Las ruinas del Castillo de Torrecid se encuentran situadas sobre un cerro en una excelente situación estratégica desde la que se domina el valle medio del río Jalón, en el término municipal de la localidad de Ateca de la comarca de la Comunidad de Calatayud en la provincia de Zaragoza (Aragón).
Se puede llegar a sus ruinas por la carretera que
va de Ateca a Valtorres. En el punto kilométrico 2,5 sale una pista
a la derecha que pasa debajo de la A-2. Después de pasar por debajo
del puente hay que seguir recto durante unos 200 metros y girar a la
derecha en una curva cerrada (hay que fijarse bien para no pasar de
largo), donde hay un cartel que dice Torrecid.
En
el año 1081, tras ser desterrado por primera vez por el rey
castellano Alfonso VI, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador,
partió hacia el destierro con sus mesnadas, dirigiéndose al reino
musulmán de Zaragoza. Al llegar a tierras de Jalón acampó cerca de
la pequeña localidad de Ariza, siguiendo posteriormente el curso del
río y pasando por poblaciones como Alhama o Bubierca, hasta llegar a
Ateca. Cerca de esta población musulmana, entre Ateca y la actual
Valtorres, decidió establecerse un tiempo y construir una
fortificación en el margen derecho del Jalón, sobre la cima de un
otero a orillas del río, para hostigar, intimidar, vigilar y ser
visto expresamente por Alcocer y las poblaciones musulmanas situadas
al otro lado del río, en el margen izquierdo, que conquistaría
posteriormente.
En
pocos días el Campeador levantó la fortificación o castillo, que
serviría de base de operaciones, campamento base para las inmediatas
correrías y conquistas del Campeador por tierras del Jalón. No es
difícil imaginar lo que sentirían los musulmanes de Ateca o
Alcocer, al otro lado del río, que sin duda alguna contemplarían
desde sus hogares la evolución de las obras de la fortificación que
estaban levantando el Cid y sus hombres. Estaban acostumbrados desde
siempre a algaradas de moros y cristianos, pero el hecho de ver un
grupo de cristianos levantando una fortificación o castillo
prácticamente en sus narices, los dejaría estupefactos,
sorprendidos, atónitos, sin dar crédito. Sería algo nuevo para
ellos que no habrían visto jamás.
Días después de la
construcción del pequeño castillo, llegarían noticias a Rodrigo y
sus hombres de que un ejército de un millar de hombres del reino
musulmán de Valencia se dirigía hacia tierras del Jalón, para
sacar tajada del reino de Zaragoza, ya que se les había dicho que se
les entregaría Calatayud, o simplemente por el hecho de que un grupo
de cristianos habían construido un castillo tan cerca de poblaciones
musulmanas, cosa que no podían tolerar. Es raro que Calatayud no
hiciera nada para impedirlo, dada su cercanía y lo poderosa que era.
El caso es que Calatayud no haría nada para impedir el asentamiento
de Rodrigo tan cerca de la ciudad. El Cid actuó rápido, decidió
atacar y conquistar Alcocer con urgencia, para tener aseguradas las
dos orillas del río. La conquista de Alcocer fue rápida, y solo su
alcaide se resistiría en un principio, hasta que entregó el
castillo al Campeador.
Según se cuenta, Mio Cid prendió
fuego a parte del campamento y fingió una huida aguas abajo del
Jalón, pero cruzó el río y se plantó en Alcocer por sorpresa,
conquistándolo sin apenas resistencia.
El ejército
valenciano se presentó un par de días después de la toma de
Alcocer en el valle del Jalón. Calatayud les recibió con las
puertas cerradas y centenares de hombres defendiendo sus murallas,
por lo que decidieron ir contra el Cid y sus hombres. El ejército
valenciano se apostó y plantearon la batalla en la llanura, justo en
medio del valle, a medio camino de las posiciones cristianas de
Torrecid y la recién conquistada Alcocer. Al estar posicionados en
el centro del valle, los valencianos se dirigían a una muerte
segura. Y así sería, los valencianos fueron acorralados, atrapados
y masacrados entre los dos frentes cristianos.
Es probable que
desde Torrecid, el Campeador conquistara los cercanos castillos de
Terrer, Bubierca, Ateca, o Alhama, ese mismo año (1081), además de
cobrarles parias. Quizás sería antes, cuando penetró en el valle
del Jalón hacia el destierro, aunque no se sabe con seguridad. Lo
que sí es seguro es que conquistaría todos estos castillos en sus
correrías por el Jalón, y cobraría parias a las diferentes
poblaciones musulmanas. Es muy probable que las conquistas de Terrer
y Ateca, situados muy cerca y a ambos flancos de Alcocer, fuera
planeada desde su campamento fortificado en el otero, al igual que
Alcocer.
Después de haber conseguido lo necesario para
subsistir y agotado los recursos de la zona, Rodrigo y sus mesnadas
dejaron el otero y abandonaron la vega del Jalón, dirigiéndose a
Zaragoza y entrando al servicio del del rey musulmán
Al-Mutamin.
Desde finales del siglo XI, el otero del Cid ha
permanecido despoblado y abandonado, durante más de nueve siglos,
hasta que unas excavaciones realizadas en 1987 descubrieron y sacaron
a la luz los restos del campamento cidiano y los del castillo de
Alcocer, situados en el lugar geográfico exacto que dice el Cantar
de Mio Cid, probando la existencia de ambas plazas a pesar de las
dudas de su existencia por parte de algunos historiadores.
El
enclave militar fortificado por el Cid en el otero sería levantado
en solo unos días. Fue construido de modo muy sencillo, a base de
piedras mezcladas con barro, recogidas en el mismo cerro y en sus
laderas.
Según una teoría no confirmada en el centro de la
fortificación se levantaría una torre de unos diez metros de
altura, cuya función sería la guardia y vigilancia del valle del
ejercito cristiano y refugio ante un eventual ataque musulmán, con
dependencias adosadas alrededor de las cuales se plantarían las
tiendas de campaña.
El campamento estaba dividido en seis
habitaciones. La primera está excavada en la roca, es de planta
trapezoidal, con unas dimensiones aproximadas de 4,50 por 2,95 metros
y un grosor de muros de entre 60 y 80 centímetros. Esta primera
habitación comunica por el lado oeste con la numero dos a través de
una puerta de un metro de ancho, es también de forma trapezoidal, de
6,35 por 2,80 por 5'70 por 2 metros de lados y anchura de muros
semejante a la de la primera habitación. Estas dos primeras
habitaciones están situadas en la parte central del recinto de la
fortificación, y fueron posiblemente el núcleo inicial del
campamento. Ambas estaban comunicadas ente sí y no presentan salida
al exterior, por lo que su acceso o entrada se realizaría en
posición elevada mediante algún tipo de escalera.
Tras la
habitación dos está la tres, con un muro en común entre ambas que
sería el sur para las dos y el norte para la tres. Esta estancia es
más pequeña que las dos primeras, de unos 2,60 por 2,90 por 3
metros. Junto a la tres aparece la cuatro, cuyo muro oeste
corresponde con el este de la tres y el norte coincide con el sur de
la uno; ésta estancia es aún más pequeña, siendo sus medidas de
1,90 por 2,80 por 1'60 metros. Las habitaciones tres y cuatro estaban
situadas en el flanco sur del campamento, la parte más accesible por
no tener casi pendiente, por lo fue reforzada mediante un foso.
Las
estancias cinco y seis estarían situadas en el flanco norte del
campamento, en la zona mas segura, cerca del borde el barranco del
cerro que daba al valle del Jalón. La cinco tiene forma rectangular,
de 3 por 0,7 metros. La seis está localizada a la izquierda de la
cinco, su muro este coincide con el oeste de la cinco y su muro sur
con el norte de la dos. En ella se descubrieron dos silos donde se
almacenaban alimentos y grano, en uno de los cuales se encontraron
importantes restos de cerámica.
Actualmente el campamento
fortificado, castillo o fortificación de Torrecid, se encuentra en
estado de ruina, y totalmente abandonado. Apenas quedan restos de
muros de sus estancias, rebajados, con fábrica de mampostería, que
no superan el medio metro de altura.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
sipca.com
Galería:
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