El Castillo de Gauzón se encuentra situado en las cercanías de la población de Castrillón, en el Principado de Asturias. Se trata de un verdadero castillo-palacio, en la actualidad sujeto a excavaciones arqueológicas.
Se
encuentra en el Peñón de Raíces, o Pico Alto, o Pico Castiello. Es
la fortaleza más emblemática de los reyes de Asturias, y desde su
emplazamiento dominaba la ría de Avilés y la línea de costa. En
tiempos pasados el mar llegaba a los pies del promontorio, cuando la
marea descendía, quedaba a la vista una amplia superficie de dunas y
marismas.
Las
excavaciones arqueológicas han permitido recuperar construcciones de
un asentamiento con fechas más antiguas de los siglos VI-VII d. C.
Corresponden a muros de piedra y mortero de cal y a diversos indicios
de ocupación, estas evidencias suponen la prueba de un enclave
ligado a una clase social poderosa que habría de jugar un
protagonismo esencial en la formación del reino de Asturias.
A
partir de los siglos VIII-IX, los reyes de Asturias transforman el
asentamiento, empleando los diseños arquitectónicos más avanzados
de la época. El castillo aparece organizado en diversas plataformas:
la más elevada alberga el espacio real, dividido en terrazas
escalonadas que descienden en altura desde el sur hasta el norte, y
cada una acoge funciones determinadas, a la manera de los barrios de
una ciudad.
Ese
espacio superior está protegido por varios fosos y una muralla de
más de 2.5metros de anchura, con un sistema de cimentaciones muy
complejo en el que se emplearon vigas de madera. Una de ellas ha
podido datarse en el siglo VII d. C.
Los
reyes de Asturias construyeron en los siglos VIII – IX una puerta
monumental cuya planta tiene forma de U, con dos muros o brazos
salientes que flanquean y protegen la entrada.
En
pleno corazón de la fortaleza, los monarcas edificaron arquitecturas
que reproducían la organización de sus palacios en las sedes
regias. Estas obras pueden asociarse al reinado de Alfonso III y
Jimena (866-910). Por una parte, un espacio privado dotado de una
sala central con un hogar o chimenea en el ángulo y comunicado con
éste, una dependencia que puede interpretarse como baño, con
canales de desagüe, entalles donde se alojarían recipientes de
madera y un estanque con bordes de ladrillo.
Ambos
espacios contaban con pavimentos de hormigón (”opus signinum”) y
paredes pintadas y constituyen un testimonio único en la
arquitectura prerrománica. Este pequeño palacio se complementa con
una iglesia dedicada a San Salvador y consagrada por tres obispos a
finales del siglo IX. Del espacio religioso se están recuperando
diversos muros, además de restos de la necrópolis asociada.
Junto
a la puerta de entrada y superponiéndose a una de las construcciones
de los siglos VI-VII d. C., los monarcas asturianos edificaron una
torre de planta rectangular (8.7 x 4.5 m) que emplea piedra trabajada
en su muro sur. Este verdadero emblema de la autoridad real disponía
en su interior de paredes pintadas con un color anaranjado.
Un
amplio callejón con suelos de arcilla permitía llegar desde la
puerta hasta la zona privada del rey. En ese callejón trabajaron
durante los siglos VIII-IX artesanos que fabricaban armas,
herramientas y posiblemente joyas, disponiendo de una pequeña fragua
y de otras infraestructuras. En el año 908 los reyes Alfonso III y
Jimena ordenaron confeccionar en el castillo la Cruz de la Victoria,
actual símbolo del Principado de Asturias.
A
los pies del espacio real, en una plataforma de mayor tamaño, los
indicios arqueológicos se relacionan con un asentamiento más
modesto, dotado de suelos de arcilla y construcciones con postes de
madera. Es probable que funcionara como alojamiento de siervos al
servicio de los reyes o artesanos destinados a las obras del
castillo. Los restos de herraduras y clavos de herraje indican que
también se guardaban caballos.
A
partir del siglo X, el castillo se convierte en residencia del
representante real o conde y gobierna el alfoz de Gozón. En 1132,
uno de estos condes, Gonzalo Peláez, se rebela contra Alfonso VII y
la fortaleza sufre un asedio. En esta época, las obras atestiguadas
obedecen a una reorganización de la puerta de entrada, que se
ensancha, y a varias compartimentaciones en el interior.
En
el año 1222, el rey Alfonso IX dona el castillo a la orden de
Santiago. El castillo penetra en un período de ocaso, perdiendo su
poder político. Se producen derrumbes de muros y entre el siglo XIV
y el XV, en un período de conflictos militares, parte de la puerta y
de la muralla son desmanteladas. En el siglo XV la fortaleza se
encuentra abandonada y se transforma en encerradero de ganado.
Los
miles de objetos encontrados durante las excavaciones permiten
conocer el día a día de la fortaleza. En la alimentación de los
soldados despunta la importancia del marisco (ostras, berberechos) y
hay también indicios de que practicaron la caza. Por otra parte,
junto al instrumental bélico de la guarnición (puntas de flecha,
cuadrillos de ballesta, dardos y restos de espadas) y otros
utensilios (cuchillitos, afiladores…), resultan muy evocadores
algunos hallazgos vinculados a los momentos de ocio (dados de hueso,
tablero de alquerque, origen de nuestro tres en raya). Finalmente,
cabe destacar la presencia de objetos de lujo propios del modo de
vida aristocrático (alfileres y pendientes de bronce, acicates,
cuentas de pasta vítrea, cerámicas francesas, etc.).
Fuente: Castillos del Olvido
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