sábado, 22 de abril de 2023

Murallas de Cantavieja (Teruel)

 


Las Murallas de Cantavieja se encuentran situadas en la localidad del mismo nombre en la provincia de Teruel (Aragón). 

Rodeaban el casco urbano partiendo desde el castillo. Prácticamente el muro se limita a su flanco meridional, pues tanto al Este como al Oeste, los profundos cortados rocosos hacían innecesarias las defensas. 

Toda la villa es una fortaleza por su extraordinaria posición, sobre un espolón que termina en punta, flanqueado por dos profundos barrancos. Su planta se asemeja a un triángulo isósceles muy alargado, y en su punta se acomodó el castillo para residencia de los comendadores, separado por un muro. Apenas quedan tramos de cortinas y torres aprovechados como parte de las viviendas. Pues tuvo torreones en la muralla exterior y en el muro que separaba el castillo de la ciudad. En origen contó con tan solo una puerta (Puerta de Mirambel) en el flanco Este, protegida por fuerte torreón, pero con el paso de los siglos se abrieron dos más (Puerta de San Miguel, al Sur y Puerta de la Cañada, al Oeste). 

El Castillo de Cantavieja fue conquistado por Alfonso II en 1169. No hay información de Cantavieja con anterioridad a esa fecha. En 1197 pertenecía a la Orden del Temple, siendo su comendador Miguel de Luna. Pedro II confirmó dicha posesión en 1212. El maestre Folch de Montpesant otorgó carta-puebla en 1225 y esta es la fecha que se da como fundación de la villa de Cantavieja. En 1247, Jaime I acordó con los templarios la delimitación del territorio de Cantavieja debido a las rivalidades entre sus vecinos y los de Morella y Olocau. 

Suprimidos los templarios, el rey Jaime II se apoderó de sus bienes, pero Cantavieja opuso resistencia. Sufrió su primer asedio por el ejército real dirigido por Berenguer de Tobía en 1308. Contaba con 80 defensores al mando de su comendador Ramón de Galliner, mientras que los sitiadores eran 250 (tercios de Morella y tropas de Alcañiz, Rubielos y Mosqueruela). El 12 de agosto, finalmente, tras discusiones internas, Cantavieja se rindió. Desde 1317 fue donado a la Orden de San Juan pero no se tomó posesión hasta 1347, siendo totalmente esquilmado durante esos años por el rey, administradores y el pueblo. Se quemó en el siglo XVII. Con los años fue cabeza de una importante bailía que comprendía Mirambel, La Iglesuela, Villarluengo, La Cañada, La Cuba y Tronchón. Y duró siglos, pues todavía había comendador en 1784. 

En 1836, Cabrera lo convirtió en uno de los baluartes del carlismo, llegando a instalar hasta una maestranza de artillería. Con la existencia de la artillería moderna, los carlistas convirtieron el castillo arruinado en un fuerte achaparrado, pues una simple batería, desde el Sur, podía acribillar ciudad y castillo. Se abrieron numerosas aspilleras en las murallas medievales. Para evitar el ataque desde el Sur, junto a la ermita de San Blas (a 600 m), se levantó un baluarte rodeado por un foso. Y otro algo menor al Oeste de éste, en las Horcas. 

Entre ambos fuertes y entre ellos y la villa se establecieron tantas defensas con una disposición tan imperfecta que se entorpecían unas a otras. Había un torreón aspillerado, trincheras, muros, fosos y caponeras. En noviembre, los generales isabelinos San Miguel y Nogueras atacaron Cantavieja con fuerzas mucho más numerosas que las carlistas, y la plaza, increíblemente, se abandonó sin lucha. No obstante, el 25 de abril de año siguiente, conjurados los vecinos de Cantavieja abrieron un boquete en la muralla para que entraran, navaja en mano, treinta mozos de Mosqueruela al mando de Juan Vicente Edo, sorprendiendo a la guarnición liberal y conquistando la plaza. La plaza estaba extraordinariamente provista de munición, víveres y artillería, con lo que los carlistas consiguieron un gran botín. 

En mayo de 1840 ante las noticias de la llegada de un gran ejército isabelino, Cabrera ordenó incendiar la villa y volar el polvorín y el castillo, que quedó arrasado casi por completo. La operación se repitió en 1873 cuando el carlista Marco de Bello la ocupó y, además de restaurar dicha maestranza y arsenal, se fundó una academia militar. Reconstruyó las murallas de nuevo y otra vez se levantaron parapetos, trincheras, torreones, otra vez se artilló la fortaleza y se abrieron aspilleras de nuevo. Pero en julio de 1875 fue objeto de un fuerte bombardeo. A pesar de que fue con cañones de bajo calibre, las miles de granadas que lanzaron destrozaron las fortificaciones. Finalmente, después de un fuerte asalto valerosamente rechazado al arma blanca, los carlistas, agotados y sin municiones, capitularon ante Martínez Campos. 

Fuentes: Wikipedia
               castillos.net
               castillosricsol.org

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