El Castillo de Sibirana se encuentra situado junto a la Ermita de Santa Quiteria en el término municipal de la localidad de Uncastillo de la comarca de las Cinco Villas de la provincia de Zaragoza (Aragón).
Se puede llegar
saliendo de Uncastillo en dirección a Luesia. Poco antes de llegar a
Luesia hay que tomar la una pista forestal que sale a mano izquierda
y se dirige a la zona de acampada del Pozo Pígalo. Tras un recorrido
de 7 kilómetros se llega a un cruce en Y, cuyo ramal derecho lleva a
la zona de acampada, y el izquierdo, con un cartel de prohibido el
paso, al despoblado Sibirana y su castillo tras unos 2,5 kilómetros.
En
el siglo X, dos siglos después de la invasión musulmana de la
península ibérica, el Reino de Pamplona y el Condado de Aragón
eran pequeños territorios amenazados por Al-Andalus. Para defender
sus fronteras con los sarracenos se levantaron numerosas
fortificaciones y reaprovecharon otras de los moros.
En el
siglo siguiente (XI) el reino de Aragón, tras su avance de
reconquista hacia el sur en el último cuarto de siglo, fortificó su
frontera meridional para asegurar el dominio de las tierras ganadas a
los musulmanes. No tardaron en proliferar nuevos castillos y torres
defensivas por toda la zona. Los castillos fronterizos de Aragón
generalmente eran de pequeñas dimensiones, y se construyeron en
puntos estratégicos, defendiendo el acceso a valles, villas, paso de
los ríos y vías de comunicación importantes.
Se limitaban a
un pequeño recinto amurallado del que emergía una esbelta torre,
muy frecuentemente acompañada de su iglesia románica, formando el
tradicional binomio castillo-iglesia tan común en castillos
aragoneses del Alto Aragón. La actual comarca de Cinco Villas de la
provincia de Zaragoza, territorio de frontera entre moros y
cristianos entre los siglos X y entrado el XII, conserva hoy varios
de estos castillos de frontera. Unos se encuentran en ruinas, otros
han sido transformados de su fábrica medieval original, y otros han
desaparecido.
De este modo, fortificaciones como Biota, Obano,
Ballesta, Yecra, Sos, Uncastillo, Biel, Sibirana, Villaverde o
Luesia, entre otros, formaron parte de la franja fortificada
fronteriza o extremadura aragonesa, con territorios musulmanes de
Al-Andalus.
Las primeras referencias documentales del castillo
de Sibirana datan de 1063, pero su origen mucho más antiguo, pues
parece tratarse del "Castrum Silbanianus" que mencionan algunas
crónicas: una fortificación de origen musulmán anterior que se
limitaba a una torre rodeada por una pequeña muralla, que pertenecía
a los Banu Qasi zaragozanos, disputada ésta por moros y cristianos a
finales del siglo IX y principios del X, hasta que fue dominada
definitivamente por Sancho Garcés I de Pamplona, afianzándose en la
extremadura de los Arbas desde entonces, a partir de 921. Sobre las
ruinas de la antigua fortificación musulmana, se levantó la
actual.
El castillo de Sibirana formó parte de las
fortificaciones fronterizas de la línea defensiva o extremadura
fortificada de los reyes cristianos, primero de Pamplona, y más
adelante de Aragón, con territorios musulmanes de la Marca Superior
andalusí, junto con los cercanos castillos de Luesia, o Biel entre
otros.
Después del siglo XI, tras el fin de la amenaza
musulmana y la pérdida de su función estratégica, el castillo fue
abandonado. Debido al pronto abandono y a su emplazamiento en
situación apartada, en un agreste y solitario paraje natural, hizo
que hoy se pueda contemplar prácticamente intacto de su fábrica
original, sin apenas modificaciones o reformas.
El
castillo de Sibirana, levantado sobre un escarpado rocoso, es uno de
los castillos más pintorescos y curiosos de Zaragoza y de la
península Ibérica, por su peculiar disposición y rareza, y por el
atractivo de hallarse casi intacto desde su construcción.
Está
formado por un recinto amurallado de donde emergen dos torres
similares a las de los castillos de Luesia y Biel. Las torres, una en
cada esquina, sobrepasan los 10 metros de altura, son de planta
rectangular de 6 por 4 metros una de ellas y aproximadamente 7,5 por
4 metros la otra, y están unidas entre sí por un muro levantado al
borde de la roca natural.
Las torres conservan saeteras en
algunos de sus muros, así como parte de su remate almenado original.
Se estructuraban en tres plantas y sótano. Una de ellas se sitúa a
mayor altura que la otra. El acceso a las torres se realizaba por una
entrada semicircular situada en altura. Junto a la fortificación,
muy próxima a ella, se conserva su iglesia románica en estado de
ruina, la de Santa Quiteria.
Alrededor del castillo surgió un
pequeño núcleo de población, del cual quedan algunos restos. Su
aparejo o fábrica es de buena sillería. Se encuentra en estado de
ruina progresiva.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
aragonmedieval.com
Eduardo Argote (Fotos)
Galería:
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