miércoles, 8 de enero de 2020

Castillo del Río (Aspe, Alicante)


El Castillo del Río, también llamado Castillo de Aspe el Viejo, se encuentra situado a unos 5 km. de la ciudad de Aspe, en la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana), en un meandro del río Vinalopó que se encuentra cerca de la carretera que desde Aspe lleva al cruce con la Autovía A-31 hacia Alicante capital. 

Sobre la orilla izquierda del río Vinalopó en la confluencia de las estribaciones de la sierra de las Esprillas y del Tabayá, se alzan los restos de este poblado fortificado de época almohade (finales del siglo XII- primera mitad del siglo XIII) que ocupa una superficie de unos 7.000 metros cuadrados. Su planta es alargada, con un recinto compuesto de largas cortinas engarzadas por media docena de torres cuadradas en saliente, concentradas fundamentalmente en la ladera meridional. La fortificación está levantada con muros de fábrica de tapial de 0,90 x 0,90 metros apoyados sobre un basamento de mampostería dispuesta en hiladas separadas por pequeñas piedras planas. 

A este gran recinto se accedía por dos ingresos en rampa, ambos dispuestos en codo y defendidos por sendos cubos en saliente. La primera puerta está situada en el frente este con un corredor de 135 metros de longitud y 3,5 metros de anchura, acabando en un vano de ingreso recto. La segunda puerta se ubicaría al sur comunicando el poblado con el río Vinalopó, al que se accede por una rampa doble de 10 metros de longitud y 4 metros de anchura, dispuesta en zig-zag. 

Cuando accedemos por cualquiera de las puertas, el castillo muestra un muro de mampostería que genera dos espacios en el interior de la fortificación. Por un lado, tenemos un recinto superior, con una planta trapezoidal con unos 800 metros cuadrados de superficie delimitada por tres cubos en saliente dispuestos en la ladera este y uno más colocado en el frente norte. El resto de la fortificación lo ocupa el recinto inferior, con una extensión aproximada de 6.000 metros cuadrados, caracterizado por mostrar una muralla de unos 315 metros, reforzada por siete cubos en saliente ( Azuar Ruiz, 2001). 

Los trabajos desarrollados en el Castillo del Río por Rafael Azuar Ruiz y su equipo desde el MARQ entre 1.979 a 1.987 sentaron las bases del estudio de esta singular fortificación y abrieron la lata de la investigación sobre estos recintos construidos “ex novo” -castillos que no constituyen ni una reocupación ni una continuidad de antiguos asentamientos , sino que son nuevas instalaciones en lugares deshabitados desde la antigüedad- fundamentalmente bajo dominio almorávide y almohade, que albergaban en su interior auténticos poblados de carácter permanente a los que la investigación ha venido a denominar poblados fortificados (Azuar Ruiz,1994). 

En las excavaciones se ha detectado una trama urbana casi ortogonal caracterizada por un caserío con viviendas de unos 40 metros cuadrados, de planta bicelular y una sola altura, vertebrado por viales paralelos y perpendiculares a la muralla. Esta organización, sin embargo, es ordenada pero insuficiente, mostrando una llamativa falta de infraestructuras sanitarias, ya sea para la evacuación de aguas negras, como para la conducción de agua potable, la cual parece que debía acarrearse en contenedores desde el cauce del río. El carácter doméstico de los ajuares cerámicos encontrados y la escasez de elementos defensivos, refuerza la idea de hallarnos ante un poblado que alberga viviendas de uso familiar, cuyos habitantes criaban ganado ovicaprino para la obtención de carne y leche, aunque su principal actividad era la agricultura (Azuar Ruiz, 2001). 

Las investigaciones en el Castillo del Río han servido par poner en discusión la existencia de poblados estables de campesinos fortificados que generan una densa geografía castral, de casi un medio centenar de asentamientos fortificados entre el siglo XII y la primer mitad del siglo XIII (Azuar Ruiz, 2010). Gracias a los trabajos realizados en el castillo, hoy podemos confirmar la existencia de este tipo de poblados, hasta hace poco considerados meros castillos de ocupación temporal y que responden a nuevos modelos caracterizados por la concentración permanente de población en el interior, como también ocurre en el castillo de Planes (Menéndez Fueyo, 1993); el castillo de Polop (Menéndez Fueyo, 1993); el castillo de Xixona (Azuar Ruiz, 1985); el castillo de Ambra en Pego (Azuar Ruiz, 1999); el despoblado de Serrella (Azuar Ruiz, 2004) o la fase almohade del castillo de Elda (Azuar Ruiz, 2008). 

Con la conquista cristiana , el poblado sigue manteniendo su ocupación durante un breve tiempo, apreciándose una importante modificación de la trama urbana, con un nuevo modelo basado en la concepción nuclear de las viviendas en cuyo interior sólo se dormiría, utilizándose los espacios abiertos para realizar las actividades domésticas como espacios plurifuncionales donde se encontrarían los establos, hogares o almacenes. Sin embargo, en el registro no apreciamos un cambio significativo en el tipo de habitantes, por lo que suponemos que en un al- Andalus en pleno contexto de retirada, los pobladores musulmanes resistieron la llegada de los cristianos, hasta que, en la década de los setenta del siglo XIII, se observa un progresivo abandono del asentamiento, coincidiendo con la muerte del último señor Zayd abu Zayd (Azuar Ruis, 1994), que supone el fin del conflicto mudéjar en territorio aragonés y el inicio del proceso de señorialización emprendido por la Corona a finales del siglo XIII (Guinot Rodríguez, 1993). La población acaba fundando el enclave conocido como Aspe el Nuevo, debido a la construcción de la acequia del Fauquí (Azuar Ruiz, 1990), ampliada posteriormente con las acequias de Aljau y el azud de Rafica (Navarro Martínez, 2006) en una zona de llano, sin protección defensiva alguna. 

Fuentes: Wikipedia
               Castillos de Alicante
               Guardianes de piedra
               Ximo G. Rico (Fotos)

Galería:








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