El Castillo y Murallas de Castelo Branco se encuentran situados en le ciudad del mismo nombre en el distrito de Castelo Branco de la comarca de Beira Baixa en Portugal.
Castelo
Branco es una ciudad bastante dinámica, que va creciendo en
contraste con el amplio entorno rural que se despuebla. Una página
turística tiene razón, cuando dice que allí podemos encontrar
“arquitectura típica, un castillo templario, fachadas e iglesias
del siglo XVI, jardines barrocos y casas solariegas de familias con
raíces clavadas en la historia”. Súmese la fama de sus colchas
bordadas con hilo de seda sobre lino, utilizando varios puntos entre
los cuales destaca el característico “Ponto a Frouxo”, también
conocido como “Ponto de Castelo Branco”.
Poco
se conoce de la historia de la ciudad antes de la llegada de los
Templarios. En el año 1165, tras la conquista del territorio a los
musulmanes y expulsados los mismos, D. Afonso Henriques dona a la
Orden del Temple las tierras de Idanha y Monsanto, limitada por los
ríos Elga, Tajo y Zézere, casi toda la actual Beira Baixa, con la
misión de repoblarla y defenderla. El área actual de Castelo Branco
formaba parte de la propiedad regia conocida como “Herdade de
Cardosa”, que fue desgajada del término municipal de Covilhã en
un foral otorgado en el año 1186 por el rey Sancho I.
En
1213, Fernando Sanchescdonó la villa y sus dominios a la Orden del
Temple, y su Maestre en Portugal, D. Pedro Alvito,
con la condición de promover su poblamiento y erigir un castillo
para la defensa de la ciudad y de las cercanas fronteras sur y este.
De ese modo, la Orden se convirtió en titular de todo el señorío
de la “Herdade de Cardosa”. Entre esa fecha y 1230 fue edificada
la primera muralla, que pasó a integrar, junto con los castillos
templarios de Almourol, Monsanto, Pombal, Tomar y Zêzere, la llamada
«Línea del Tajo». Este primitivo cerco contaba con cuatro puertas:
Pelame, Santiago, Traição y Oiro.
El
modelo tipológico adoptado para la construcción del castillo y
murallas de Castelo Branco fue el ensayado en una de las más
importantes fortificaciones cruzadas en Tierra Santa, el castillo de
Chastel Blanc. En efecto, además de la similitud de los nombres, el
área amurallada es sensiblemente idéntica, lo que junto a otros
detalles, como el hecho de que la iglesia poseía una cisterna en el
subsuelo o de que ella misma pudo haber sido construida incorporada
en una estructura militar, apunta a una relación de estrecha
influencia entre las dos fortificaciones, separadas por miles de
kilómetros, pero unidos por la misma coyuntura cruzada que
caracterizó la segunda mitad del siglo XII y la función misma de la
Orden del Temple.
Esta
fortificación templaria fue luego muy alterada a lo largo de los
siglos. Los primeros cambios conocidos se produjeron a finales del
siglo XIII, durante el reinado del D. Dinis, uno de los monarcas
portugueses que más invirtió en reforzar y renovar muchas de las
fortificaciones del reino. D. Dinis y su esposa Dona Isabel visitaron
la ciudad en 1285 comprobando como los muros tenían estrangulado el
desarrollo de la ciudad por el crecimiento de la población. Por ello
ordenó la construcción de una segunda línea de murallas alargando
el perímetro. Esta segunda línea de murallas tenía siete puertas y
hoy va siendo descubierta a medida que se suceden las intervenciones
en el casco urbano de la ciudad. Es de esa época también la
construcción de una nueva torre del homenaje en el extremo Noroeste
del perímetro, hoy desaparecida.
La
ruina del palacio de Castelo Branco se inició en el siglo XIX,
cuando tras la destrucción ocasionada por las tropas francesas,
tanto el ayuntamiento como muchos particulares comenzaron a
utilizarlo como cantera para sus obras. En la década de 1930 se
llevó a cabo una campaña de restauración y consolidación, así
como la recreación de las ventanas neo-manuelinas que miran a la
ciudad.
La
muralla interior del castillo presentaba planta pentagonal irregular,
reforzado por cinco torres, dos de ellas al este cubriendo la Ciudad
Vieja y tres mirando al exterior. De ese conjunto subsiste un tramo
de la muralla, al este, con adarve, ligando una de las torres de
defensa de la alcazaba y la torre del antiguo Palacio de los
Comendadores, en la que se encuentran las ventanas neomanuelinas. En
la plaza de armas del castillo se alza la Iglesia de Santa María do
Castelo, en cuyo atrio se reunía la asamblea de los hombres buenos y
las autoridades monástico-militares de la ciudad hasta el siglo XIV.
Bajo la iglesia, se abre una cisterna.
Fuentes: Wikipedia
Castillos, Torres y Fortalezas de Portugal
Galería:
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