Las Murallas de Alcalá de los Gazules se encuentra situadas en el casco urbano de la localidad del mismo nombre en la provincia de Cádiz (Andalucía).
La
primera referencia a Alcalá es de época musulmana: se la cita, en
el siglo XI, como una fortaleza (del árabe “al-qalat”) de la
Cora de Siduna (Sidonia), provincia en la que se instaló un
considerable número de fuerzas bereberes norteafricanas. La villa
aparece bajo el título de Alcalá Sidonia, por su pertenencia a
dicho distrito, o junto al sobrenombre de “los Gazules”, por los
Yazula o Guzzula, uno de los grupos tribales bereberes del norte del
Sahara que constituyeron la columna central del movimiento almorávide
por al-Andalus, aunque en el siglo XII se desgajarían de los
almorávides para apoyar a los almohades.
Tras la caída de
Sevilla (hacia 1250), Alcalá se sometería a los monarcas
cristianos, como el resto de la zona occidental de Cádiz. Pero al
poco sus habitantes musulmanes participaban en el masivo
levantamiento de los mudéjares andaluces, por lo que las tropas de
Alfonso X toman Alcalá de forma definitiva en 1264; esta conquista
acarreó el desalojo de sus habitantes y su repoblación, dificultada
por su peligrosa posición avanzada frente a los nazaríes y sus
aliados meriníes, que lanzaban devastadoras razzias desde sus bases
del Estrecho.
Por
este motivo el señorío de la villa cambia de manos en numerosas
ocasiones: Orden de Santa María de España, Guzmán el Bueno (que
prefirió cambiarlo por unos olivares en Sanlúcar),... hasta recaer
en el siglo XV en la estirpe de los Ribera, duques de Alcalá, una de
las familias nobiliarias más poderosas de la Baja Edad Media
española. Con la Casa de Alcalá, al concluir la guerra de Granada,
la legendaria villa fronteriza experimentaría un notable desarrollo
agrícola, ganadero y forestal.
El
pueblo de Alcalá se emplazaba en el llamado Cerro de la Coracha,
cuya cima ocupaba el castillo en torno al cual se situaba la
población que seguía por la vaguada de la Plaza de San Jorge hasta
coronar otra cumbre. El conjunto fortificado estuvo defendido por una
muralla, aún visible en muchos tramos, y abierto por la Puerta de la
Villa , la Puerta Nueva o del Sol y otras no conservadas, de las que
salen caminos, ejes de los posteriores ensanches de la ciudad. Al
perder la fortaleza su uso defensivo, el pueblo comenzó a extenderse
hacia las zonas bajas.
Se
encuentran en estado de ruina, y sólo quedan algunos vestigios. Hoy
día se pueden apreciar, entremezclados, viviendas con terrazas y
restos de torres y lienzos de las murallas que protegían la antigua
fortaleza rodeando todo el contorno de la colina: en la calle San
Juan de Ribera, en el Beaterío y en la calle Sánchez Aguayo (estos
últimos restos, en la calle Sánchez Aguayo, 1 y 3, han sido puestos
en valor restaurándolos, resaltándolos y protegiéndolos de manera
que pueden visitarse entrando en la planta baja del inmueble).
Son de acceso libre.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
L.C. Gargallo (Fotos)
Galería:
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