El Castillo de Portillo es una fortificación que se encuentra el la localidad del mismo nombre en la provincia de Valladolid (castilla-León).
El
edificio que se contempla es el resultado final de la restauración
requerida por el rey Enrique IV de Castilla en 1465 sobre una fábrica
anterior del siglo XIV. Más tarde Alonso Pimentel, conde de
Benavente levantó el adarve, abrió un foso y cavó un pozo. En la
historia del castillo figura como tema importante y recurrente el
arresto y prisión de Álvaro de Luna que pasó un tiempo recluido
entre estas paredes antes de ser trasladado a Valladolid para su
ejecución.
Es
un edificio de planta cuadrada con la torre del homenaje en un
ángulo; tiene barbacana y su recinto fue dotado de tres puertas
defendidas por cubos amatacanados. Consta también de patio de armas
en cuyo centro se conserva un pozo de más de 30 m de profundidad al
que se accede por una escalera de caracol.
No
hay mención escrita sobre la existencia de un castillo o torre de
vigía en Portillo hasta los tiempos de las luchas internas entre
Pedro I de Castilla y su hermanastro Enrique de Trastamara. Algunos
historiadores del pasado han hecho alusión a la existencia de una
pequeña fortaleza construida por los árabes, pero sin referencias
ni sustentación científica que puedan avalar.
Las
crónicas no dan indicación alguna sobre la existencia de un
castillo en tiempos de las revueltas de la minoría de edad deAlfonso
XI, que habría sido el momento oportuno para hablar de ello pues la
villa de Portillo se vio disputada por los dos tutores del rey niño,
don Juan Manuel y el infante Felipe, —hijo deSancho IV de Castilla
y de María de Molina. Más tarde, en 1325 –mayoría de edad del
rey-, Alfonso XI confirmó la donación de la villa y de su alfoz
–donación que había sido hecha anteriormente por el rey Alfonso
X-, al consejo de Valladolid. Por primera vez y hasta la fecha se ve
escrito en un documento la referencia a un castillo.
En
1378 volvió a intervenir el rey -Tello había muerto en 1370-
otorgando el gobierno de la villa a su hijoEnrique de Castilla, duque
de Medina-Sidonia.5 A la muerte del duque en 1404, la villa de
Portillo, su alfoz y su castillo revirtieron a la Corona de Castilla
. En 1409 se sumó a la dote de la infanta María de Trastamara -hija
de Enrique III- quien a su vez la vendió en 1415 a su hermano Juan
II de Castilla.
El
21 de septiembre de 1423, Juan II otorgó la villa de Portillo y
fortaleza -como premio por los servicios prestados en la guerra
contra los moros-, a Diego Gómez de Sandoval y Rojas, conde de
Castrogeriz, hijo de Hernán Gutiérrez de Sandoval y de Inés de
Roxas (o Rojas). En 1429, Sandoval se amotinó en Peñafiel apoyando
la causa de los Infantes de Aragón por lo que el propio rey le
confiscó a modo de castigo todos sus señoríos, incluido el de
Portillo.
El
11 de septiembre de 1438, Juan II confió el castillo a su mayordomo
Ruy Díaz de Mendoza, pero en 1441, siguiendo el curso de la guerra
civil con los Infantes de Aragón, éstos hicieron prisionero al rey
Juan II y a continuación anularon las concesiones hechas por el
monarca posteriores al 1 de septiembre de 1438, en virtud de lo cual
Diego Gómez de Sandoval recuperó el castillo de Portillo confiscado
anteriormente y además el propio rey Juan II fue encarcelado en
dicha fortaleza, de la que pudo escaparse con ayuda de sus
incondicionales. A continuación de estos hechos, el 19 de mayo de
1445, tuvo lugar la batalla de Olmedo entre los Infantes de Aragón y
Juan II apoyado por Álvaro de Luna, con el resultado de una rápida
victoria de los castellanos.
Juan II donó la villa de Portillo con
su castillo a Álvaro de Luna como recompensa a las últimas
hazañas.Puede verse la barrera exterior o barbacana del castillo
mandada construir por el conde de Benavente (Rodrigo Alonso Pimentel)
hacia el año 1470. Rodrigo
Alonso Pimentel hizo importantes obras en el castillo. Mandó
construir la muralla circundante con sus fosos, el patio de armas que
subsiste y el pozo que se halla en este espacio, con escaleras de
acceso y salas subterráneas.
En
algún momento de finales del siglo XIX o principios del XX, el
castillo pasó a ser propiedad de Juan del Río, labrador y rico
hacendado, padre de Pío del Río Hortega –investigador, histólogo
y médico, personaje importante en el mundo de la medicina-. Del
Río Hortega fue también propietario del castillo y a su muerte lo
dejó en herencia a la Facultad de Filosofía y Letras, por lo que el
castillo ha pasado a ser propiedad de la Universidad de Valladolid.
Está parcialmente restaurado y es visitable.
El
edificio tiene planta cuadrada, con torre del homenaje en el ángulo
suroeste, mirando al pueblo. Consta de barbacana -o recinto exterior-
también de planta cuadrada, con cubos en las esquinas y en el centro
de los lienzos. Los dos recintos están coronados por almenas cuyos
merlones alcanzan la altura de 2 m. sobre el camino de ronda.
Tuvo
tres puertas, norte, sur y oeste, todas flanqueadas por cubos. La
puerta norte está frontera al campo, por la parte escarpada. La
puerta principal, la del oeste está bien custodiada por la torre del
homenaje. Es una puerta desenfilada (o puerta en codo), propia de las
entradas defensivas. Su arco exterior es de medio punto y el interior
es apuntado, con una garita semicircular volada en la parte superior.
Esta puerta da entrada al segundo recinto o castillo propiamente
dicho, atravesando primero un pequeño patio que supone un
impedimento más de defensa contra los enemigos. Desde este espacio
se llega a otra puerta en codo por la que se entra al patio grande de
armas.
Las
aspilleras de los muros son rectilíneas y cruciformes, pensadas para
tiro de arco y de ballesta; hay algunas circulares para arcabuces;
éstas fueron abiertas en el siglo XV, momento en que comenzó el uso
de las armas de fuego. También pueden verse matacanes de piedra
sobre ménsulas formadas porcanecillos.
La
parte más antigua es toda la planta baja del recinto interior que
data del siglo XIV, construido con arcos apuntados y bóvedas góticas
que apoyan sobre arcos fajones. Es la parte que se atribuye a las
obras del infante Tello (hijo bastardo del rey Alfonso XI).
En
1470 tuvieron lugar las modificaciones del conde de Benavente,
Rodrigo Alonso Pimentel. Mandó edificar la barrera exterior o
barbacana con fosos profundos ya desaparecidos, salvo en el lado
norte que al ser escarpado no eran necesarios; modificó el patio de
armas donde mandó hacer un profundo pozo, accesible por escaleras,
que todavía se conservan.
Desde
la puerta principal -la puerta oeste- se llega al camino de liza y de
allí a la segunda puerta perteneciente al segundo recinto,
desenfilada respecto a la primera. Esta segunda puerta –que
conserva los restos del rastrillo- da acceso a un pequeño patio que
servía como trampa al enemigo que hubiera logrado llegar hasta allí;
desde este lugar se llega al patio central o patio de armas.
Estaba
rodeado de galerías con arcadas de arcos carpaneles de las que queda
una muestra en el lado este. En este patio estaban las dependencias
del castillo, a excepción del lado oeste desde el que se podía
acceder a las plantas superiores por una escalera de caracol. La
arquería consta de cinco columnas de fuste octogonal, de poco más
de 4 m de altura y basas muy simples. En los lados del patio
estuvieron distribuidos los salones y las estancias del castillo así
como una capilla de la que no queda vestigio alguno ni se sabe el
lugar exacto donde estuvo.
Existe
un pozo en el centro del patio que fue mandado excavar y organizar
por Alonso Pimentel. Tiene una profundidad de más de 30 m. El acceso
a su interior comienza en un extremo del patio, en el ala norte,
cuyos escalones hacen de inmediato un ángulo recto hacia la derecha
hasta llegar al centro donde comienza la escalera de caracol que va
rodeando el hueco. Esta escalera tiene alrededor de 113 escalones y
va conduciendo a tres cámaras abovedadas dispuestas en distintos
niveles en cuyas paredes se encuentran sendos nichos de utilidad
dudosa. En la última restauración que se llevó a cabo en el
castillo se recuperó y rehabilitó también el pozo y su acceso;
puede visitarse.
Es
de gran altura: 13 m. de lado x 28 m. de alto. Al exterior es sobria y
sin apenas ornamentación, salvo los adornos correspondientes a una
ventana gótica conopial y los escudos con las armas del conde de
Benavente que decoran el dintel de las otras cuatro. Hay tres escudos
repetidos por cada ventana.
Se
entra a la torre por una escalera de caracol que comienza en el
segundo piso y desde el adarve, como es habitual en las torres de los
castillos como táctica para impedir el acceso al enemigo. Dicha
escalera va avanzando hacia su derecha, siendo ésta otra táctica
militar pues si el enemigo lograra llegar a ella y subir, encontraría
siempre el nabo de la escalera que le impediría sacar con rapidez su
espada y atacar o defenderse. Sube por el ángulo NE hasta la azotea
sin tener acceso al primer piso ni al tercero. Los habitantes de la
torre se comunicaban de un piso a otro a través de escaleras
interiores, bien de obra o bien movibles.
Lo
más antiguo de la torre es la estancia del piso bajo, con bóvedas
de crucería y arcos de piedra que descansan en una corrida imposta.
Es la sala baja llamada cámara de don Álvaro o sala
real, con una aspillera que proporcionaba algo de luz. Hay otra
sala con bóveda de arista. La torre estuvo rematada con almenas.
Fuente: Castillos del Olvido
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