El Castillo de Sádaba, también llamado Castillo de Los Bañales, se encuentra erguido sobre la roca en lo alto de un pequeño cerro sobre la localidad de Sádaba en la comarca de Cinco Villas de la provincia de Zaragoza (Aragón).
El
castillo está elevado unos quince metros sobre la villa que estuvo
en un principio a sus pies, pero en el siglo XV se trasladó al otro
lado del río. La zona de Sádaba se empezó a repoblar en el siglo
XI. En 1099 eran sus señores García Garcés y su esposa Blanquita
(o Velasquita). R. del Arco publicó un documento firmado por Alfonso
I en 1125 que hablaba del castillo. Sin embargo la fortaleza actual
no puede coincidir por estilo con la del siglo XII, por lo que se
considera que hubo un castillo anterior al actual datado en el año
1125, fundado por Alfonso I El Batallador. En 1159 era propiedad de
un hijo de los señores, Don Pedro García, lo que significaba un
señorío hereditario, algo nada común en Aragón durante el siglo
XII.
Durante
la minoría de edad de Jaime I de Aragón, Arnaldo de Alascún
tiranizaba a los vecinos de Sádaba y realizaba correrías por la
contigua Navarra, por la que Sancho VII «El Fuerte» actuó
militarmente contra él y puso a Sádaba bajo su protección en 1215,
coincidiendo con el reinado del poderoso Jaime I el Conquistador,
benevolente con el reino de Navarra debido a su fuerte endeudamiento,
propio y por herencia paterna con el monarca navarro.
En
1221, tuvo que repetir la operación contra el hijo de anterior,
Fortanet de Alascún, y su madre María, los cuales entregaron la
villa a perpetuidad. En 1223 ya figuraba Fernando de Leret como
tenente en «Sádaba Nueva». Lo que incita a pensar que fue entonces
cuando se construyó la fortificación actual. Su sucesor Teobaldo I
devolvió la villa y el castillo a Fortanet en 1244, a ruegos del
conde de Verán, pero con todas las obligaciones de un vasallo.
Sádaba volvió a Aragón por solicitud de sus vecinos en 1261. Años
después se puso en armas por la guerra contra Navarra y Francia en
1283.
Existe
un documento de 1302 que revela que Jaime II debía 1.200 sueldos a
Jordana Savial de Morgia, esposa de Ramiro Sánchez de Antillón,
quienes habían comprado el castillo de Sádaba, y que entonces lo
custodiaba G. de Castell Nou. En la Guerra de los Dos Pedros, fue uno
de los entregados en rehenes a Carlos II de Navarra durante las
negociaciones entre ambos reyes. Pedro IV vendió la villa a
Francisco de Villanueva en 1384, pero los vecinos compraron su
libertad en 1399 y Sádaba ya no volvió a salir de la Corona de
Aragón. En 1452 volvió a sufrir ataques navarros, al igual que
otras localidades fronterizas.
El
castillo es de estilo bajomedieval con decoraciones cistercienses del
siglo XIII. No muestra elementos defensivos, como la torre del
homenaje o el foso o la barrera; las saeteras y los vanos son escasos
y no posee matacanes. Como propias defensas tiene el grosor de sus
muros, con torres cuadradas rematadas en almenas, y los adarves; a
parte del acceso en recodo, de influencia árabe.
Se
aprecia en él la transición del modelo de castillo arcaico
-entendido como una torre principal al interior del recinto
amurallado-, pasando a ser una especie de ciudadela defendida por
torres y muros en su periferia. Responde a una nueva tipología de
fortalezas que por aquel entonces se levantaban en algunas partes de
Europa, y conocido como «Formula de Felipe Augusto».
El
recinto amurallado es de planta rectangular, de 38×30 metros de
lados, y ocupa una superficie de más de 1.000 metros cuadrados. Los
muros están construidos en piedra labrada, en sillares perfectamente
trabajados y colocados en hileras horizontales. Su altura uniforme y
considerable. En varias de las torres y muros hay ventanas estrechas
de arco semicircular y saeteras muy rasgadas.
Presenta
en torno a su patio siete torres también de planta rectangular y muy
diferentes unas de otras, cuatro de ellas en las esquinas. La situada
en la parte suroeste, conocida como Torre del Rey, es un poco mayor
que las restantes y es la que tiene la puerta de ingreso al recinto
fortificado sin que por ello pueda considerarse como la del homenaje.
En este mismo muro, a la derecha de la puerta de acceso, se sitúa la
conocida como Torre de la Reina. En los muros oeste y norte, se
encontraban las estancias y salones.
En
el patio de armas destaca el aljibe, de gran capacidad, con tres
arcos apuntados que sostenían una bóveda que actualmente no se
conserva. Un estrecho camino de ronda atraviesa todo el adarve por
las torres por pasadizos, y da entrada a una especie de zaguán
descubierto por el que se accede al patio de armas.
El
castillo fue propiedad, durante algún tiempo, de la Orden de San
Juan y así lo constata la cruz de Malta inscrita en círculo que
aparece en una puerta de la capilla del patio. Su exterior lo decoran
una pareja de semicolumnas adosadas en el lado norte de la puerta de
acceso, que se interrumpen con su capitel liso. Dos pilastras en cada
ángulo sustentan arcos apuntados, y en el diedro que forman las
mismas, columnas rematadas en capitel con decoración geométrica muy
sencilla en la que apean las nervaduras triples de la bóveda de
crucería.
Fue
escenario de numerosas guerras. En el siglo XVI se mantuvo en buen
estado pero se abandonó en los siglos siguientes. Durante muchos
años la fortaleza de Sádaba se mantuvo en total y absoluto
abandono. En la actualidad ha pasado a manos de la administración
provincial de la Diputación General de Aragón que se encarga de su
restauración y conservación. En su interior se organizan
actividades culturales como exposiciones de arte y talleres.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
sipca.com
aragonromanico.com
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario