martes, 6 de octubre de 2020

Murallas de Baeza (Jaén)

 


Las Murallas de Baeza son el conjunto de fortificaciones que rodean el casco antiguo de la ciudad homónima de la provincia de Jaén (Andalucía). 

La condición geoestratégica de la comarca de La Loma, en la dorsal entre los ríos Guadalimar y Guadalquivir, dominando sus amplios valles, es esencial para las ciudades que en ellas se asientan. La elección del emplazamiento de la ciudad de Baeza refuerza su posición estratégica primando su carácter defensivo. La visión de la ciudad desde el valle y el camino de Jaén exhiben su condición fortificada que domina el valle y que será determinante a lo largo de toda su historia. 

Al interior del recinto amurallado, en su zona central, se articula el conjunto monumental en torno al que se distribuye un caserío homogéneo formado mayoritariamente por casas unifamiliares de dos plantas y por algunos bloques de viviendas en su periferia, que no suelen distorsionar su visualización y su fisonomía. Este conjunto monumental responde a un proyecto renacentista que sustituyó a las tramas medievales previas y que se extendió desde el siglo XVI al resto de la ciudad. 

Es en el extremo suroeste de la ciudad, en el cerro del Alcázar, donde los depósitos arqueológicos existentes ofrecen una secuencia continuada y amplia el proceso histórico de la ciudad. En este ámbito intramuros y en sus laderas se sucede el poblamiento desde los tiempos prehistóricos de la etapa calcolítica, hace unos 5200 años, hasta la actualidad. 

Con el Imperio Romano, en el siglo I a.C., Vivatia adquiere el rango de Municipio, formando parte del aparato administrativo y de la organización territorial romana con pleno derecho. Desde mediados del siglo II d.C. se constata la crisis del sistema municipal romano y la concentración de la propiedad de la tierra, lo que derivó en la potenciación de la vida rural a través de grandes explotaciones agrarias organizadas desde las villas rurales que adquirieron un peso económico mucho más relevante. 

En la etapa visigoda Biatia llegó a constituirse en sede episcopal como evidencia la asistencia de su obispo Rogato al XI Concilio de Toledo en el año 675. La acuñación de moneda hacia mediados del siglo VII bajo los reinados de Tulga y Chindasvinto, refrendaría su jerarquía como centro urbano. 

Durante la etapa musulmana Bayyasa continuó teniendo un papel relevante como una de las ciudades más importantes de la Cora de Jaén, ostentando la capitalidad de uno de los iqlin o distritos territoriales de la Cora. A partir del reinado de Abderramán II el poder del emirato se consolida, lo que conlleva un proceso general de urbanización de las ciudades ligado al aumento de su población. El convulso periodo del Emirato Omeya, estuvo marcado en su etapa final por la sublevación muladí. Esta sublevación se produjo como respuesta al proceso de control del estado en detrimento de los intereses y privilegios de las grandes familias terratenientes árabes y muladíes. 

Desde finales del siglo XI tienen lugar las dominaciones almorávide y almohade de la ciudad, con el intervalo de la conquista por Alfonso VII, pasando a manos cristianas entre 1147 y 1157, volviendo después a dominio almohade. No obstante, su posición estratégica entre la meseta castellana y el valle del Guadalquivir, determinó frecuentes razias cristianas en territorio musulmán. La batalla de las Navas de Tolosa en 1212 se resuelve con la derrota del califa almohade facilitando la conquista del territorio que de forma progresiva pasará a manos cristianas. Tras esta batalla la población de Baeza se trasladó a Úbeda, pero ambos núcleos fueron saqueados e incendiados. Tras el asalto los cristianos se retiraron y las ciudades volvieron a manos musulmanas. 

La ciudad islámica de Bayyasa contó con un recinto amurallado y con un arrabal que se extendía hasta el cauce del arroyo de Val de la Azacaya o del Matadero. No conocemos fuentes escritas que nos informen directamente sobre las murallas durante el periodo islámico y con los datos disponibles tampoco podemos determinar el trazado completo del recinto amurallado. 

Se ha documentado un área de viviendas islámicas de la etapa de los siglos XII-XIII adosadas a la muralla. Estas viviendas fueron abandonadas y sobre ellas se construyó el antemural de la barbacana existente entre la Puerta de Jaén y la Puerta del Barbudo. Estos datos permiten establecer la edificación de la barbacana en este sector en el siglo XIII, después de la conquista castellana de la ciudad. Los documentos escritos conocidos que hacen referencia a las fortificaciones de la ciudad medieval son fuentes cristianas que datan del siglo XIV y hacen referencia a su reparación y a varias puertas y torres de su trazado. 

Desde el reinado de los Reyes Católicos hasta la segunda mitad del siglo XVII, coincidiendo con la etapa renacentista, la ciudad experimenta su máximo desarrollo económico y poblacional, adquiriendo también una importante relevancia sociopolítica dentro del reino, en relación con la presencia de una amplia población señorial. Esta pujanza económica se asienta sobre una destacada producción agraria y un incremento notable en su actividad manufacturera, especialmente ligada a la artesanía de los paños y las pieles. 

En el siglo XVI, el desarrollo económico y el incremento poblacional, que llego a alcanzar los 20.000 habitantes, se plasman en la consolidación del área extramuros de la plaza del Mercado y su entorno como el nuevo centro neurálgico de la ciudad, escenario ciudadano para la celebración de fiestas y otros tipos de acontecimientos públicos. 

Fuente: Wikipedia

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