Las Murallas de Alcalá de Guadaira se encuentran situadas en la localidad del mismo nombre de la provincia de Sevilla (Andalucía).
Las
excavaciones realizadas en los enormes terrenos de Gandul están
sacando a la luz importantes yacimientos correspondientes a
asentamientos humanos que podrían pertenecer al periodo Calcolítico.
Con la llegada primero de los griegos, que la denominaron Hienipo, y
luego de los romanos, que la llamaban Ordo Hienípensis, se empieza a
tener referencias más claras sobre este asentamiento.
Pero
no cabe duda que fue en el periodo musulmán cuando Alcalá adquirió
un gran desarrollo y una gran importancia estratégica. La cultura
árabe era por aquella época muy superior a la castellana en arte,
filosofía, ciencia y sobre todo en el modo de vida. De época
musulmana quedan los dos elementos más importantes de Alcalá, como
son la muralla urbana y su castillo, pieza clave para la conquista de
Sevilla, y sus molinos de harina situados en la ribera del río, que
proporcionan a la ciudad, además de una floreciente industria
panadera, de la que hoy vive orgullosa, una fisonomía peculiar. Las
aguas de esta zona eran conducidas desde épocas musulmanas hasta
Sevilla y su acueducto partía del manantial de Santa
Lucía.
Fernando III el Santo conquistó Alcalá en el año
1247 pocos días después de la festividad de San Mateo, por lo que
se ha reconocido a este Santo como su Patrón. En el año 1262, en el
repartimiento de Alfonso X el Sabio, esta villa fue cedida a la
ciudad de Sevilla. En el año 1477 tuvo lugar aquí una famosa
batalla entre las huestes de los Ponce de león y los Guzmanes. El
nombre actual procede de los árabes, que la denominaban AL-KALAT
GUAXIRA, y significa, según unos, río del abasto, y según otros
castillo de Guadaira.
Alcalá
de Guadaira es uno de los conjuntos fortificados más importantes de
la provincia de Sevilla, comprendiendo una serie de edificaciones
entre las que hay que distinguir el castillo, de planta irregular en
torno a dos patios, y las murallas, con sus puertas, torres,
barbacanas y demás obras defensivas, divididas en dos recintos: el
de la Villa y el del Arrabal de San Miguel.
Las murallas
rodeaban la población. Esta barrera destinada a la defensa tiene
forma zigzagueante, ayudándose de los desniveles del terreno. Con
este sistema se intentaba evitar que los ángulos y aquellos
entrantes y salientes les quitaran visibilidad. La muralla, que
rodeaba toda la estructura, tiene dos metros de grosor y estaba
coronada de almenas y provista de saeteras.
El recinto del
Arrabal de San Miguel, de mayores dimensiones que el de la Villa, se
extiende por el oeste y el sur del castillo y el recinto de la Villa,
ladera abajo hasta el río Guadaíra. Se divide en dos sectores, uno
de pequeñas dimensiones al norte y otro mucho más extenso al sur,
separados por una coracha (coracha B). El recinto queda protegido al
oeste y al sur por el río Guadaíra, y defendido al norte por una
coracha (coracha A) que baja desde el castillo al río, y al este por
otra coracha (coracha C) que baja desde la muralla de la Villa al
río. Actualmente se conservan algunos tramos, la mayoría ruinosos y
otros pocos restaurados o consolidados.
Fuentes: castillos.net
garcilanga (Fotos)
Galería:
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