El Castillo de Librilla está localizado en la población del mismo nombre en la Región de Murcia.
Se
sitúa en el actual centro urbano de la población, en la zona más
alta y adaptándose al cerro amesetado donde se asienta el centro de
la villa, que aún está delimitada por los cortados que forman la
Rambla de Orón o Librilla y el ramblizo de la Cava. El lugar donde
se construyó la fortificación era un punto estratégico desde el
que se controlaba un acceso clave hacia el valle del Guadalentín, un
importante accidente orográfico que era utilizado como vía de
comunicación entre el levante y el sur peninsular, así como, en
algunas etapas históricas, espacio fronterizo entre las llanuras
prelitorales y el interior.
El
castillo se encuentra actualmente soterrado bajo la trama urbana del
centro de la población. En la zona más elevada de la villa, algunos
elementos y lo intrincado del callejero parecen recordarnos que una
vez allí se situó una fortificación, con sus muros, puertas,
torres y almenas hoy desaparecidas. Las estructuras defensivas se
hubieron de adaptar a la cumbre de la elevación donde se sitúa el
actual casco urbano de Librilla, por lo que el elemento más
claramente visible de los escasamente conservados resulta ser un
torreón cúbico que cuelga sobre la Rambla del Orón.
El origen de la fortaleza de Librilla ha de situarse hacia el siglo XI. Al-Idrisi, un importante geógrafo musulmán, mencionaba en el siglo XII el lugar de "hisn Limbraya", lo que atestigua la existencia de una fortificación que centralizaba el espacio rural circundante, estructurando diferentes aspectos de la vida cotidiana del sureste andalusí. Un hisn era un enclave defensivo rural que, en caso de peligro, podrñia albergar a la población dispersa que, dedicada a las labores agropecuarias, explotaba los campos. Era, por tanto, lugar de refugio de personas y ganados que, en este caso, controlaba una importante vía de comunicación.
Con
la incorporación del Reino de Murcia a la Corona de Castilla,
Alfonso X El Sabio donaba la villa de Librilla y la vecina de Alhama
a García de Villamayor. No obstante, en fecha poco posterior,
Librilla pasó a formar parte de los extensos señoríos del infante
Don Manuel, hermano del rey de Castilla e hijo de Fernando III. Y
sería uno de los lugares que heredaría su hijo el Infante Don Juan
Manuel, adelantado mayor del reino de Murcia, además de
trascendental político y escritor de la España medieval. Los
disturbios internos de la corona de Castilla, y las frecuentes
desavenencias de Don Juan Manuel con el monarca, llevaron a éste a
ceder temporalmente Librilla al Concejo de Murcia (1336-1337). Tras
el fallecimiento del adelantado, y la gradual desintegración de sus
inmensos señoríos, la villa y su fortaleza llegaron a manos de don
Alfonso de Aragón, quien las vendió a Alfonso Yáñez Fajardo,
quien se declaraba su señor en 1382.
A
partir de aquel momento, Librilla entró a formar parte de los
señoríos de la familia Fajardo, quienes patrimoniarían también el
cargo de Adelantado Mayor del Reino de Murcia. Apenas unos años
después, el rey de Castilla les concedió también el señorío
sobre Alhama, lo que les permitió tener un señorío conjunto al
que, poco tiempo más tarde, añadirían el de Molina Seca. En
Librilla, según el P. Ortega, los Fajardo construyeron una
residencia en el interior de la fortaleza, que estaría situada en el
solar que hoy ocupa el edificio consistorial. Constituida en villa en
1458, Librilla continuaría siendo señorío de los posteriormente
marqueses de los Vélez hasta las desamortizaciones del siglo XIX.
Resulta
muy compleja la descripción de una serie de elementos
arquitectónicos que una vez hubieron de existir y hoy han
desaparecido por completo o se encuentran ocultos bajo la trama
urbana de la población. Esto ocurre con el Castillo de Librilla.
Actualmente,
sólo la configuración de la zona más elevada de Librilla, un
torreón de planta cuadrangular situado al suroeste de la villa
colgado sobre la rambla del Orón, y el topónimo de la plaza de la
Muralla o el de la Cava, nos recuerda la existencia, una vez, del
castillo. La torre mencionada parece que una vez estuvo destinada a
proteger el acceso al puente que salvaba la rambla y conectaba a la
población con el otro sector.
A
grandes rasgos, la fortaleza hubo de adaptarse al lugar elegido para
su construcción, que ayudaba, en mucho, a convertir al enclave en un
recinto inexpugnable. La combinación de muros y torres, por lo
general de planta cuadrada, daba como resultado un sistema de
cremallera cuyos elementos se protegían a sí mismos.
Las
torres, además de contribuir al sostenimiento arquitectónico de los
lienzos, los defendían de un ataque frontal, y defendían también a
las torres flanqueantes. En el lienzo del muro, protegido entre dos
torres, o en el interior de una, se situaban las puertas, que eran
los elementos más débiles de la fortificación y, por lo tanto,
donde se desplegaban una serie de elementos destinados a su mejor
protección, fruto de la tecnología de la época. Todo ello daba
como resultado un sistema de protección muy eficaz.
Fuentes: Wikipedia
regmurcia.com
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