La Torre de La Quadra se encuentra situada en la localidad del mismo nombre en la provincia de Vizcaya (País Vasco).
Se
sitúa en una suave ladera sobre la margen derecha del río Cadagua,
dominando una de las entradas al valle de Salcedo. En lo más alto
del lugar se alza la Torre de La Quadra. Su característico volumen
destaca sobre el resto del caserío, recreando una imagen que sin
duda fue bastante habitual en los momentos finales de la Edad Media.
El
linaje de La Quadra de Salcedo parece arrancar de un hijo bastardo de
Ordoño de Zamudio, que a principios del XV se asentó en este
estratégico punto de la vega. Durante aquel siglo los La Quadra
tomarían parte en las guerras entre los bandos -facciones
nobiliarias- oñacino y gamboíno, militando siempre con los
primeros. Pero ello no les evitó tener algunos roces con otras
familias oñacinas.
Como
cuando hacia el año 1453 un Salazar se apoderó de la torre y obligó a su
propietaria, la viuda de Juan de La Quadra, a casarse con él, a fin
de hacerse con el importante y estratégico patrimonio del linaje. La
respuesta no se hizo esperar, y el prestamero de Bizkaia -el
encargado de administrar justicia-, secundado por varias familias
tanto oñacinas como gamboínas, reunió un verdadero ejército de
1.500 hombres para atacar a los Salazar. Estos, por su parte, les
hicieron frente -y derrotaron con 800 hombres. Pero, pese a su
victoria, la fortaleza fue finalmente devuelta a los La Quadra.
Posiblemente
después de estos hechos se reconstruyó la torre, ya que por sus
características formales podemos datarla en los años finales del
siglo XV. Con el paso del tiempo La Quadra fue transformada en un
caserío. Ello supuso algunas alteraciones, aunque no tan graves como
en otros casos semejantes. Sin embargo, en el año 1981 un incendio destruyó
la estructura interna, y la casa fue abandonada, iniciándose un
acelerado proceso de ruina.
Afortunadamente
sus propietarios acometieron hace ya algunos años la reparación del
tejado, con lo que parece que se ha detenido el deterioro. Pero aún
será necesario intervenir de forma decidida si queremos recuperar
una de las mejores torres vizcaínas.
Es
una fortaleza más compleja de lo habitual, al estar formada por la
torre propiamente dicha y una cerca exterior que define un amplio
espacio cuadrado. La muralla aún alcanza en algunos puntos los 4.5
metros de altura, aunque en otras zonas se ha arruinado por completo.
Han
desaparecido también sus arcos de entrada -debieron de ser dos-,
pero se conservan en parte las dos líneas de saeteras, pequeñas las
inferiores y de gran tamaño las de arriba, que recorrían la cerca.
Al parecer esta muralla servía de base a unas construcciones o
“camaras” de madera que permitían ampliar las limitadas
capacidades residenciales de la torre, y que, aunque muy alteradas,
se mantuvieron en pie hasta el incendio de 1981.
El
cuerpo de la torre es de planta cuadrangular (aproximadamente 11 x 9
metros) y con una gran altura (cerca de 18 metros). Los muros, de más
de un metro de espesor, se aparejan en mampostería reforzada con
sillares en las esquinas y en el recerco de los vanos. Su interior
acoge tres alturas. El bajo era cuadra, almacén y, cuando era
preciso, cárcel. Se entraba en él a través de un arco
levísimamente apuntado de grandes dovelas.
Además pueden verse en
este nivel algunas aspilleras: unas servirían para disparar sobre
los atacantes que hubieran logrado superar la cerca exterior; otras
serían simples luceros. El
piso primero, con una altura interna de unos de 8 metros -casi la
mitad del total de la torre-, era el principal. Se llegaba hasta él
a través de un patín o escalera exterior de piedra protegido por un
muro, de forma que quedaba oculto a los ojos de un posible atacante.
Este
patín es posiblemente el más complejo de los conservados en
Bizkaia: una pequeña escalinata de doble tiro lleva a un ingreso en
arco levemente apuntado; por él se pasa a la escalera propiamente
dicha, que a su vez conduce a un nuevo arco ojival; éste da paso a
un rellano desde el que, por fin, se entra en la torre.
En
esta planta se hacía la vida diaria: aquí estaban el hogar, aquí
dormían y comían servidores y tropa, aquí estaba la alcoba o
cámara del pariente mayor, que estaría individualizada del resto
del piso mediante unos tabiquillos de verganazo –varas de avellano
entrelazadas y forradas con yeso o arcilla-. Este piso contaba con
varios vanos: aspilleras de defensa y de iluminación, una ventana
conopial en cuya rosca se tallaron dos escudetes con las armas de
los Salcedo y los Zamudio, y unas puertas apuntadas -hoy cegadas-
para pasar a las “camaras”.
La
segunda planta estaba conformada por una única y amplia sala
iluminada por cuatro ventanas ligeramente apuntadas, una por fachada,
además de nuevas aspilleras. La estructura interior era a base de
pisos de madera sustentados en un pie derecho central y los escalones
que presentan los muros en cada piso, pero casi todo ello se perdió
tras el incendio de 1981. Remata la torre un tejado piramidal,
recientemente restaurado.
Fuentes: Castillos del Olvido
castillos.net
Wikipedia
Galería:
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