Las Murallas de Albarracín son un formidable recinto defensivo, fruto de diversas ampliaciones, que rodea completamente el casco histórico de la localidad de este nombre en la provincia de Teruel (Aragón).
Albarracín
nació como una pequeña aldea visigótica en torno a la iglesia
prerrománica de Santa María, precedente de la actual iglesia de
Santa María. Su ubicación ha marcado desde sus orígenes su
potencial como lugar defensivo.
En
el siglo X se desarrolla el primer recinto defensivo, que comprendía
la citada iglesia, el alcázar, una torre albarrana (Torre del
Andador) y la puerta de entrada (Portal de Hierro).
Posteriormente,
en el siglo XI se produce una ampliación del perímetro amurallado
abriendo tres nuevos portales: el de Teruel, hoy desaparecido, el de
Molina y el del Agua.
Tras
el Sitio de Albarracín en el año 1284, Pedro III de Aragón
conquista la ciudad y el Señorío de Albarracín. Es a partir de
esta fecha, sobre todo en el siglo XIV, cuando se llevan a cabo las
principales obras de mejora y ampliación del recinto, especialmente
de la muralla.
Su
importancia defensiva se perdió en el siglo XVIII y Felipe V, tras
la Guerra de Sucesión española y la promulgación de los Decretos
de Nueva Planta, desmanteló la fortaleza.
Comienza
a desarrollarse el primer recinto defensivo entorno al año 965
durante la ocupación musulmana. Comprendía la iglesia de Santa
María y el Alcázar. El castillo quedaba protegido por tres puertas
de las que solo se conserva la puerta actual. De la misma época es
la Torre del Andador, que al situarse en lo alto de la montaña
permitía vigilar desde lo alto cualquier amenaza y que no fue hasta
el siglo XI que no se unió al recinto fortificado cuando aumentó la
población de la ciudad y se convirtió en capital de la taifa de
Albarracín gobernada por los Banu Razin.
Con
motivo de la ampliación, el primitivo Portal de Hierro quedó dentro
del nuevo recinto y hubo que abrir tres nuevos portales: al este, el
Portal de Teruel,
hoy desaparecido; al oeste, el Portal
de Molina;
y al sur, el Portal
del Agua.
El Portal de Molina está formado por dos torreones de planta
cuadrada y entre ambos un arco de medio punto con grandes dovelas de
sillería. El Portal del Agua se hizo para facilitar una salida
semioculta de la ciudad en caso de asedio y estaba protegida por la
Torre
de la Muela,
que tampoco se conserva. El portal del Agua consta de un arco de
sillería de medio punto hacia el exterior y arco rebajado al
interior. Sobre el arco se un pequeño cuerpo de guardia. Una
escalera desde el interior del recinto permite el acceso al torreón
contiguo, de planta cuadrada y gruesos muros de mampuesto rematados
con almenas.
En
1169 pasa a manos de la familia Azagra que la mantendrán como
señorío independiente hasta que en 1284, tras sitiar la ciudad,
Pedro III conquista la ciudad. En este momento se remoza la mayor
parte del recinto amurallado, lo que también hicieron los monarcas
Jaime II, Pedro IV y Fernando el Católico. Con el fin de la
reconquista y la unión dinástica de Aragón y Castillamsu
importancia defensiva se fue perdiendo hasta que Felipe V, en el
siglo XVIII, ordenó desmantelar la fortaleza.
Del
siglo XIII o anterior data la Torre
Blanca,
situada junto a la iglesia de Santa María. Del siglo XIV son las
obras de Pedro IV cuando se prolongaron las murallas hacia el
noreste. Se hicieron en mampostería, con muros de 1,60 metros de
espesor y 12 de altura, los torreones prismáticos están separados
por unos 40 metros y tienen una altura de 16 metros. De esta etapa
son los restos que hoy se contemplan.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
sipca.com
aragonromanico.com
garcilanga (Fotos)
Galería: