Las Murallas de Úbeda son el conjunto de fortificaciones, principalmente a partir del siglo X, que rodean el casco antiguo de la ciudad homónima en la provincia de Jaén (Andalucía).
Propia
de la importancia estratégico-defensiva que adquirió la ciudad
jiennense, su amurallamiento fue impresionante, como aún hoy día se
puede apreciar. De él afirmaban varios autores que “ Es
la Ciudad de Úbeda cercada de muralla muy fuerte y hermosamente
torreada que le da mucha majestad y ornato”.
Otro historiador, Pedro Méndez de Silva, cita a Úbeda en su
célebre Población
de España,
en los siguientes términos: ”Con
fuertes y torreados muros, hermoseada de vistoso alcázar se descubre
en un cerro la ciudad de Úbeda”.
La
primera vez que se menciona la cerca de Úbeda en fuentes
documentales fue con motivo de la Batalla de las Navas de Tolosa.
Cuando los moradores de la ciudad de Baeza ante la cercanía de los
ejércitos cristianos se refugian en la mezquita de Úbeda al amparo
de sus murallas.
Fuera
de las murallas, la ciudad se extendía a través de "la
jerquía", análogamente a como en Córdoba conocen la ciudad
baja o “axerquia”.
Sus
muros estaban siempre hermosamente almenados y desde ellos, los
heraldos y vigías proclamaban a toque de timbales y clarines los
acontecimientos más notables. Cada puerta y torre estaba amparada
por un caballero y su noble estirpe. Ya en 1700, los huecos entre las
torres comienzan a ser ocupados por casas, aprisionando la muralla y
dejándola a merced de los vecinos de esas casas, quienes para
hacerlas más espaciosas, clandestinamente la hacen desaparecer.
A
partir del año 1821 la muralla empieza a ser totalmente abandonada,
y se empiezan a enajenar sus terrenos para aliviar las penurias del
Concejo. Año tras año, con indiferencia se van arrancando piedras a
la muralla. En 1876 se derribó la celebérrima Puerta
de Toledo.
Se
conformaba con dos recintos. El primer recinto amurallado se
limitaría al Cerro del Alcázar, en una segundo momento se
fortificarían los arrabales surgidos en torno a este primer núcleo.
Aún se conserva en gran parte este segundo anillo defensivo,
incluyendo algunas de sus antiguas puertas y bastantes torres. En
total contaba con 9 puertas, 13 si sumamos las del Alcázar.
La
más importante con diferencia, por su monumentalidad y significancia
era la desaparecida Puerta
de Toledo,
frente a la que se abrió el mercado, y bajo la cual el Emperador
Carlos I juró los fueros ubetenses. Fue demolida incomprensiblemente
a comienzos del siglo XIX.
Las
tres puertas principales que se conservan son:
La
Puerta del Losal,
o
de Valencia. Es mudéjar y se compone de un doble arco de herradura
apuntado y un arco exterior de medio punto, sustentado por columnas
octogonales. Su estilo mudéjar es un buen ejemplo de las técnicas
musulmanas que se continuaron utilizando tras la reconquista.
La
Puerta de Granada,
que se enmarca en arco de medio punto y sigue la misma línea de
muralla. Daba acceso al antiguo Camino Real de Granada. Junto a
ella, se hallaba el majestuoso Arco de San Lorenzo, demolido en el
año 1856. También se encuentra un pilar abrevadero desde época
inmemorial. En los alrededores, se encuentran restos de las
curtidurías de la época islámica, la llamada Plaza
de las Tenerías y,
por detrás, restos de la Barbacana de la muralla. La tradición
dice que por esta puerta se dirigió la reina Isabel la Católica a
la conquista de Baza.
La
Puerta de Santa
Lucía o
puerta mudéjar de Quesada: ha sido reconstruida pero conserva el
arranque de los arcos originales y de la cimentación. Da acceso al
barrio árabe y alfarero de San Millán y marca el inicio de la
Redonda de Miradores, notable mirador a los campos que rodean la
ciudad.
Por
su cercanía, se presume la sustituta de la que sería la puerta más
antigua que tubo Úbeda, la llamada Puerta
de Ibiut,
la más impresionante del conjunto amurallado y aneja a la mítica
torre de Ibiut, origen mítico de la propia Úbeda, así como con el
llamado en algunos escritos como Arco de Viuz, o también Puerta de
Bahud o Abehud.
En
cuanto a las torres, hay que destacar la de las Torre
de las Arcas,
en la Corredera y la
Torre del Reloj,
en la Plaza de Andalucía, con un bello templete superior de estilo
Renacimiento, que contiene el cuerpo de las campanas. Con
posterioridad, cada nuevo barrio o arrabal, se fue amurallando,
abriendo nuevas puertas y postigos anexos a la cerca principal.
Fuente: Wikipedia
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