sábado, 4 de julio de 2020

Castillo de Gauzón (Castrillón, Asturias)


El Castillo de Gauzón se encuentra situado en las cercanías de la población de Castrillón, en el Principado de Asturias. Se trata de un verdadero castillo-palacio, en la actualidad sujeto a excavaciones arqueológicas. 

Se encuentra en el Peñón de Raíces, o Pico Alto, o Pico Castiello. Es la fortaleza más emblemática de los reyes de Asturias, y desde su emplazamiento dominaba la ría de Avilés y la línea de costa. En tiempos pasados el mar llegaba a los pies del promontorio, cuando la marea descendía, quedaba a la vista una amplia superficie de dunas y marismas. 

Las excavaciones arqueológicas han permitido recuperar construcciones de un asentamiento con fechas más antiguas de los siglos VI-VII d. C. Corresponden a muros de piedra y mortero de cal y a diversos indicios de ocupación, estas evidencias suponen la prueba de un enclave ligado a una clase social poderosa que habría de jugar un protagonismo esencial en la formación del reino de Asturias. 

A partir de los siglos VIII-IX, los reyes de Asturias transforman el asentamiento, empleando los diseños arquitectónicos más avanzados de la época. El castillo aparece organizado en diversas plataformas: la más elevada alberga el espacio real, dividido en terrazas escalonadas que descienden en altura desde el sur hasta el norte, y cada una acoge funciones determinadas, a la manera de los barrios de una ciudad. 

Ese espacio superior está protegido por varios fosos y una muralla de más de 2.5metros de anchura, con un sistema de cimentaciones muy complejo en el que se emplearon vigas de madera. Una de ellas ha podido datarse en el siglo VII d. C. 

Los reyes de Asturias construyeron en los siglos VIII – IX una puerta monumental cuya planta tiene forma de U, con dos muros o brazos salientes que flanquean y protegen la entrada. 

En pleno corazón de la fortaleza, los monarcas edificaron arquitecturas que reproducían la organización de sus palacios en las sedes regias. Estas obras pueden asociarse al reinado de Alfonso III y Jimena (866-910). Por una parte, un espacio privado dotado de una sala central con un hogar o chimenea en el ángulo y comunicado con éste, una dependencia que puede interpretarse como baño, con canales de desagüe, entalles donde se alojarían recipientes de madera y un estanque con bordes de ladrillo. 

Ambos espacios contaban con pavimentos de hormigón (”opus signinum”) y paredes pintadas y constituyen un testimonio único en la arquitectura prerrománica. Este pequeño palacio se complementa con una iglesia dedicada a San Salvador y consagrada por tres obispos a finales del siglo IX. Del espacio religioso se están recuperando diversos muros, además de restos de la necrópolis asociada. 

Junto a la puerta de entrada y superponiéndose a una de las construcciones de los siglos VI-VII d. C., los monarcas asturianos edificaron una torre de planta rectangular (8.7 x 4.5 m) que emplea piedra trabajada en su muro sur. Este verdadero emblema de la autoridad real disponía en su interior de paredes pintadas con un color anaranjado. 

Un amplio callejón con suelos de arcilla permitía llegar desde la puerta hasta la zona privada del rey. En ese callejón trabajaron durante los siglos VIII-IX artesanos que fabricaban armas, herramientas y posiblemente joyas, disponiendo de una pequeña fragua y de otras infraestructuras. En el año 908 los reyes Alfonso III y Jimena ordenaron confeccionar en el castillo la Cruz de la Victoria, actual símbolo del Principado de Asturias. 

A los pies del espacio real, en una plataforma de mayor tamaño, los indicios arqueológicos se relacionan con un asentamiento más modesto, dotado de suelos de arcilla y construcciones con postes de madera. Es probable que funcionara como alojamiento de siervos al servicio de los reyes o artesanos destinados a las obras del castillo. Los restos de herraduras y clavos de herraje indican que también se guardaban caballos. 

A partir del siglo X, el castillo se convierte en residencia del representante real o conde y gobierna el alfoz de Gozón. En 1132, uno de estos condes, Gonzalo Peláez, se rebela contra Alfonso VII y la fortaleza sufre un asedio. En esta época, las obras atestiguadas obedecen a una reorganización de la puerta de entrada, que se ensancha, y a varias compartimentaciones en el interior. 

En el año 1222, el rey Alfonso IX dona el castillo a la orden de Santiago. El castillo penetra en un período de ocaso, perdiendo su poder político. Se producen derrumbes de muros y entre el siglo XIV y el XV, en un período de conflictos militares, parte de la puerta y de la muralla son desmanteladas. En el siglo XV la fortaleza se encuentra abandonada y se transforma en encerradero de ganado. 

Los miles de objetos encontrados durante las excavaciones permiten conocer el día a día de la fortaleza. En la alimentación de los soldados despunta la importancia del marisco (ostras, berberechos) y hay también indicios de que practicaron la caza. Por otra parte, junto al instrumental bélico de la guarnición (puntas de flecha, cuadrillos de ballesta, dardos y restos de espadas) y otros utensilios (cuchillitos, afiladores…), resultan muy evocadores algunos hallazgos vinculados a los momentos de ocio (dados de hueso, tablero de alquerque, origen de nuestro tres en raya). Finalmente, cabe destacar la presencia de objetos de lujo propios del modo de vida aristocrático (alfileres y pendientes de bronce, acicates, cuentas de pasta vítrea, cerámicas francesas, etc.). 

Fuente: Castillos del Olvido

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