El Castillo de San Felipe se encuentra situado en la ciudad de Puerto de la Cruz, en la provincia de Tenerife de las Islas Canarias.
Construido
en el siglo XVII defendió, el Puerto Viejo y a los navíos que
fondeaban en el Limpio Grande, de los ataques de corsarios y piratas.
Situado en la desembocadura del barranco de San Felipe, a lo largo de
su historia ha sido lazareto, enfermería, depósito, ciudadela,
sociedad de tiro y restaurante.
El
castillo fue uno de los cuatro fortines que en la antigüedad
defendieron la ciudad. Comenzó a construirse en 1599 en una zona en
la que se disponían dos lánguidas plataformas dotadas con pequeños
cañones que ya habían demostrado su eficacia al rechazar un ataque
pirata perpetrado por cinco navíos. La construcción del fortín
concluyó a principios del siglo XVII, concretamente en 1604, y desde
entonces sirvió como base defensiva ante posibles corsarios que
buscaban refugio en el embarcadero del Puerto.
El
castillo destaca entre todos los erigidos en su época
en Canarias por ser de un refinado estilo colonial. Construido de mampostería, tiene un perímetro de forma pentagonal y, aunque en un inicio lo
rodeaba un foso y
disponía de un puente levadizo, fue sustituido más tarde por una pasarela fija.
Contaba
originalmente con dos plantas, habilitada la segunda para alojar a
unos 35 soldados aproximadamente. Estaba equipado con tres cañones
de hierro, dos de 24 libras y
otro de 16. La apariencia con que luce hoy en día el castillo
responde a la reforma efectuada en el siglo XIX. En la actualidad es
centro cultural municipal. A 50 metros del Castillo se conserva el
antiguo almacén de pólvora o Polvorín.
Fuente: Wikipedia
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