El Castillo de Santa Olalla del Cala se alza sobre un cerro desde el que domina la localidad del mismo nombre en la provincia de Huelva (Andalucía).
El
primer documento histórico que refiere la existencia de Santa Olalla
es un privilegio del rey Sancho IV, dado en Toro el 4 de noviembre de
1293. En él se habla claramente de un acuerdo del concejo de la
ciudad de Sevilla de construir castillos en Cumbres y Santa Olalla,
«porque con los
otros castiellos e las otras fortalezas que son en essa Syerra podría
seer guardada toda essa tierra muy bien».
Este
documento dice claramente que se trata de construir un nuevo
castillo, por lo que cabría suponer que no se reedificaría sobre
los restos de un castillo árabe de la época musulmana anterior. No
obstante, Alfredo J. Morales, en su obra Arquitectura Medieval de la
Sierra de Aracena duda de que la construcción del castillo haya sido
de nueva planta a partir de 1293, y aventura su existencia por lo
menos al siglo XII, en el período musulmán.
Según
él, la puerta principal es una patente construcción musulmana, el
sistema fue empleado ya desde época califal, aunque ésta quizá sea
obra del siglo XII. Labor igualmente musulmana es la realización de
los muros. El empleo de la argamasa parece demostrarlo. También en
las torres rectangulares pueden apreciarse intervenciones islámica.
El empleo de molduras horizontales, que tienden a recortar la
verticalidad del torreón, es elemento corriente en las realizaciones
almohades y recuerdan los lienzos que aún subsisten de la cerca de
Sevilla. Totalmente cristianas son por el contrario las torres
circulares. Estas debieron ser realizadas durante el siglo XIV,
cuando el tipo alcanza su desarrollo».
En el siglo XIII se
produce la conquista cristiana de la sierra de Aracena, por parte del
ejército castellano que avanza hacia Sevilla y la Baja Andalucía.
La zona que había sido fronteriza entre cristianos y musulmanes
durante los siglos que precedieron a su reconquista mantuvo su
carácter como tal, entre el Reino de Sevilla y el de Portugal,
prácticamente hasta el siglo XVIII, cuando se llegan a estabilizar
los conflictos entre los dos principales reinos peninsulares.
El
recinto del castillo, de forma alargada, tiene aproximadamente 132
metros de longitud y 45 metros de anchura, está dispuesto de norte a
sur siguiendo la orografía y fue construido a base de un
conglomerado de piedras y argamasa (mezcla de arena y cal).
Está
compuesto por murallas con almenas encapuchadas, y flanqueado por
diez torres, cuatro semicirculares y seis rectangulares, éstas
últimas divididas por impostas horizontales de ladrillos,
característica ésta típica en construcciones árabes. Son dos los
tipos de cubiertas utilizadas, siendo la mayoría bóvedas ojivales,
y de aristas por la que se accedía al interior del castillo. La
torre principal de base rectangular, de dos pisos, cuya puerta es una
entrada en recodo arcos exteriores de medio punto labrados de
sillería de granito, encaja perfectamente en el mundo musulmán de
la época.
Así
podemos citar algunas entradas similares: la Puerta del Capitel de la
alcazaba de Badajoz, algunas de las cuatro puertas de Jerez de la
Frontera, y las puertas del Socorro, del Buey, del Agua y de Sevilla
en Niebla. Todas presentan puerta de entrada en una torre salientes
de la muralla y con ingreso en recodo.
La decoración sobre el
revoco, imitando un aparejo de sillares, que aparece en la torre de
entrada al castillo, es una característica típica del arte
musulmán, y que en el Castillo tiene una finalidad meramente
estética.
La puerta secundaria, cuya disposición es recta y
se halla construida también en sillería granítica, está situada
en el costado de poniente, en una zona abrupta y de difícil acceso,
a la que se llegaba por un escarpado camino en forma de zig-zag. Se
trata de un de arco de sillería de granito, enmarcado en un alfiz
dibujado por un remetido del muro, por cuya parte superior corre una
moldura cóncava. En los muros y torres aún se pueden
observar las saeteras casi cuadradas, algunas de ellas cegadas, como
muestra de reconstrucciones llevadas a cabo en años anteriores.
En
el siglo XIX el parapeto interior de la muralla sufrió un gran
deterioro (agujereado por nichos y osarios), como consecuencia de la
utilización de éste y del patio de armas como cementerio local,
hasta una vez construido éste a las afueras del pueblo, camino de
Extremadura, en el año 1917.
Fuente: castillos.net
garcilanga (Fotos)
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