El Castillo de Hacinas se encuentra situado en lo más alto de la localidad del mismo nombre de la provincia de Burgos (Castilla-León).
Este
castillo debió ser construido entre finales del siglo IX y
principios del X, como otros similares en la comarca del Arlanza
(Izara, Castrovido, Castrillo, Palacios, Pinilla) para proteger la
zona de las incursiones de los moros toledanos que llegaban a Arlanza
desde Atienza y Medinaceli. También debió tener relevancia en el
siglo XI, en las guerras ente Castilla y Navarra, pero nunca debió
ser un castillo importante, porque no se cita en los documentos de la
época.
Hacia mediados del siglo XVIII debió estar habitado,
siendo la residencia del alcaide, que representaba al Conde de
Monterrey, señor de Hacinas. En 1922, el alcaide Toribio Lucas
autorizó al general inspector de la Guardia Civil, Don Leopoldo
Centeno, a iniciar unos trabajos arqueológicos. Se excavaron hasta
39 metros, pero sólo se halló una caldera de cobre y una espada de
uso en el castillo.
A mediados del siglo XIII, un monje
anónimo del Monasterio de San Pedro de Arlanza escribió en versos
alejandrinos el Poema de Fermín González, en el que dedicaba a la
Batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de que consta el poema. Se
trata de un canto épico dedicado a exaltar la figura de Fermín
González y a la Batalla de Hacinas, que en las estrofas 389 y 558
figura como Fazinas.
La descripción de la batalla de Hacinas comienza
con la situación del ejército de Abderramán (Almanzor en el
poema), al sur de Salas y a los castellanos en Piedrafita. Fernán
González, acompañado de sus capitanes, lucha durante tres días y
el último, con la ayuda de San Millán, los castellanos derrotan a
los moros, causándoles numerosos muertos que fueron amontonados en
hacinas, de donde, según tradición, viene el nombre del pueblo. El
único códice que se conserva es una copia del siglo XV que se
guarda en el Monasterio del Escorial.
También el Infante Don
Juan Manuel, en su obra El Conde Lucanor, del siglo XIV, recoge la
batalla y, en el XVII Fray Prudencio de Sandoval, en Los Cinco
Obispos, la cita, situándola en 931.
Aunque los modernos
historiadores consideran este hecho como legendario, la batalla ha
perdurado en la mente de los hacinenses a través de los siglos y, en
los lugares donde se presume se celebró, se conservan nombres
evocadores: Campo los Muertos, Acerón, etc.
En 1840, al excavar
un ribazo, apareció gran cantidad de huesos enterrados en fosa común
que podrían corresponder a los muertos en la batalla. En el
monasterio riojano de San Millán de la Cogolla se encuentra,
formando parte principal del retablo mayor, un cuadro de 2,33 por
1,80 metros que representa a San Millán en la batalla de Hacinas,
obra del pintor Juan Ricci.
La
fortaleza se asienta sobre un peñasco natural de roca arenisca y su
perímetro de 200 metros encuadra una superficie cuyos ejes miden 75
por 15 metros.
Se percibe claramente dónde se asentaba el
muro externo, el acceso al interior, por dónde discurrían los
vertidos de aguas sucias. Sus muros, de los que sólo se conservan
unos metros en su cara sur, tienen un grosor de metro y medio.
En
el suelo se conservan varias tumbas antropomorfas y en su centro hay
un pozo aljibe, del que actualmente hay descubiertos 17 metros, un
bello brocal de piedra y forja, donde figura como remate una veleta
con el escudo del pueblo, lo adorna.
Se
encuentra en estado de ruina, casi desaparecido.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
Eduardo Argote (Fotos)
Galería:
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