sábado, 20 de junio de 2020

Torre de Martiartu (Erandio, Vizcaya)


La Torre de Martiartu se encuentra situada en la localidad de Erandio en la provincia de Vizcaya (País Vasco). 

La torre tiene una cronología del siglo XVI , y oculta restos de la primitiva estructura medieval, de fines del siglo XIV o principios del XV. Es un cubo de sillería arenisca cuyo grosor de muros disminuye con la altura. Su interior está vacío, aunque en él se pueden observar restos de la construcción medieval, así como las huellas de los diferentes pisos en que se dividía la torre. 

En el exterior, los muros se desarrollan perimetralmente conformando cuatro lienzos con sus respectivas fachadas, asentadas sobre un basamento que se marca al exterior por un escalonamiento visible en las fachadas Sur y Oeste, para salvar el desnivel del terreno sobre el que asienta. En la fachada Sur se localizan dos accesos: en un primer nivel, el acceso a la planta inferior, bajo arco apuntado de gran dovelaje con su luz cegada por ladrillo y cemento, al cual se llega a través de patín. 

Aunque la torre es muy cerrada se observan algunos huecos, como saeteras, vanos geminados con arcos conopiales y ventanas adinteladas (éstas en el tercer nivel). Cuenta con tres plantas y en las dos últimas presenta varias hiladas de canes y ménsulas. Está rematada con crestería formada por una doble hilada de ménsulas que sustentan balaustrada horadada por aberturas alternativas, simulando almenado. 

En los ángulos superiores de la torre se observan cilindros apeados en repisas semicirculares decrecientes. Es una de las torres mejor conservadas y representativas de la época medieval, junto a la de Muñatones. 

De comienzos del siglo XVI en su exterior, está en estos momentos vacía en su interior donde, se pueden apreciar los restos de la torre primitiva de la segunda mitad del siglo XIV. Fue quemada por los enemigos del linaje en 1472. A comienzos del siglo XVI se reconstruiría de nuevo, integrando en sus muros de sillería la torre anterior y rematando el edificio con garitones esquineros. 

Según el historiador Juan Manuel González Cembellín, Martiartu es una muy característica torre con sala, de magnífica calidad tanto por su aparejo como por el acabado de sus detalles formales, y en un relativo buen estado de conservación en lo que a su exterior se refiere. Es sin duda, uno de los mejores representantes de su tipología en Bizkaia, aunque en origen presentó algunas singularidades que quizás no fueran del todo habituales en las torres con sala, como el posible balcón corrido. 

Como la práctica totalidad de las torres vizcaínas, Martiartu fue alzada en torno al año 1500, en concreto entre 1488 y 1511. Los detalles formales nos acercan más a esta última fecha que a la primera: los vanos conopiales, aún góticos, no se documentan en Bizkaia antes de 1499, y los de medio punto esperan hasta 1511; la gárgola se asemeja notablemente a la de Santa María de Portugalete, posterior a 1500; incluso la apurada sillería nos acerca a construcciones del XVI. 

El origen de los Martiartu no resulta claro. Su primer representante conocido fue Diego Pérez el Viejo. Este personaje aparece entre los testigos del pleito homenaje que en 1356 hicieron los principales hidalgos y algunas villas vizcaínas al rey Pedro I. 

Es a mediados del siglo XIV cuando los Martiartu se convierten en los jefes activos de la comunidad adquiriendo su pariente mayor la importancia suficiente como para ser aceptado al lado del señor. Este ascenso se vería ratificado una generación más tarde, en la persona de Martín Ortiz de Martiartu quien afianzó las bases económicas familiares muy posiblemente por su participación activa en la industria molinera. 

La construcción de la casa era el corolario del proceso de nacimiento de un linaje. Así pues, si con Diego Pérez el Viejo los Martiartu adquirían carta de naturalidad, sería con Martín Ortiz con quien pasarían a formar parte de los linajes de cierta importancia –aunque siempre en segunda línea, por detrás de los grandes protagonistas de las guerras de bandos–. Y sería él quien construyó, en el último cuarto del siglo XIV, la primera torre de Martiartu. 

Este auge de los Martiartu quedaría ratificado en torno a 1400 cuando Martín Ortiz obtuvo el cargo de gobernador mayor de la hermandad de Bizkaia. Fue precisamente haciendo uso de este oficio como encontró la muerte, cuando en 1415 se alzó dicha hermandad nada menos que contra el corregidor Gonzalo Moro. 

Le sucedió al frente del solar su hijo homónimo, que falleció a su vez en 1444, en la pelea que en el alto de Ganguren (Bilbao) enfrentó a los Butrón con sus tradicionales enemigos, los Avendaño. Su cuerpo yace, junto al de su mujer Mayor de Zamudio, en el sepulcro gótico que se encuentra en el pórtico de la iglesia de Santa María de La campa de Erandio. Este segundo Martín Ortiz no tuvo descendencia masculina, pasando sus posesiones a su hija, María López de Martiartu, y a su marido Ochoa Ortiz, pariente mayor del linaje de Guecho. 

Esta unión Guecho-Martiartu estaba orientada a garantizar el monopolio sobre los molinos de la zona. A partir de este matrimonio la torre de Martiartu quedó relegada a un segundo plano dentro del conjunto de las posesiones familiares, y sus señores no volvieron a residir en ella. Mantuvieron la condición de vecinos de Erandio –durante el Antiguo Régimen la doble o incluso triple vecindad fue una constante: se era vecino de todos los municipios en los que se era propietario–, y sólo volvieron a la torre en momentos puntuales –firma de un documento, toma de posesión del mayorazgo–. 

Pero lo cierto es que su residencia habitual se había trasladado a Getxo, donde se mantuvo hasta el siglo XVII, pasando después a Bilbao, al unirse al vínculo de Barraicúa primero, y al marquesado de Villarías después. La torre de Martiartu quedó convertida, por tanto, en un símbolo del poder del linaje. 

Pero lo cierto es que su residencia habitual se había trasladado a Getxo, donde se mantuvo hasta el siglo XVII, pasando después a Bilbao, al unirse al vínculo de Barraicúa primero, y al marquesado de Villarías después. La Torre de Martiartu quedó convertida, por tanto, en un símbolo del poder del linaje. 

Fuente: Castillos del Olvido

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