El Castillo de Aitzorrotz se encuentra situado en la anteiglesia de Bolibar, en la comarca de Debagoiena de la provincia de Guipúzcoa (País Vasco).
La
peña donde se asienta el castillo ha estado ocupada por el hombre
desde el Neolítico hasta la guerra civil de 1936. Sobre una primera
fortificación tardorromana y alto medieval se construyó en el siglo
XI un nuevo castillo que fue fortaleza referencia del reino de
Navarra en Gipuzkoa durante el reinado de Sancho el Sabio
(1150-1194). La primera referencia de Aitzorrotz data de 1184 cuando
se menciona al tenente Enecone de Oritz. El castillo fue sede del
responsable de toda la región de Ypuccoa-Alava en el siglo XII hasta
la creación de la tenencia de San Sebastián en 1199.
Alfonso
VIII conquista parte del reino de Navarra (Gipuzkoa, Araba y el
Duranguesado) siendo el castillo ocupado desde entonces hasta (año
1200) su abandono definitivo en el siglo XV. A mediados del siglo XVI
se construyó la ermita de Santa Cruz los restos de la fortaleza y
consta en los libros del archivo parroquial de Bolivar Ugazua desde
1694.
En
la campaña arqueológica del año 2014 aparecieron los escasos
restos de la puerta del castillo. Para crear el espacio se desbastó
la roca y se estrechó la muralla, por lo que se puede apreciar una
leve forma de embudo. La entrada debió ser de arco de medio punto,
realizado con piedra arenisca traída de otro lugar, mientras que el
portón sería de madera de roble, con dos hojas que se abatían
hacia el interior.
Una tranca permitía su cierre. Siendo el lugar
más vulnerable del castillo, y objetivo de cualquier ataque, la
entrada tenía una orientación algo oblicua, en dirección a la
peña, con el fin de evitar los impactos directos de alguna pequeña
máquina de guerra. Su defensa se facilitaba con dos torres de madera
que se situaban en los salientes de la roca, en posición
dominante.
Solo se conserva la mitad de los 90 metros de
perímetro de muralla, construida con mampostería de piedra caliza
de la propia peña. No hay evidencias de torres construidas con
piedra, por lo que lo más probable que aprovecharan la destacada
anchura de 2,5 metros para construir defensas de madera. Las
viviendas aprovechaban la muralla como contrafuerte. En las
excavaciones arqueológicas aparecieron agujeros para fijar postes de
madera y zonas de hogar, además de canalizaciones soterradas
realizadas en madera y argamasa. El muro cuenta con alguna abertura
para evacuar el agua y una posible salida de emergencia bajo la
muralla. Hasta fechas recientes se pensaba que era una pequeña
cueva.
El castillo disponía de una cisterna para almacenar el
agua, imprescindible para poder resistir cualquier asedio. Para
llenarla, se construyó un sistema de cañerías de madera que
recogía el agua de lluvia de los tejados. Su capacidad era de 20.000
litros, y servía para mantener a una guarnición de 10 a 15
personas. Una vez terminado el trabajo en la roca se impregnaban las
paredes con una capa de impermeabilizante realizada con resinas,
aceites y cal, con el fin de evitar las filtraciones de agua. También
disponía de un tejado y un sistema de polea y cubo para extraer el
agua.
Fuentes: castillos.net
Eduardo Argote (Fotos)
Galería:
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