El Castillo y Murallas de Mirada do Douro se encuentran situados en la ciudad de este mismo nombre perteneciente al distrito de Bragança en Portugal.
En
el siglo XI ya existía una fortificación en el lugar, de cuya
configuración no se tiene noticia. En el año 1136 D. Afonso
Henriques concede carta foral a Miranda y la convierte en plaza de
guerra impulsando la construcción de una cerca de murallas que
continuaría su sucesor Sancho I.
En
las luchas de D. Sancho I y su hijo y sucesor, Afonso II de Portugal
con Alfonso IX de León (1188-1230), las tierras de Miranda fueron
devastadas por las fuerzas del reino de León en 1200 y ocupadas
entre 1212 y 1213.
Pero
el Castelo
de Miranda do Douro
fue edificado en la segunda ola de poblamiento y ordenamiento de
Trás-os-Montes, impulsada en el reinado de D. Dinis. Los primeros
reyes portugueses habían dotado a esta vasta región de unidades
administrativas tuteladas por castillos románicos, que tenían por
misión vincular esta zona del reino que era notoriamente periférica
a la autoridad regia.
Con
el paso del tiempo, tal estructura de poder resultó inadecuada y D.
Afonso III inició una política distinta, promocionando la fundación
de nuevas villas urbanas. En el territorio de Miranda do Douro, la
nueva villa fue re-fundada por D. Dinis en 1286, culminando de esta
forma la transferencia de poder del antiguo castillo de Algoso,
cabeza de esta tierra hasta esa fecha.
D. Dinis
decidió la construcción de un castillo en Miranda, al noroeste de
la villa que a su vez contaba ya con una cerca amurallada de planta
rectangular irregular destinada a proteger a la población, que fue
reforzada. Si la obra parece ser que comenzó en torno a 1294, lo
más probable es que se prolongara durante las décadas siguientes.
Lo cierto es que Don Dinis estuvo en 1297 en la localidad, camino de
Alcañices para la firma del Tratado que fijaría las fronteras
entre los reinos de León y Portugal y aprovechó para revisar la
marcha de las obras.
En
todo caso la población seguía siendo escasa, de tal forma que en
varias ocasiones fue ocupada por fuerzas castellanas a lo largo del
siglo XIV. Por ese motivo, y con vistas a incrementar el poblamiento,
João I determinó en 1406 que se concentraran los que tenían causas
con la justicia (“homiciados”) en Miranda y su término.
La
paz con los castellanos trajo gran prosperidad a la villa, que se
convirtió en uno de los más importantes centros comerciales entre
los dos países. Bajo el reinado de João III Miranda se convirtió
en diócesis y elevada a la categoría de ciudad.
A
partir de la segunda mitad del siglo XVI, durante la guerra de
Restauración de la Independencia frente a España, la fortaleza
experimentó diversas alteraciones que pretendían convertirla en una
plaza moderna y adaptada a la guerra de artillería. En la cerca de
la villa, la principal obra que se llevó a cabo fue la construcción
de un baluarte delante de la puerta principal, a la que se unieron
diversas garitas en los ángulos. Los trabajos más radicales fueron
los realizados en el castillo, que llevaron a la destrucción de gran
parte de las torres y su nivelación al terreno para instalación de
piezas de artillería.
Pero
los enfrentamientos y ocupaciones españolas a lo largo del siglo
XVII y XVIII, le produjeron gran perjuicio, paralizándose el
comercio y la agricultura, sus principales fuentes de riqueza. Esta
situación vino a profundizar su decadencia que se acentuó con la
pérdida definitiva de su categoría episcopal.
En
mayo de 1762, durante un asedio de las tropas españolas, explotó el
polvorín, destruyendo diversos tramos de muralla que ya no se
reconstruyeron. Es
por eso por lo que, en muchas partes del recinto, la ausencia de
murallas es evidente. Se han producido algunas obras de restauración
a lo largo del siglo XX en el conjunto que fue declarado Inmueble de
Interés Público en 1955.
El
castillo tenía la forma rectangular y sus murallas unían la
formidable torre del homenaje, situada en uno de los ángulos, con
otras tres torres más bajas situadas en los restantes ángulos, dos
de ellas cuadrangulares y una hexagonal. Estamos pues ante una
fortaleza típicamente gótica, con puertas y ángulos defendidos
activamente por altas torres que permitían el tiro vertical sobre
los puntos más sensibles. La puerta principal, a la que se asocia
una de las torres, era en forma de codo, diseño igualmente
característico de la arquitectura militar del siglo XIV.
La
villa como se ha dicho estaba amurallada y su trazado urbanístico
revela una clara planificación. Dos puertas, orientadas a Este y al
Oeste y flanqueadas por dos torres cuadrangulares formando un
conjunto armónico, permitían el acceso a la villa, y estaban
ligadas por una calle derecha que confluía, al centro, en una plaza,
hoy Plaza de D. João III.
Esta
arteria era atravesada por otras vías secundarias, formando una
trama ortogonal de que se destaca la actual Rua Mouzinho de
Albuquerque, que conecta la plaza central a la puerta que llevaba al
río. Una de las particularidades de la villa medieval era la
existencia de una coracha (existente todavía en el dibujo de Duarte
de Armas de principios del siglo XVI), que protegía el acceso de los
habitantes al río. Esta coracha fue desmantelada durante la época
moderna.
Fuentes: Wikipedia
Castillos, Torres y Fortalezas de Portugal
Galería:
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