jueves, 11 de junio de 2020

Castillo de Aitzorrotz (Bolibar, Guipúzcoa)


El Castillo de Aitzorrotz se encuentra situado en la anteiglesia de Bolibar, en la comarca de Debagoiena de la provincia de Guipúzcoa (País Vasco). 

La peña donde se asienta el castillo ha estado ocupada por el hombre desde el Neolítico hasta la guerra civil de 1936. Sobre una primera fortificación tardorromana y alto medieval se construyó en el siglo XI un nuevo castillo que fue fortaleza referencia del reino de Navarra en Gipuzkoa durante el reinado de Sancho el Sabio (1150-1194). La primera referencia de Aitzorrotz data de 1184 cuando se menciona al tenente Enecone de Oritz. El castillo fue sede del responsable de toda la región de Ypuccoa-Alava en el siglo XII hasta la creación de la tenencia de San Sebastián en 1199. 

Alfonso VIII conquista parte del reino de Navarra (Gipuzkoa, Araba y el Duranguesado) siendo el castillo ocupado desde entonces hasta (año 1200) su abandono definitivo en el siglo XV. A mediados del siglo XVI se construyó la ermita de Santa Cruz los restos de la fortaleza y consta en los libros del archivo parroquial de Bolivar Ugazua desde 1694. 

En la campaña arqueológica del año 2014 aparecieron los escasos restos de la puerta del castillo. Para crear el espacio se desbastó la roca y se estrechó la muralla, por lo que se puede apreciar una leve forma de embudo. La entrada debió ser de arco de medio punto, realizado con piedra arenisca traída de otro lugar, mientras que el portón sería de madera de roble, con dos hojas que se abatían hacia el interior. 

Una tranca permitía su cierre. Siendo el lugar más vulnerable del castillo, y objetivo de cualquier ataque, la entrada tenía una orientación algo oblicua, en dirección a la peña, con el fin de evitar los impactos directos de alguna pequeña máquina de guerra. Su defensa se facilitaba con dos torres de madera que se situaban en los salientes de la roca, en posición dominante. 

Solo se conserva la mitad de los 90 metros de perímetro de muralla, construida con mampostería de piedra caliza de la propia peña. No hay evidencias de torres construidas con piedra, por lo que lo más probable que aprovecharan la destacada anchura de 2,5 metros para construir defensas de madera. Las viviendas aprovechaban la muralla como contrafuerte. En las excavaciones arqueológicas aparecieron agujeros para fijar postes de madera y zonas de hogar, además de canalizaciones soterradas realizadas en madera y argamasa. El muro cuenta con alguna abertura para evacuar el agua y una posible salida de emergencia bajo la muralla. Hasta fechas recientes se pensaba que era una pequeña cueva. 

El castillo disponía de una cisterna para almacenar el agua, imprescindible para poder resistir cualquier asedio. Para llenarla, se construyó un sistema de cañerías de madera que recogía el agua de lluvia de los tejados. Su capacidad era de 20.000 litros, y servía para mantener a una guarnición de 10 a 15 personas. Una vez terminado el trabajo en la roca se impregnaban las paredes con una capa de impermeabilizante realizada con resinas, aceites y cal, con el fin de evitar las filtraciones de agua. También disponía de un tejado y un sistema de polea y cubo para extraer el agua.

Fuentes: castillos.net
                Eduardo Argote (Fotos)

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