lunes, 22 de abril de 2024

Castillo de Alcaine (Teruel)

 


El Castillo de Alcaine se encuentra situado en la población de este mismo nombre de la provincia de Teruel (Aragón). 

Se sitúa en el extremo norte del conjunto defensivo, en un peñasco cortado a pico por los ríos Radón y Martín que unen sus aguas a sus pies. Para llegar hasta él hay que partir del pueblo por senda señalizada, continuando por la cresta del monte. A pesar de su diminuto tamaño en algunos lugares se le denomina alcázar. 

El tapial parece indicarnos un origen árabe y seguramente sea así, pero no hay confirmación histórica que pudiera certificar ni siquiera un siglo concreto. En 1280 y 1283 aparece Alcaine en poder de los cristianos, pero en 1292 es tomado por los moros. Al año siguiente pertenecía a Artal de Alagón, rebelado contra Jaime II. Después de atacar varios lugares, Artal se refugió en Alcaine para defenderse de las tropas reales. Que Artal de Alagón escogiera Alcaine, entre las numerosas fortalezas de que disponía, para resistir el cerco de Jaime II, nos señala la importancia de este pueblo. 

A mediados de junio de 1293, Artal se rindió. Por intercesión de numerosos nobles y hasta del rey Sancho IV de Castilla, Jaime II otorgó a su arisco cuñado rebelde el más magnánimo de los perdones, firmándose un acuerdo en Alcaine mismo. El documento, entre otras cláusulas, establecía que las fortalezas de Alcaine, Oliete y Arcos, pasaban al rey, y éste le compensaba con Pina y Alcubierre. Comenzó a continuación una época de alcaides regios: Bernardus de Marzen (1294), Tristano de Turricella (1296), Jayme Gascón (1296) y R.de Bolas (1315). Sus rentas costearon parcialmente la construcción del palacio real de Ejea. A comienzos del siglo XV estaba bajo el señorío de Antón de Luna, no sin luchar con sus vecinos, y después de su exoneración en 1413, Alcaine fue uno de los lugares entregados al compromisario Berenguer de Bardají. Y en poder de los Bardají permanece hasta el siglo XVIII. 

Alcaine presenta un conjunto defensivo único en España sumamente espectacular. Dada la inaccesibilidad del lugar, sus defensas se confiaron a una serie de torres independientes sin cerca que las uniera y a un pequeño castillo o alcazarejo. Sobre el número de torres hay confusión entre los diferentes autores y estudiosos del tema. Se ha hablado de once torres, y de siete. Lo cierto es que se han contado ocho, de las cuales tres están completamente desaparecidas. 

Quedan restos de otras, pero son las pertenecientes al pequeño recinto del alcazarejo. Durante nuestra visita pudimos comprobar que el pueblo se emplaza en un escalón en la roca rodeado por dos crestones rocosos al norte y al oeste, mientras que al este aparece la hoz del río Martín. Las defensas se agrupan en dos sectores. Uno, la cresta rocosa norte, con el alcázar, dos torres y la Cueva de los Esquiladores que también formaba parte del sistema defensivo. Y otro, en la larga y afilada cresta rocosa oeste donde se sitúan cuatro torres. 

Hay que añadir la existencia de otras dos torres en la ladera frente al río para cubrir puntos débiles en esa zona. Además, se cree que tuvo que haber otra, con foso y puente levadizo, en los terrenos que cubrió el final de la carretera construida en 1938. El año de construcción de la carretera muestra claramente el aislamiento en que se encontraba esta población, solitaria, en las fractuosidades de la sierra. 

Es un pequeño castillo o alcazarejo con planta triangular irregular y una torre en cada uno de sus vértices. Hay algunos autores que le achacan planta rectangular equivocadamente. Ocupa una superficie de 120 m2. Es decir, todo el espacio disponible entre los cortados calcáreos. Los escasos restos son de mampuestos y tapial. Lo mejor conservado es la torre oeste. 

Fuentes: Wikipedia
               castillosdearagon.com
               castillosricsol.org

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