Los escasos restos de las Murallas de Alba de Tormes se encuentran situados en el casco urbano de la localidad del mismo nombre en la provincia de Salamanca (Castilla-León).
Debido
a su cercanía a la frontera entre los reinos de León y Castilla,
así como a su importancia estratégica y militar, en el año 1196
Alba de Tormes fue atacada y saqueada por las tropas castellanas. Un
hecho que motivó que el rey Alfonso IX de León acometiese una nueva
repoblación de la villa, confirmando y actualizando los Fueros
otorgados previamente por Alfonso VII. Además ordenó levantar un
cerco murado en la villa apara protegerla de futuros ataques
castellanos.
Debido
a su importancia el alfoz de Alba fue un señorío de realengo
dependiente de la monarquía leonesa, y hay constancia de que a
finales del siglo XIII perteneció al infante Don Pedro, hijo de
Alfonso X el Sabio y de la reina Violante de Aragón.
Posteriormente,
Alba de Tormes pasó a manos de Alfonso de la Cerda, que era hijo del
infante Fernando de la Cerda y nieto de Alfonso X y estuvo en su
poder hasta el año 1312, en que el rey Fernando IV el Emplazado la
incorporó al realengo junto con la villa de Béjar.
En
1429 el rey Juan II la entregó al obispo Gutierre Álvarez de
Toledo, de la casa Álvarez de Toledo, tomando así el título de
señor de la Villa de Alba de Tormes. A partir de ese momento la
historia de la villa estuvo íntimamente ligada a la Casa de Alba.
El
cerco de la muralla actualmente ha desaparecido, aunque todavía
quedan restos de las obras de fortificación y alguno de los cubos o
torres que jalonaban el lienzo, como por ejemplo el llamado Torreón
(o
Turrión), que protegía la Puerta del Río, hoy desaparecida.
La
muralla tenía cinco puertas y varios portillos que desaparecieron en
el derribo de la cerca y, tan sólo, se recuerdan algunos de sus
nombres: del Río, del Campo, del Salitre, de la Corredera, de
Terreros, etc.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
miancema y garcilanga (Fotos)
Galería:
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