miércoles, 1 de enero de 2020

Castillo de Molina de Aragón (Guadalajara)


El Castillo de Molina de Aragón se encuentra situado en el municipio del mismo nombre en la provincia de Guadalajara (Castilla-La Mancha). 

Asentado en la falda del monte que se eleva por encima de la población y el valle del río Gallo, el origen de esta fortaleza se remonta a un alcázar que levantaron los andalusíes sobre un antiguo castro celtibérico entre los siglos X y XI, y en el que situaron su residencia los reyes que gobernaban esta taifa. El historiador árabe Ibn al-Atir habla del «caíd Ibn Galbun» como defensor de Córdoba ante su ataque por parte de Alfonso VII de Castilla. Este caíd Ibn Galbun, evidentemente, se ha relacionado con el Abengalbón del Cantar de mio Cid, de quien se dice que «tiene» a «Molina» y se le describe como amigo y colaborador en empresas bélicas del Cid delCantar, con el título de «alcaide». 

Situado en un lugar estratégico para dominar los caminos entre Aragón y Castilla, fue lugar de disputas, hasta que definitivamente fue arrebatado a los andalusíes por Alfonso I de Aragón en el año 1129, que lo entregó a la familia de los Lara. Desde esta fortaleza los Lara gobernaron en el territorio y la villa de Molina hasta finales del siglo XIII. Luego pasó a ser señorío de los reyes de Castilla al casarse doña María Lara con Sancho IV de Castilla. Durante casi dos siglos mantuvo cierta independencia de sus señores, y la villa de Molina a medida que fue haciéndose más grande fue más cuidada por sus señores, que fueron añadiendo elementos al castillo, hasta que finalmente la quinta señora, doña Blanca de Molina, acabó de darle el tamaño y el aspecto actual. 

Es el castillo más grande de los que quedan actualmente en Guadalajara, situado en una ladera que domina el valle, posee una muralla exterior, con numerosas torres de defensa, que rodea el perímetro y que protege la fortaleza propiamente dicha. El castillo interior llegó a tener ocho torres, de las que se conservan restos de dos y otras cuatro en buen estado. Estas torres están comunicadas por un adarve almenado. El acceso principal posee un arco de medio punto con una torre a cada lado. 

La fortaleza dispone de dos recintos: el exterior o albacara de grandes proporciones, 80×40 m., defendido por diversas torres almenadas y el interior, donde se alza el castillo con seis torres, cuatro en buen estado o restauradas. 

El recinto exterior dispone de cinco puertas de acceso: la de la Traición al norte, la de Caballos al sur, la del Campo al este y las puertas de la Torre del Reloj y Hogalobos al oeste. Además de estas existen otras en la muralla que rodeaba la ciudad medieval, como las de Medinaceli, Baños, Valencia y del Puente. 

El acceso al recinto exterior de la fortaleza se efectúa por la puerta de la Torre del Reloj y al interior, después de atravesar el patio de armas, por la puerta situada en la Torre de Veladores en el lado suroeste del recinto interior; junto a esta se encuentran alineadas la torre central o de las Armas y la Torre del Homenaje o de doña Blanca en el sureste. En la muralla norte se halla la Torre Cubierta o de los Caballeros. 

Según los antiguos cronistas el alcázar llegó a tener ocho torres, pero sólo cuatro quedan hoy en pie y en relativas buenas condiciones, todas ellas comunicadas entre sí por un adarve protegido de almenas. En la parte media de la colina aparecen las tres que se encuentran frente a la ciudad: la torre del centro es la de las Armas, la que mira al sudoeste, frente al coso, la de Veladores, y la que forma vértice de un ángulo entre la Torre Cubierta o de los Caballeros, al norte, y la de las Armas se la llama torre del homenaje o de doña Blanca. En estas torres, que poseen algunos subterráneos abovedados, se abren balcones y ventanas, en los que se marco rudimentariamente el arte arquitectónico propio del siglo XIII. 

Entre estas cuatro torres y otras tres más caídas ya por los años y las guerras se encuentra la gran plaza de Armas, con edificios a propósito para acuartelar varias compañías de soldados. Los espacios entre las torres están unidos por fortísimas murallas almenadas. En su muro norte estaba adosado el palacio de los condes, y en la parte sur se encontraban las caballerizas, cocinas, habitaciones de la soldadesca, cuerpos de guardia y calabozos. 

El recinto externo de la fortaleza, lo que podríamos denominar albacar de la alcazaba, o campo de armas, es muy amplio. En tiempos de doña Blanca albergaba un barrio entero, en el que se incluía la llamada cueva de la Mora. Alrededor del conjunto había un profundo foso con algunos puentes levadizos. 

Desde la Torre Cubierta (llamada así porque se ha constituido su cresta por tejado moderno), y en dirección al barrio de la Soledad, el terreno va descendiendo bastante, y sobre él hay una muralla, interrumpida por varios torreones, ya en ruinas, entre los que se destaca una de tipo árabe, de construcción anterior al resto. 

Luego la muralla se inclina hasta la Torre del Reloj, castillete avanzado que, al arruinarse, fue restaurado en parte para colocar el reloj de la población. Desde esta torre y en trozos amurallados de distintas épocas abarcando una gran extinción de la ladera meridional siguen las murallas hasta volver a enlazar con la Torre de los Veladores. 

En lo más alto del cerro se levanta la Torre de Aragón, una torre que es por si sola una fortaleza, y que se mantenía conectada al castillo principal a través de una coracha subterránea en zig-zag, cuya traza aún se observa hoy perfectamente. 

El recinto exterior del castillo contaba de cuatro puertas de acceso: la del Campo, la actual Torre del Reloj, la de La Traición, situada en el murallón norte y la del Puente levadizo. 

Fuente: Castillos del Olvido

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