Las Murallas de Alcudia se encuentran situadas en el casco histórico de la localidad homónima en la Isla de Mallorca de las Islas Baleares.
El
recinto amurallado medieval de Alcudia, que sirvió de cobijo a los
mascarats, fue construido durante el siglo XIV y cuenta con un total
de veintiséis torres, cómputo que no incluye las ubicadas en las
puertas, situadas como sigue: al oeste, la de Mallorca o de Sant
Sebastià; al este, la de Xara o del Moll; al norte, la de Vila-roja.
La
práctica destrucción de un segundo cinturón de murallas, levantado
en los siglos XVI y XVII, después de la Germanía, y del que sólo
queda en pie un bastión –convertido en plaza de toros— permite
contemplar el recinto fortificado levantado en la Edad media, que fue
restaurado durante el siglo XX. Las murallas de este recinto fueron
construidas con piedras, sobre todo de marés, unidas con mortero y
seguramente procedentes de las obras de excavación del foso
perimetral, como también del desmonte de los restos de las torres y
otras edificaciones de la antigua ciudad romana de Pollentia
(Pollensa), fundada en el siglo I a.C.
Los
restos de la ciudad romana se encuentran a los mismos pies de la
fortificación medieval. Por lo anterior, no resulta extraño que sus
restos constructivos más visibles fueran arrasados, ya que podían
convertirse en parapetos de los asaltantes en caso de un eventual
asedio.
Esa
eventualidad se convirtió en un hecho cuando, a partir del 11 de
noviembre de 1521, Alcudia fue repetidamente asediada por el ejército
agermanat, que no pudo vencer la resistencia de los alcudiencs y de
los mascarats. Después de una última tentativa de entrar en la
ciudad en 1522, los agermanats se retiraron ante la inminencia de la
llegada de un poderoso ejército imperial, que llegó al puerto de
Alcudia el día 13 de octubre de ese año.
La
villa de Alcudia, convertida en “ciudad fidelísima” por Carlos
I, fue premiada por el monarca con diferentes privilegios que
incentivaron su desarrollo. Al socaire de esta expansión, y de la
concesión del título de ciudad, se levantaron un buen número de
casals o se reformaron otros de origen medieval según el gusto
renacentista, donde pueden verse también algunos escudos de armas
familiares.
Recorriendo
las calles, el visitante podrá contemplar Can Domènec, Can Canta,
Can Torró y Can Fondo, que, por sus dimensiones y el cuidado en su
construcción, confieren a la población un aire urbano que remite,
salvando las evidentes distancias, al del núcleo antiguo de Palma.
Fuente: Wikipedia
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