El Castillo de Santa Perpétua de Gaiá se encuentra situado a unos 580 m. sobre el nivel de mar sobre un cerro rocoso desde donde se domina la localidad del mismo nombre en el término municipal de Pontils, de la comarca de la Conca de Barberá de la provincia de Tarragona (Cataluña).
A
comienzos del siglo IX, un siglo después de la llegada de los
musulmanes a la península Ibérica, y tras largos años de luchas y
enfrentamientos, se constituyó la llamada Marca Hispánica, una zona
fronteriza entre los musulmanes del Emirato de Córdoba y los
cristianos del reino franco. Las tierras catalanas pasaron a formar
parte de este territorio de frontera, y organizadas por el imperio
Carolingio en condados gobernados por condes.
Para garantizar
su frontera meridional frente a los musulmanes, los condados
catalanes construyeron entre los siglos IX y XI, y reaprovecharon
otros musulmanes, una amplia red de castillos, atalayas y torres de
defensa por toda la Marca, fortificando con más de cien castillos un
territorio muy extenso que se extendía desde Barcelona hasta el
Pallars, en tierras de Lérida. Así nacerían los castillos de
frontera catalanes. La Marca quedó estabilizada durante tres siglos
en torno al Llobregat, Cardener y la sierra del Montsec. A mediados
del siglo XI, con la disgregación del Califato de Córdoba en los
diferentes reinos de taifas, los condados catalanes pasaron a ser
territorios de avanzada y conquistadores.
Los castillos de la
Marca se encontraban emplazados casi siempre en lugares fuertemente
estratégicos, sobre cerros que dominaban extensos territorios,
controlando los caminos a las principales poblaciones, en medio de
los valles que daban a las ciudades o pueblos, dominando las
poblaciones o el curso de los ríos de la frontera, y contaban con
fortificaciones cercanas complementarias que se apoyaban entre sí,
constituyendo un eficaz sistema defensivo del territorio catalán en
la Edad Media. Actualmente se conservan un gran numero de ellos,
muchos están en ruinas, otros han sido muy transformados, y muchos
otros han desaparecido.
La mayoría de las fortificaciones se
comunicaban entre sí mediante señales de humo o fuego para alertar
de posibles ataques o incursiones sarracenas. Desde la extensa red de
fortificaciones que se levantaron en la parte fronteriza de las
tierras del Anoia, se intentaría con el tiempo reconquistar nuevos
territorios a los musulmanes.
La fortaleza de Santa Perpétua
aparece documentada por primera vez en el siglo X (976). Formó parte
del complejo y extenso sistema defensivo de los castillos de frontera
de la Marca Hispánica con territorios musulmanes de Al-Andalus.
Tenía contacto visual con el vecino castillo de Seguer. El Conde de
Barcelona lo cedió a mediados del siglo XI a los Cervelló, quienes
ostentaron el señorío durante toda la Edad Media.
Dotado
de gran potencial estratégico, el castillo se situaba en primera
línea de frontera en una zona de paso obligado de la región,
rodeado de un espectacular entorno natural y levantado al borde de un
barranco en la orilla izquierda del Gaiá, convirtiéndolo en
inexpugnable por varios de sus flancos, desde donde dominaba parte de
su valle.
Se trataba de una fortaleza de considerables
dimensiones. Contaba con un recinto de planta alargada e irregular,
de poco más de 60 metros de largo por unos 15 de ancho, del que se
conserva su gran torre en un extremo y los restos de un una pequeña
edificación en el otro, que podría tratarse de una sala.
La
imponente torre sobrepasa los 15 metros de altura. Contaba con cuatro
pisos y su entrada estaba al nivel del primero, accediéndose a
través de alguna especie de escalera por una puerta de arco de medio
punto. Su interior es de planta triangular, lo que la convierte en un
caso peculiar entre los castillos catalanes prerrománicos.
Próxima
a la torre, extramuros de lo que fue el recinto del castillo, se
encuentra la iglesia de Santa María, del siglo XII, en estado de
ruina.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
Luis Puey (Fotos)
Galería:
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