sábado, 20 de junio de 2020

Murallas de Orduña (Vizcaya)


Los restos de las Murallas de Orduña se encuentran situados en el casco histórico de la población del mismo nombre en la provincia de Vizcaya (País Vasco). 

Forman el conjunto defensivo público más completo de Vizcaya. Su recorrido en el momento de máxima extensión fue de 1,8 kilómetros, de los cuales se conservan el 65 %, a pesar de que la mayoría están ocultos por edificios. Medía unos 8 ó 9 metros de altura y entre 1 y 1,30 metros de grosor. Es un muro con caras externas de piedra caliza grande ligeramente desbastada y relleno interior de piedras pequeñas sin trabajar. Se apareja en mampostería irregular con tendencia a formar hiladas, unida con una argamasa blanquecina con bastante cal. 

Respecto a su cronología, las últimas investigaciones parecen confirmar un desarrollo en tres etapas, relacionadas con las diferentes fundaciones de Orduña. El punto de partida de la villa se debe al Señor de Vizcaya, Don Lope Díaz de Haro, quien otorgó Carta Puebla en 1229. Sin embargo, hasta la definitiva incorporación del Señorío de Vizcaya a la Corona de Castilla, Orduña perteneció a uno u otro territorio dependiendo de las cambiantes relaciones de poder. En esta situación se produjo la segunda fundación por el rey Alfonso X en 1256. El tercer ensanche surgiría por la necesidad de acoger a la creciente población ante el empuje económico que pronto adquirió la villa. 

Una de las cuestiones más controvertidas de la cerca orduñesa consiste en saber si cada uno de los recintos fue totalmente independiente de los demás, o si por el contrario cada nueva fundación incluía a la anterior, opción por la que nos inclinamos. En el primero de los casos la plaza quedaría fuera de la villa, rodeada de murallas, hasta que se hizo el muro que la cerró por el oeste, mientras que según nuestra hipótesis la plaza quedaría incluida dentro de la villa desde la creación del segundo núcleo. 

Otras zonas problemáticas son la calle Harategi, que se vio muy alterada con la construcción del Colegio de Jesuitas en el siglo XVII, así como el extremo nororiental. En este último, en la parte baja de la iglesia en su intersección con el fuerte, existe un resto de la muralla primitiva construida a partir de 1229. En época de Alfonso X se rompería para insertar el actual templo-fortaleza formando parte de la muralla, el cual llegaría en altura hasta el paseo de ronda y constaría inicialmente de la cabecera cuadrada y los transeptos. Posiblemente a finales del siglo XIII o comienzos del XIV se haría el fuerte con los torreones, que dejaría de tener función defensiva hacia el siglo XVI. 

En el resto del perímetro el trazado de la muralla coincide en general con el muro zaguero de las casas, a pesar de que en origen era exenta y por lo tanto estaba separada de los edificios por una calle de ronda. Se puede ver la muralla en la planta baja de los números 9-11 de la calle Burdin, si bien los cubos circular y cuadrado que se le adosan son modernos, también en el número 5 de Lukas Deuna, y en el 13 de la calle Burgos, aunque en este caso el cubo semicircular en esquina sí es original. 

Por suerte se han conservado dos torres defensivas situadas en las esquinas de la muralla, la del Ayuntamiento y la del Águila, y sabemos que hubo al menos otra en el ángulo suroeste del recinto primitivo, la del Reloj, desaparecida en el siglo XVII.  La del Ayuntamiento es una torre cuadrangular almenada que forma chaflán. La del Águila es abierta por la gola, con muros de 1,20 metros de grosor y un aljibe al interior. 

Completando el conjunto defensivo los arroyos que pasaban junto a las cercas de la ciudad, como el de Agua Salada al norte, cumplían las funciones de foso, mientras que en otros puntos se aprovechó la pendiente natural del terreno para crearlo artificialmente, como se ha visto en la excavación en la calle Zaharra 2-4. Además, entre las calles Tras Santiago y Zaharra se documenta en el año 1541 una barbacana, es decir, una muralla más baja situada en paralelo a la principal y adelantada con respecto a ella. 

Para comunicar la ciudad con los caminos principales se abrieron un máximo de seis puertas en la muralla exterior, aunque sólo nos ha quedado la huella dejada por el Portal de Orruño. Además hubo al menos dos portales de comunicación entre el núcleo más antiguo y la plaza, uno de ellos en Artekale y el otro, que aún se conserva, en Burdin.

Fuentes: Castillos del Olvido
                castillos.net
                 Wikipedia

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