El Castillo de Cañete, también llamado Castillo de Álvaro de Luna, corona la cima de unos encrespados peñascos en la localidad de Cañete de la provincia de Cuenca (Castilla-La Mancha).
Los
orígenes de la construcción del castillo son imprecisos. Por el
aspecto de algunas estructuras primitivas se puede especular con un
inicio de las obras en torno al siglo IX (quizás incluso en el siglo
VIII), aunque casi todo el conjunto fue edificado en el siglo X.
Parece
ser que la fortaleza se fue ampliando a lo largo del periodo musulmán
de norte a sur, siguiendo la ceja rocosa. El núcleo original ocupaba
una extensión indefinida en el extremo norte y no pasaría de ser un
pequeño castillo, o incluso una torre o atalaya, levantada por los
contingentes bereberes locales durante el periodo emiral.
Pero
la inmensa mayoría de los restos visibles datan básicamente de los
años del Califato cordobés, quizás primera mitad del siglo X,
aunque es posible que existan varias etapas escalonadas en rápida
sucesión. Es obra bastante homogénea y contemporánea de la muralla
de la población. Al igual que la muralla, está edificada con
grandes medios y habilidad técnica, por lo que no sería
descabellado ponerla en relación directamente con el poder cordobés
de Abderramán III y su toma de control efectiva de las posesiones de
la familia Banu Zennum a partir del 937-38.
En los siglos XIV
y XV, bajo los Hurtado de Mendoza, marqueses de Cañete, se ampliaron
y reforzaron muros y se abrieron troneras y buzones para artillería
y armas de fuego. La fortaleza estuvo en perfecto uso hasta muy
avanzado el siglo XVI. Comenzó después un largo proceso de abandono
interrumpido por el episodio de las guerras carlistas. Durante 1874,
el ingeniero militar carlista Augusto Von Goeben efectuó una serie
de profundas transformaciones para las que empleó a 800 hombres
durante varios meses. El castillo perdió altura y se soterró,
convirtiéndose en fuerte artillado.
Tras el conflicto se
reanudó el expolio de sus materiales por parte de los vecinos,
convirtiendo al monumento en la inagotable cantera de la población y
acelerando la ruina en la que ha llegado a nuestros días. En 1390
nació en él el condestable Álvaro de Luna.
El
castillo alza sus ruinosos paredones a 1170 metros de altura, sobre
la cumbre del áspero cerro que domina la población y a más de 80
metros de desnivel sobre la Plaza Mayor. Es un buen ejemplar de
castillo roquero, de planta topográfica adaptada al terreno
aprovechando los estratos de caliza. Sus dimensiones son formidables:
más de 200 metros de longitud por unos 20 de anchura máxima, lo que
lo convierten en una de las fortalezas más grandes de la región. Se
orienta de noroeste a sudeste, y su imagen asemeja la de un buque de
aguzado perfil.
Por su ubicación, tamaño y capacidad
defensiva es una estructura fortísima, capaz de sostener un largo
asedio dando cobijo a una guarnición numerosa. El castillo muestra
cuatro recintos sucesivos: una albacara o zona de refugio externa y
tres recintos internos con diversas funciones residenciales,
militares y de almacenamiento. Se encuentra en estado de ruina
progresiva.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
garcilanga (Fotos)
Galería:
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