Las Murallas Medievales de Elche se encuentran situadas en las cercanías del Castillo de Altamira, en la ciudad homónima de la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana). Es un conjunto que abarca edificaciones desde el siglo IX hasta finales del siglo XV.
Gracias
a las actuaciones arqueológicas desarrolladas en los últimos 15
años, son abundantes los datos sobre esta ciudad amurallada y
atravesada por una gran acequia que fue citada por al-Udrï en el año
1.038 y por el geógrafo al-Idrïsï en el año 1.154 y que conocemos
como “Madinat Ils” (Azuar Ruiz, 1997), que presenta una planta
casi rectangular, con un perímetro de 1.400 pasos y dotada de 8
grandes torreones y 16 torres pequeñas que protegían las esquinas y
el centro de cada uno de los lienzos de la muralla. Su ubicación en
el llano cercano al cauce del río Vinalopó le obligaba a contar con
una barbacana con un antemural con 8 torreones más, que convertían
la ciudad en una fortaleza casi inexpugnable.
El
recinto amurallado era sólo vulnerable en las dos puertas
principales de la ciudadela: la Puerta Lucentina o de Alicante, que
se situaba al este del recinto, defendida por la torre avanzada de La
Calahorra, en el camino hacia “Madinat Laqant” (Alicante) y
frente a los baños árabes ubicados en los sótanos del Convento de
Santa Lucía. La otra puerta, estaba situada en el frente sur, y se
denominaba la Puerta del Consell o Puerta de Orihuela, en la calle
Corredera, en las cercanías de la Torre de la Calendura, zona que
actualmente ocupan las dependencias de la Tesorería del Ayuntamiento
de Elche. Además, se conocen la existencia de varios portillos
practicados en la muralla a lo largo del tiempo, como el situado
cerca del molino del Alcázar, o el denominado Portal Nou o de la
Lonja, detectado en la documentación de la mitad del siglo XV
(Hinojosa Montalvo, 1992).
Los
datos arqueológicos han permitido confirmar el origen del recinto
amurallado en la segunda mitad del siglo X y el primer tercio del
siglo XI, gracias a las intervenciones realizadas por Eduardo López
Seguí y su equipo en lugares estratégicos de la ciudad, como en el
Alcázar de la Señoría, donde se comprobó la existencia de un
lienzo de la muralla con doble paramento de mampostería en el zócalo
y alzado de tapial; en la zona de la Plaza de Baix, sede de la
antigua Tesorería Municipal, donde la muralla y torre existente se
alza unos 8 o 9 metros de altura y que se ha datado en el siglo XI;
en la zona de la Casa de la Cort, área que en los años 90 del siglo
XX había documentado una muralla del siglo XII y que ahora ha
ofrecido unas fechas más tempranas, centradas en los finales del
siglo XI; en la zona de la ladera del río Vinalopó, donde se ha
excavado un tramo de la muralla datado en el siglo XI y en torno de
la propia torre de La Calahorra y la Plaza de Santa Isabel, donde
apareció una torre de planta cuadrangular colmatada por la
construcción de una casa-palacio de época almorávide (López
Seguí, 2001).
Pero
será en la segunda mitad del siglo XII, bajo el gobierno del rey de
Murcia, Ibn Mardanïs, cuando las murallas de Madinat Ils alcancen su
apogeo con una profunda remodelación reforzando todo el recinto
amurallado, que se ha constatado en las excavaciones de Cases de Mare
de Deu o en la Torre de la Cova, además de construir una gran torre
exenta de tapial -base de la actual torre del homenaje del alcázar
-, los torreones del Duque y Casa Peñaque reforzarán el perímetro
defensivo y una puerta monumental en recodo, con un arco de medio
punto en ladrillo, enmarcado por un alfiz a soga y tizón, de unos 8
metros de altura y 3,40 metros de anchura, defendida por la torre del
homenaje que servía de acceso a la ciudad desde el cauce del río
(López Seguí, et alii, 2004).
Con
la conquista cristiana, se documentan algunas modificaciones
puntuales en un recinto cuya configuración no variará de forma
significativa bajo el dominio de la cruz. La Puerta del Río será
inutilizada, convirtiendo la zona en el alcázar señorial que
actualmente conocemos como Palacio de Altamira. Algunas defensas se
añaden al sistema defensivo de la ciudad, como la Torre Traspalacio,
construida en tapial de mampostería, y otras, como el lienzo junto a
la Torre de la Cova, son reparadas con bolaños para mantener su
función defensiva (López Seguí, et alii, 2004).
Estas reparaciones
se inician en el año 1.284, cuando doña Beatríz, viuda del infante
don Juan Manuel, destinaría anualmente 600 maravedís procedentes de
las rentas de la tahurería para la reparación y mantenimiento de
las murallas. Además, se dispondrá de un enorme foso alrededor de
la fortificación, documentado en la excavación realizada en Casas
de la Mare de Deu.
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