El Alcázar de Jerez de la Frontera se encuentra situado en el casco histórico de la ciudad homónima en la provincia de Cádiz (Andalucía).
Es
un conjunto de edificaciones fortificadas de origen almohade,
probablemente del siglo XII, siendo el edificio almohade más antiguo
de la península ibérica, al que posteriormente se añadieron
edificaciones barrocas palaciegas, y que es uno de los principales
monumentos de la ciudad. Se encuentra en el ángulo suroeste de la
muralla que rodeaba la ciudad, junto a la Alameda Vieja.
El
alcázar ejercía en el Jerez musulmán como fortaleza-palacio, sede
del poder que regía la ciudad. Actualmente se usa para celebrar
eventos y está abierto a visitas turísticas todo el año.
A mediados del siglo XI, Jerez jura fidelidad a los banu Jizrun del
reino de la Taifa de Arcos. Es precisamente a esta época a la que
pertenecen los primeros restos arquitectónicos localizados en el
alcázar, aunque estos se reducen a unos pocos cimientos, realizados
con piedras trabadas con barro.
En
el siglo XII, como respuesta contra la autoridad de los almorávides,
Jerez se proclama taifa independiente bajo el gobierno de Abul Gamar
ibn Garrun, rey de Ronda. A partir de 1146 juró fidelidad a los
almohades, quienes se harán con el control de al-Andalus en su lucha
contra los cristianos del norte. La mayoría de los edificios
islámicos que se conservan en el conjunto del alcázar pertenecen a
esta etapa, que se prolonga hasta el año 1248, fecha en que Jerez se
declara vasalla del Reino de Castilla, reinando en esta Fernando III
el Santo. Entre 1248 y 1255, el alcázar seguirá estando en manos de
su gobernador musulmán, llamado Aben Obeit en las fuentes literarias
cristianas, hasta que Jerez es asediado por los castellanos, y
conquistado el alcázar.
Desde
este momento, el alcázar pasa a estar controlado por una guarnición
cristiana bajo el mando de Nuño González de Lara el Bueno, que dejó
por teniente a Garci Gómez Carrillo. Sin embargo, en 1264 los
musulmanes de Jerez se rebelan contra el dominio cristiano, entrando
en el alcázar y pasando a toda la guarnición cristiana a cuchillo,
coincidiendo con revueltas en Murcia y en otras localidades
andaluzas.
El
mismo Libro del Alcázar menciona que los musulmanes entraron
construyendo una mina o túnel desde el que pasaron al interior del
recinto. Alfonso XI reacciona contra la revuelta, asediando la ciudad
durante cinco meses, en 1264. Como resultado de este asedio, Jerez se
rinde a las tropas castellanas, siendo expulsados todos los
habitantes islámicos de la ciudad, que buscaron refugio en
poblaciones cercanas o emigraron a África.
En
esta definitiva etapa cristiana, el alcázar pasó a ser de propiedad
real, estando en manos de tenientes que debían conservarlo para la
corona. Sin embargo, durante la estancia en 1464 del rey Enrique IV
en Jerez, éste tuvo que ser albergado en una vivienda particular al
encontrarse la residencia del Alcázar en muy mal estado, señal del
grado de deterioro en el que se hallaba.
Durante
los siglos XVI y XVII vuelve a un estado de ruinas cada vez más
absoluto e irreversible. En un informe emitido en 1588 y en diversas
referencias de los distintos tenientes del alcázar, podemos observar
hasta que grado llegó el deterioro, que culminará en el siglo XVIII
con la construcción del palacio barroco que existe en la
actualidad.
Del
original alcázar islámico, se conservan las puertas, la mezquita,
los baños árabes, la Torre Octogonal y el pabellón del patio de
Doña Blanca de Borbón. De etapas posteriores, destaca la Torre del
Homenaje (siglo XV), el palacio barroco de Villavicencio y el molino
de aceite (siglo XVIII). Circundado en parte por la amplia Alameda
Vieja, destaca con su presencia la imponente Torre Octogonal, con su
doble encintado característico almohade, así como la Torre del
Homenaje de los Ponce de León. Más tarde, una fachada renacentista
sustituyó al antiguo muro de paso a los baños árabes.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
Galería:
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