La Torre de los Valdés, también conocida como Castillo de San Cucao, se encuentra situada en la localidad de San Cucao, perteneciente al Concejo de Llanera en la Comunidad de Asturias.
Es
un conjunto monumental y sobrio, formado por una torre y un cuerpo
rectangular adosado a la misma que la prolonga hacia el norte. Tiene
su origen en una torre cuadrada medieval, mandada construir en el
siglo XIV (hacia el año 1393) por Diego Menéndez de Valdés, el
Mayor (miembro de esta poderosa e influyente familia); hoy se
conserva solamente su estructura general y, al parecer, una pequeña
ventana geminada del último piso en la que se talla un escudo, que
según F. Sarandeses, presenta las armas de Valdés, Castilla y León
y Bernaldo de Quirós, así como la tronera con forma de bocallave
situada bajo ella.
La
torre y el cuerpo rectangular se reformaron en numerosas ocasiones
(la última en 1989), dando lugar a la construcción actual, cuya
mayor parte parece corresponder a los siglos XIX y XX. Así, la
torre, que tiene plantas, reemplazó principios del siglo XX su
cubierta de teja a cuatro vertientes por un remate almenado con
garitones cilíndricos en sus ángulos; el cuerpo adosado, con dos
plantas y desván, culmina de igual modo. Grandes vanos goticistas
con arco apuntado rasgan los muros tanto de la torre como del cuerpo
rectangular.
Como
tantas otras torres y castillos, tiene su leyenda: se relata en
viejas historias que Don Diego Menéndez de Valdés, a quien con
razón apodaban «El Valiente», dueño y señor de la Torre de San
Cucao, se negó a prestar auxilio a Don Enrique de Trastámara, quien
luchaba por el trono de España contra su hermano el Rey Don Pedro.
Cuando murió el Rey y Enrique subió al trono, Don Diego fue
perseguido. Tal fue la saña de la persecución, que para salvar su
vida, se vio obligado el noble caballero asturiano a recluirse en un
monasterio de Galicia.
Pasados
los años y durante unas fiestas reales que se celebraban en
Valladolid, hubo luchas (suponemos que serían grecorromanas), en las
que los luchadores españoles fueron derrotados por los franceses.
Pidió el monarca nuevos caballeros que tomaran parte en las luchas.
Entonces, se presentó en la plaza un caballero vestido de negro y
con el rostro cubierto por la visera del casco. Uno a uno fue
derrotando a los caballeros galos, por lo que tuvo gran satisfacción
del Rey.
Terminado
el espectáculo, llamó el monarca al desconocido caballero, a quien
preguntó quién era: «Soy un antiguo vasallo de vuestra Majestad,
que no os quiso dar posada ni ayuda cuando Vos la demandasteis en San
Cucao de Llanera; mi casa está arrasada y mis tierras sembradas de
sal.» El Rey, como premio a su valentía, le devolvió sus tierras
con el perdón. Don Diego volvió a Llanera y reedificó su Torre en
el solar de la que había sido desmantelada por orden de Don Enrique
de Trastámara.
Fuente: Castillos del Olvido
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