martes, 17 de noviembre de 2020

Castillo de Santa Olalla del Cala (Huelva)

 


El Castillo de Santa Olalla del Cala se alza sobre un cerro desde el que domina la localidad del mismo nombre en la provincia de Huelva (Andalucía). 

El primer documento histórico que refiere la existencia de Santa Olalla es un privilegio del rey Sancho IV, dado en Toro el 4 de noviembre de 1293. En él se habla claramente de un acuerdo del concejo de la ciudad de Sevilla de construir castillos en Cumbres y Santa Olalla, «porque con los otros castiellos e las otras fortalezas que son en essa Syerra podría seer guardada toda essa tierra muy bien». 

Este documento dice claramente que se trata de construir un nuevo castillo, por lo que cabría suponer que no se reedificaría sobre los restos de un castillo árabe de la época musulmana anterior. No obstante, Alfredo J. Morales, en su obra Arquitectura Medieval de la Sierra de Aracena duda de que la construcción del castillo haya sido de nueva planta a partir de 1293, y aventura su existencia por lo menos al siglo XII, en el período musulmán. 

Según él, la puerta principal es una patente construcción musulmana, el sistema fue empleado ya desde época califal, aunque ésta quizá sea obra del siglo XII. Labor igualmente musulmana es la realización de los muros. El empleo de la argamasa parece demostrarlo. También en las torres rectangulares pueden apreciarse intervenciones islámica. El empleo de molduras horizontales, que tienden a recortar la verticalidad del torreón, es elemento corriente en las realizaciones almohades y recuerdan los lienzos que aún subsisten de la cerca de Sevilla. Totalmente cristianas son por el contrario las torres circulares. Estas debieron ser realizadas durante el siglo XIV, cuando el tipo alcanza su desarrollo». 

En el siglo XIII se produce la conquista cristiana de la sierra de Aracena, por parte del ejército castellano que avanza hacia Sevilla y la Baja Andalucía. La zona que había sido fronteriza entre cristianos y musulmanes durante los siglos que precedieron a su reconquista mantuvo su carácter como tal, entre el Reino de Sevilla y el de Portugal, prácticamente hasta el siglo XVIII, cuando se llegan a estabilizar los conflictos entre los dos principales reinos peninsulares. 

El recinto del castillo, de forma alargada, tiene aproximadamente 132 metros de longitud y 45 metros de anchura, está dispuesto de norte a sur siguiendo la orografía y fue construido a base de un conglomerado de piedras y argamasa (mezcla de arena y cal). 

Está compuesto por murallas con almenas encapuchadas, y flanqueado por diez torres, cuatro semicirculares y seis rectangulares, éstas últimas divididas por impostas horizontales de ladrillos, característica ésta típica en construcciones árabes. Son dos los tipos de cubiertas utilizadas, siendo la mayoría bóvedas ojivales, y de aristas por la que se accedía al interior del castillo. La torre principal de base rectangular, de dos pisos, cuya puerta es una entrada en recodo arcos exteriores de medio punto labrados de sillería de granito, encaja perfectamente en el mundo musulmán de la época. 

Así podemos citar algunas entradas similares: la Puerta del Capitel de la alcazaba de Badajoz, algunas de las cuatro puertas de Jerez de la Frontera, y las puertas del Socorro, del Buey, del Agua y de Sevilla en Niebla. Todas presentan puerta de entrada en una torre salientes de la muralla y con ingreso en recodo. 

La decoración sobre el revoco, imitando un aparejo de sillares, que aparece en la torre de entrada al castillo, es una característica típica del arte musulmán, y que en el Castillo tiene una finalidad meramente estética. 

La puerta secundaria, cuya disposición es recta y se halla construida también en sillería granítica, está situada en el costado de poniente, en una zona abrupta y de difícil acceso, a la que se llegaba por un escarpado camino en forma de zig-zag. Se trata de un de arco de sillería de granito, enmarcado en un alfiz dibujado por un remetido del muro, por cuya parte superior corre una moldura cóncava. En los muros y torres aún se pueden observar las saeteras casi cuadradas, algunas de ellas cegadas, como muestra de reconstrucciones llevadas a cabo en años anteriores. 

En el siglo XIX el parapeto interior de la muralla sufrió un gran deterioro (agujereado por nichos y osarios), como consecuencia de la utilización de éste y del patio de armas como cementerio local, hasta una vez construido éste a las afueras del pueblo, camino de Extremadura, en el año 1917.

Fuente: castillos.net
             garcilanga (Fotos)

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