con la Torre de los Veladores.
En
lo más alto del cerro se levanta la Torre de Aragón, una torre que
es por si sola una fortaleza, y que se mantenía conectada al
castillo principal a través de una coracha subterránea en zig-zag,
cuya traza aún se observa hoy perfectamente.
El
recinto exterior del castillo contaba de cuatro puertas de acceso: la
del Campo, la actual Torre del Reloj, la de La Traición, situada en
el murallón norte y la del Puente levadizo.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario